14. Er Dani se lo monta con sus amigos


Se puede oler ya el final de esta saga. Ha sido duro y en ocasiones la frustración ha hecho mella en nosotros ante las grandes esperas que hemos tenido que soportar. Si por algún motivo tú has caído directamente aquí me temo que tengo malas noticias: este es el decimocuarto episodio y salvo que te atrevas con la historia al completo es más que probable que no te enteres de nada. Permíteme que te lleve al comienzo en 1. Todos queremos ser como er Dani. Tras ese comienzo si aún tienes hambre y quieres saber tendrás que leer 2. Conozcamos ar Dani en donde se asientan las bases de esta relación tan fructífera. Ahora que ya os lo he presentado quiero presentaros a os 3. Lugareños der Dani y 4. Conocidos der Dani. Tras haber conocido a sus vecinos y a él mismo tendrás el dudoso honor de intimar con 5. La Carmen, hermana der Dani. La vida es muy dura y las estrategias de supervivencia son variadas y si no que se lo digan a 6. Er Dani y la metrosexualidad. Tras este episodio dejamos el lugar en el que estábamos y fuimos 7. Camino del restaurante con er Dani. Una vez llegamos al restaurante se produce una nueva ronda de presentaciones en 8. La Gayola y los amigos der Dani . El encontronazo entre la Gayola y sus colegas tendrá terribles consecuencias que se dilucidarán en 9. Las verdades de los amigos der Dani momento en el que la Gayola saca a relucir los trapos sucios de la concurrencia. Después de este episodio bizarro vendrá la entrega de regalos en 10. Regalos para er Dani. El hombre se nos enrala y nos regala con unos momentos antológicos en 11. Er Dani y sus bolas aunque no tuvo bastante y repitió en 12. Er Dani y más de lo mismo. Respira hondo porque solo te queda un episodio para llegar el punto en el que lo habíamos dejado y lo hace con la vuelta de una de las protagonistas de los primeros capítulos en 13. La Carmen en el cumpleaños der Dani

Tras el momento famoseo de la Carmen y la Gayola la noche siguió su extraño curso. No quiero detenerme en las cosas que pasaron en ella porque esto ya se ha alargado lo suficiente y el cuerpo me pide tirar de la palanca de emergencia y sacarnos a todos de esta espiral de decadencia y lasitud en la que andamos metidos. Quiero capturar un último instante de esa mágica velada, unos minutos que tuvieron lugar casi al final y cuando ya pensábamos en marcharnos.

El local estaba absolutamente desbordado de pencas y pellejas. La mayor parte de ellas chupaba cigarrillos y mostraba esas dentaduras asquerosas que son patrimonio de los fumadores. Era poco menos que imposible no respirar los humos que todas esas locomotoras largaban sin descanso. Planteamos a los miembros de nuestro grupo nuestro deseo de marcharnos y volver a casa y nos dijeron que no nos teníamos que perder lo que venía a continuación. No quisieron ser más explícitos pero me imaginé lo que sería y acerté. nos tomamos una nueva copa gratuita mientras esperábamos. Mi amigo Sergio se fue a hablar con el gorila de la puerta o a darle un manojo de plátanos, que viene a ser lo mismo. Yo continué una absurda tertulia con la Gayola en la que parecíamos hablar distintos idiomas. La Carmen miraba de vez en cuando hacia nosotros con rencor e ira pero no se atrevía a acercarse. Sus carnes sobradas mostraban los estragos del tiempo y las condiciones del local. Estaba más sudada que los huevos de Ronaldiño. A ella no parecía importarle y cada pobre que caía en su área de influencia acababa sobado y abrazado por la chica y de paso se llevaba un poquito de su sudor tan cariñosamente macerado.

El famosete ya se había marchado hacía un rato y tras él la nube de zorras que buscaban servirle su coño en bandeja para alcanzar la gloria. Me dijeron que dicho famosillo se había casado hacía poco aunque parece que cuando sale de copas no arrastra a la parienta consigo.

Mi amigo Sergio volvió al local. Las luces habían vuelto a apagarse y el silencio era continuamente roto por esas insulsas conversaciones que tenemos cuando salimos y nos vemos en la obligación de hablar con extraños o con conocidos a los que despreciamos infinitamente. Nos pusimos en un lado de la barra para al menos poder seguir pidiendo y beber algo. El DJ o eso que antes llamábamos pinchadiscos agarró el micrófono y comenzó con su prodigiosa introducción de un evento único e irrepetible, un acto libidinoso destinado a engrandecer los pensamientos turbios de las féminas que tenían la suerte de estar en aquel lugar aquella noche. Por descontado se trataba de un nuevo strip-tease, el tercero si mal no recuerdo, que tuve el privilegio de gozarme. Yo ya pienso que debe ser algo normal para las nuevas hornadas, que los tíos ahora solo tienen la esperanza de mojar el churro si previamente han vendido sus carnes de la forma más zafia y rastrera que se pueda pensar. Al menos eso era lo que hacían estos pájaros.

Cuando acabó la presentación, que fue continuamente jaleada por esas féminas tan desarrolladas intelectualmente comenzó a sonar la canción You can leave your hat on y aquello fue el acabose. Todas las tías gritaban histéricas mirando hacia todos lados para ver si podían encontrar la carnaza prometida. La Carmen repartía mamporros a diestro y siniestro para que no le taparan la línea de visión. Finalmente aparecieron subidos a la barra y sin comerlo ni beberlo terminamos de espectadores de primera fila. En esta ocasión se habían unido ar Dani dos de sus colegas, el dueño del local y otro de ellos. Los tres iban vestidos de bomberos y por encima del ruido de la música y las hembras en celo creo recordar que el pinchadiscos recordaba continuamente que este era el fuego más difícil que debían apagar los bomberos malagueños. Obviamente tuvimos que quitar nuestros vasos de la barra. Los tres machos se posicionaron y comenzaron a menearse con una coreografía sincronizada. No quiero ni pensar en como sacaron el numerito de baile porque no me entra en la cabeza que uno quede con sus amigos para practicar los movimientos que hay que hacer. En lugar de tirar las prendas hacia esas bestias rugientes que saltaban, gemían y aullaban como si se tratara del fin del mundo, las echaban por detrás de la barra en donde una diligente chocha del martes las recogía y las iba apilando.

Así fueron cayendo los gorros, las pequeñas mangueras que portaban, los cinturones, las chaquetas y las camisas, momento que incrementó la temperatura en el local en al menos diez grados. Las tías miraban esos torsos desnudos y afeitados y gemían alargando las manos hacia el frente y tratando de agarrarse a esos pezoncillos. Ellos se magreaban sobre la barra sonriendo y mirándose entre ellos. No sé, pa’ mí que había mucho mariconeo fino por allí, seguramente travestido en metrosexualidad de mierda. Intercambiaron posiciones sobre la barra en un par de ocasiones para que todas las chicas pudieran verlos. La parte difícil del strip-tease vino cuando se tuvieron que quitar las botas de bombero sin tener una sillita en la que plantarse. Por descontado tampoco se podían sentar en la barra porque las hembras se tiraban a por ellos así que no les quedó más remedio que hacerlo de pie sin ningún glamour.

Ya sin botas tiraron de calcetines y estaba nítidamente claro que faltaba lo que todas esperaban. La Carmen ya se había posicionado en primera fila y le gritaba unas lindezas de cuidado a su hermano y a los colegas. La Gayola se había quedado con nosotros y aunque disfrutaba del espectáculo, no parecía muy contenta de la forma en la que se estaba desarrollando la noche. Después de un momento Cabaret con los tres protagonistas cogidos por los hombros levantando las piernas al aire comenzó el final del mundo o al menos eso fue lo que yo pensé cuando mis tímpanos amenazaban con saltar reventados por tanta contaminación sonora. La bajada de pantalones fue jaleada sin descanso por todas las tías y por muchos de los tíos, que ya se sabe que desde que alguien se dejó la puerta del armario abierta en España se han salido tantos que ya no nos queda casi nadie dentro del mismo. Los pantalones hicieron una pequeña pausa a la altura de las rodillas y después desaparecieron. Los agitaron sobre sus cabezas pero la distancia entre e llos era muy pequeña y la falta de sincronización hizo que chocaran unos con otros y no quedara muy digno. Todos llevaban gallumbos y aquello ya daba la impresión de haber terminado pese a que las delicadas hembras de espíritu tan etéreo seguían rugiendo y sacando a relucir su reverso zarrapastroso. Pensé que ya podríamos irnos pero se dieron la vuelta y de repente se bajaron los gallumbos quedando con el culo al aire. En ese preciso instante acabó la música y todas se fundieron en un único grito que salió despedido hacia los cielos y comenzó a cruzar los océanos espaciales , en donde seguro que aún sigue su raudo recorrido hacia los confines de la galaxia.

Todos se quedaron quietos mostrando sus lunas hacia las féminas, todos salvo er Dani que poseído del mal de San Vito se puso a agitar el culete y perdió un poco la posición. Se le abrieron algo las piernas y entre eso y el meneo los huevos acabaron por escaparse y salir a saludar. Las cámaras de los teléfonos móviles de cientos de tías comenzaron a destellear con sus cutre-flashes para retratar ese momento. Los otros dos colegas ya pensaban en replegarse y se subían los gallumbos mientras er Dani seguía agitando las joyas de la familia para mayor alegría del público. La Carmen gritaba como la que más y trataba de coger esos colgajos y hacerlos suyos. Er Dani se percató de que estábamos allí y le gritó a mi amigo Sergio: ¿se me ve la polla? ¿se me ve la polla? a lo que este respondió: Se te ven los güevos, tápate guarro. Er Dani se reía feliz y siguió allí al menos un minuto más.

La Gayola nos transmitió su deseo de marcharse con nosotros y fuimos a despedirnos der Dani, que estaba en el cuarto tras la barra. Cuando entramos nos encontramos a los tres colegas aún en calzoncillos hiper-exaltados y abrazados entre ellos gritándose unos a otros los momentos memorables que recordaban haber vivido unos instantes antes. Allí dijimos adiós ar Dani y esa noche tan única con la que nos regaló el día de su cumpleaños.

Este es el momento apropiado para acabar este episodio. No quiero que te entretengas y te animo a que saltes al capítulo final en 15. Quizás no hay vida tras despedirnos der Dani

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8 respuestas a “14. Er Dani se lo monta con sus amigos”

  1. Dios mio, no puedo esperar más para el último capítulo. Esto es como cuando había que esperar una semana para poder ver el siguiente capítulo de Willy Fogg…

  2. relax. La historia acaba más o menos aquí. Lo que queda es el epílogo, una vuelta al comienzo. En veinticuatro horas lo podrás leer y después podremos dejar ar Dani en paz por algún tiempo.

  3. En vez de ponerte para reconocerlo la foto de la cara, si os llegais a perder te iban a tener que poner la de los huevos, porque madre mía, casi no se los viste veces esa noche!

  4. Joder, casi vomito el café cuando llegué a la parte del colgajo de huevos… y aun queda un flashback para terminar con la historia.

  5. Definitivamente de su cara no me acuerdo muy bien, pero lo que es de los huevos, se aseguró que los recordáramos toda nuestra vida. Sigo avisando que el episodio final es de cierre y clausura de este infame episodio de mi vida, así que no se hagan grandes ilusiones

  6. Pues menos mal que te has ido a Holanda, otros seguimos aún en Canarias y tenemos la ‘suerte’ de disfrutar de espectáculos tan lamentables como el que nos cuentas cada vez que decidimos salir por la noche con gente y no con personas.

  7. Yo cuando sucede algún evento de ese tipo, aparto la vista, y tengo la suerte de poseer un sentido de abstracción tal, que me permite olvidarme totalmente de que eso está pasando.

  8. Joder, siempre supe que tengo los amigos anormales que me merezco. Yo cuando salgo aquí todo el mundo es modosito y contenido.