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Con los años he terminado por aceptar que todos nacemos con un conjunto de funciones fuertemente implementadas en nuestro código genético. En el mío venía de serie la de escribir. Desde que aprendí ya nunca pude dejar de hacerlo. En el instituto obligaba a mi pequeña y exclusiva guardia pretoriana a leer las boberías que se me ocurrían y en los veranos que pasé en los Estados Unidos enviaba unas cartas interminables a la gente contándoles de todo. En esa misma época mis padres me regalaron un Atari 800 XL y mi tío me trajo la impresora de los Estados Unidos y fue como si mi universo se hubiera expandido mil millones de veces ya que no solo podía escribir más rápido sino que además podía incrementar el número de lectores. De aquellos relatos dudo que existan restos pero sí que los hay de los que escribía en la universidad, lugar en el que probablemente no aprendí demasiado de los estómagos agradecidos que politiqueaban y lamían culos para medrar pero en el que sí que dejaba volar mi imaginación hacia mundos increíbles y escribía sin pausa. Por entonces llegué a escribir cerca de doscientas páginas de una novela que incluía a todos, conocidos, amigos y enemigos y que por supuesto era un relato de ciencia ficción. En un arrebato la borré y destruí la única copia en papel que existía con lo que jamás sabremos si era buena. Lo que sí que ha sobrevivido han sido una serie de relatos sobre el padre Karrás, un cura que medraba en el fascinante negocio de los exorcismos y que tenía métodos muy poco ortodoxos. Las historias existen y de cuando en cuando las leo para reírme con las boberías que se me ocurrían entonces pero que nadie se preocupe que no tengo previsto dejarlas escapar de la carpeta que las contiene. Cuando decidí emigrar, casi un año antes de la fecha en la que abandoné España, inmediatamente me puse a la búsqueda de alguna forma o manera de asegurarme que podría seguir martirizando a la gente que dejaba atrás. La encontré en una lista de distribución y por asombroso que parezca, sigue en activo y creo que tiene treinta y pico lectores, los cuales reciben el resumen semanal. Más tarde aparecieron las bitácoras y para mí fue como llegar a un oasis después de una interminable travesía por algún desierto. De repente podía escribir con una herramienta más o menos amigable y aquellas boberías que se me ocurrían estaban inmediatamente disponibles para cualquier julay que quisiera leerlas. Tuve varias bitácoras, saltando de una plataforma a otra, creando páginas web y complicándome la vida buscando la combinación perfecta.

En enero del año 2004 y tras unos meses de preparación apareció Distorsiones en el formato en el que la conocemos hoy en día. Mi amigo el Rubio daba por sentado que la fiebre me duraría lo que una regla de su parienta y que en nada saltaría a otra cosa pero pasaron las semanas, los meses, los años y ahora me presiona para que escriba un libro, me haga millonario y podamos vivir todos a mi costa o algo parecido. Su veredicto es que me estoy desaprovechando a mí mismo y mis interiores y que si canalizamos toda esa energía, de esto pueden vivir unos cuantos. No voy a ahondar más en el tema ya que es uno de los asuntos favoritos cuando nos emborrachamos juntos.

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Llegamos al veintiocho de enero del 2012, nueve años después de comenzar con este pequeño rincón y hoy celebramos la anotación número SEIS MIL, es decir, una cantidad masiva de pequeños (y no tan pequeños) textos que trazan mi vida, mis neuras, las cosas que me gustan y las que me disgustan, las películas que he visto, los lugares que he visitado y un montón de cosas más. A este hito de Distorsiones llegamos después de haber cruzado el quince de septiembre del 2011 las 5000 anotaciones y el trece de mayo del 2010 fueron 4000, que sucedieron a las 3000 que celebramos el veintiséis de diciembre del 2008.

Después de todo este tiempo y de todo lo que he escrito, sigo sin tener perfil en el CaraCuloLibro, sigo sin adoptar las nuevas e imprescindibles tendencias Dosputocerolistas y sin embargo duermo como un bebé porque sé que pese a tener seguramente una de las vidas mejor documentadas de toda la gente que en algún momento de mi existencia han formado parte de mis círculos, ninguno le presta la menor atención ya que ellos esperan que les restriegue las típicas tonterías que llenan la línea de la vida de esos seres obviamente inferiores que pululan en el CaraCuloLibro. Podría escribir mi pequeño cuaderno de bitácora y guardarlo en mi ordenador solo para mis ojos y no habría una diferencia significativa ya que a nadie le interesa aquello que dejas a plena vista para que todos lo puedan ver. Ese es el gran secreto de tener tal cantidad de datos sobre mi vida por aquí, mis amigos no están para nada interesados ya que hablan conmigo y les cuento lo que quieren oír y mis conocidos entran el día antes de verme, se leen las últimas siete cosas y procuran que la conversación no se desvíe hacia otros derroteros.

Dentro de unos quince meses superaré otras mil anotaciones si mantengo el ritmo actual y gracias a que hace ya tiempo que alguien proclamó la muerte de la Bobosfera, yo seguiré escondido por aquí pasándomelo tan bien como hace nueve años cuando comencé.

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15 respuestas a “6000”

  1. Pues nada, a seguir con esta perseverancia sin parangón.

    Si te pagara una Fundación Socialista en función de los caracteres escritos y a la tarifa Amy Martin podrías comprar el Universo e incluso contratar a algún científico que explicara por qué hay tantos mataos en Gran Canaria que se llaman Nauzet.

  2. Para ti, puede que no hubiera una diferencia significativa (si guardaras lo que escribes aquí); pero a los que te leemos nos faltaría ese algo (que la mayor parte de las veces, nos alegra el día).

  3. Es distinto escribir para uno mismo que públicamente, eso es obvio, además se interactua con los comentarios, yo tengo quinientas y pico entradas pero es que solo escribo una por semana, lo que pasa es que suelo pasar olímpicamente de las estadísticas mías, las de los demás si me interesan, es curioso…
    Bueno, te acompañaré en otras tantas entradas, gracias a ti seré inmortal…jajaja
    Salud

  4. Rodolfo, ciertamente, una ayudita de los sociatas o una novia diputada pepera que me enchufe a cobrar guita no estaría mal. Nunca había oído lo de Nauzet, debe ser el nuevo Ayoze.

    Genín, en cada una de tus anotaciones hay como ochenta comentarios y cuarenta de esos los escriben portadoras de potorros peluditos y afeitados. Lo tuyo es un don. No conozco otra bitácora que atraiga tanta hembra a menos que sea de recetas de cocina y escrita por una de ellas.

  5. Enhorabuena, y lo mejor de todo es que son 6000 entradas «con chicha», no tonterías cortitas como escribimos otros.

  6. Y que sean muchas más y nosotros que las leamos. Me encanta como distorsionas el mundo.
    PD.- Un Atari 800? Eres tan viejo? Será la mala leche que te conserva…

  7. NO creo que criticones pero sí observadores para lo que nos interesa. Yo se lo llevo diciendo a la Chinita desde hace años. Cuando voy en la bici yo no miro a la cara, voy mirando entre las piernas de las que tienen falda para ver los potorros sin bragas y la Chinita todavía no me cree. Cada vez que pillan a una famosa haciendo un calvo y le hacen fotos le mando el artículo para que vea que no soy el único que considera que es más interesante lo que hay por debajo del capó que la cara.

  8. Luis, ya te digo. Lo que nadie sabe es que escribí la anotación dos veces. Cuando estaba en el párrafo final, pulsé alguna combinación extraña de teclas que me cerró la pestaña y me provocó una subida de azúcar del cabreo que me cogí. Esta es la segunda versión del texto y creo que la primera era mejor. Anoche me sucedió algo parecido. Normalmente uso ECTO en mi Mac Mini y publico desde allí pero por razones desconocidas decidí usar la versión web. Escribí un texto, lo terminé y cuando lo iba a publicar y no lo había copiado, lo perdí porque al parecer y sin aún entender la razón, el wordpress había cerrado la sesión. Me cogí tal empute que decidí no escribir nada aunque después cambié de opinión y puse una foto de bicicleta. Cero que me ha mirado un tuerto o un sociolista, así que no escribo cinco palabras sin pulsar Control + C.

  9. @Sulaco: Eso me ha pasado a mí varias veces. A partir de eso, siempre que puedo escribo el texto en un bloc de notas y lo guardo. Así me evito cabreos. Saludos. 🙂