Si hay algo que a mí me queda tan claro como la obscuridad del núcleo de un agujero negro es que yo tengo mi vida muy documentada y hace ahora algo más de mes y medio informé del preanuncio de la matanza y un mes más tarde, en La falta de semana Santa, desarrollaba los conceptos. Este viernes pasado, a las tres de la tarde, con maldad y alevosía, nos llega un correo del sacrosanto jefe de la multinacional en Europa, que además es español, diciendo que las circunstancias de la vida son así, que la lluvia en Sevilla es una pura maravilla y que gallo que no canta algo tiene en la garganta y que por eso, había que despedir gente y tal y tal y tal, que escribió un montón, hasta con varios párrafos, pero el mensaje se reducía a vamos a echar gente, que eso ya lo sabíamos desde El preanuncio de la matanza. No habían pasado ni sesenta y un milisegundos desde que nos llegó el correo y aparece una invitación a una reunión para hablar del asunto el lunes por la tarde.
Como estas cosas son populares, yo quedé instantáneamente con el mexicano y el francés quince minutos antes en la cantina, que era donde iban a hacer la reunión y así nos tomábamos un cafelito juntos, nos posicionábamos delante de la pantalla y comíamos unas Palmeritas de hojaldre hechas por mí que no hay nada más lindo que ver la cara de odio profundo de cierto terrorista-musulmán-turco con las manos bañadas en la sangre de los kurdos cuando entra y ve que hay comida y a él no se le da y como soy así de generoso, avisé al Gallego que está en el otro edificio de Bolduque y le guardé sitio y una bolsa de Palmeritas de hojaldre, con lo que el turquillo ya arrancó el evento con la tensión alta. En la susodicha reunión, el pavo al que le tocan estos marrones nos dijo que de penas y cenas están las sepulturas llenas, siguió con si tienes pan y lentejas ¿de qué te quejas? y después se enredó en un debate sobre esa preocupación tan grande que se nos pone a todos cuando te dicen que dale alpiste al canario y verás como canta y ahí sin venir a cuento, entre tanto refranero canario, dijo como no queriendo que van a echar al VEINTE POR CIENTO de los empleados en los Países Bajos. Entonces uno levanta la mano y le pregunta si en España cuando se estudiaba con la regla de cuatro no hacían exámenes porque el amarillo del sol caguiente había dicho un mes y pico antes que iban a botar a la puta calle al SIETE por ciento de la empresa y que o él tiene las orejas tupidas de cera, o acababa de oír VEINTE por ciento, que es como que tres veces más de lo apalabrado previamente, el triple, vamos. El hombre lo miró con carita de pena y le dijo que así son las circunstancias de la vida y después me miró a mí, como la mitad de la gente que estaba en ese momento en la cantina, que de repente todo el mundo miraba hacia mí, hasta mi jefe, salvo el joputa-terrorista-islámico exterminador de kurdos, que lloriqueaba como maricona gorda y vieja.
Resultó que en el tiempo que ha pasado en ese mes y pico, yo había predicado un montón a los colegas, que allí casi nadie ha vivido en una empresa que ha sufrido una o varias reorganizaciones y The Chosen One ha pasado, con nota, al menos dieciocho reorganizaciones en una multinacional del país del sol caguiente y yo ya había dicho que en ese país, los suyos son seres superiores y que lo justo, lo lógico y lo necesario era poner en la puta calle entre tres y cuatro gaijines, que es el término despectivo en ese país para referirse a los extranjeros y todo el mundo me dijo que yo lo flipaba, que eso J-A-M-Á-S pasaría, que soy un exagerado, que truscoluña no es nación, que es ciertamente cierto y en la reunión, me dieron la razón.
El joputa-terrorista-islámico exterminador de kurdos se fue de allí a lloriquear en su escritorio, que casualmente está situado junto al mío y nuestro jefe se sienta enfrente, así que me puse a hablar con él y explicarle todas las tretas sucias sque sucederán y las jerarquías de gaijines, que para ellos un europeo o un gringo vale como cinco moros, con lo que como lo que se busca es la cantidad, los jalal van a ser una de las presas favoritas y el otro, que hacía como que no estaba escuchándome, soltaba unas lágrimas como piedras de granizo de grande. Al día siguiente nos enteramos que en Alemania van a echar al treinta por ciento y de nuevo, todo el mundo flipando y yo recordándoles que allí hay más turcos que en ningún otro lado y que repito y tripito, que en la jerarquías de gaijines, cinco moros equivalen a un europeo, con lo que echando cinco turcos, la empresa en realidad solo pierde un empleado. Al Gallego le he sugerido que consiga un paquete grande pañales de viejo y que obligue al joputa-terrorista-islámico exterminador de kurdos a usarlos porque el hedor que hay a su alrededor con las cagaleras te deja ajito.
Así que la trituradora ya ha comenzado a moverse y al que se mueva lo quitan de la foto. Cuando alguno me pregunta si a mí me darán puerta les recuerdo que yo soy el Elegido, no hay ninguna otra persona en Europa haciendo mi trabajo, así que si me botan, lo que yo hago lo tendrán que hacer en Japón y yo les deseo todo lo mejor, siempre.