Burnt


Cualquiera que lea con cierta irregularidad el mejor blog sin premios en castellano sabe que además del cine, a mí me obsesiona la comida y particularmente, prepararla y siempre ando metido en la cocina preparando cosillas nuevas o aquellas que me gusta, que son mogollón. Por eso, una película que gira entorno al mundillo de la cocina de un restaurante es como un ejercicio obligatorio y fui a verla el mismo día del estreno. Se trata de Burnt y hasta donde he podido ver, no tiene fecha para su estreno en España y de hacerlo, parece ser que el título sería el de truscoluña no es nación.

Un julay desquiciado le jode la vida a los curritos de su cocina

Un tipo que al parecer era un gran chef en París de la Francia y acabó muy mal, quiere crear un restaurante en Londres al que le den las tres estrellas de Pikolín y para ello, organiza un equipo con sus antiguos colegas que lo odian a muerte y una pava a la que se quiere coger y un jefe de camareros que es el hijo del dueño del restaurante y que además parece que le quiere comer al chef el nabo y sacarle punta como a un lápiz.

Creo que esta es la primera película de comida que veo en la que la comida no es apetecible, al menos para mí. En otras historias con comida, a media película estoy en el cine sufriendo como mula parturienta y con dolor de tripote por la comida que veo. En este caso no fue así y parece que algo que yo ya sospechaba se ha condensado en una verdad casi absoluta: a mí la comida de diseño con platos menguantes en los que todo está retocado y colocado con propósito, no me llama la atención. Yo soy más de platos bien cargados a lo bruto y sin apaños visuales. La historia es supuestamente una comedia dramática pero imagino que eso fue una broma de alguien a la hora de asignarle el género porque de comedia no hay nada de nada. Tenemos un divo que no puede cargar con su ego de lo grande que lo tiene y que está interpretado por Bradley Cooper, el cual hace bien su papel pero tampoco es como para flipar en colores. Además, no sé como se las apañaron pero hay algo raro con los planos de cuerpo general suyos, trataban de evitar a toda costa que se le viese el pedazo de culo que se gasta, que parece el de una negra (persona de color marrón oscuro para aquellos de vosotros bañados en hipocresía y que no sabéis que esa es la palabra adecuada según el RAE). Hay un par de momentos en los que se ve esa cosa moverse por la pantalla y es terrorífico. Del resto del elenco el único que merece la pena nombrar es Daniel Brühl, que es el que interpreta al camarero julandrón. La idea estaba bien pero se pasaron con los personajes clichés y el divo del chef, que está siempre montando un número como si fuera una puta del Gran Hermano y distrae tanto que cansa.

Esto se lo pones a los miembros del Clan de los Orcos y los matas de aburrimiento. Tampoco creo que sea del gusto de los sub-intelectuales de GafaPasta. En fin, otra para ver por la tele si no hay nada mejor en las demás cadenas.


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