Niveau 2 geslaagd


¡Es oficial! ¡He superado el examen de segundo nivel de neerlandés! O dicho a la nórdica: Niveau twee geslaagd! (pronunciese nivo tueeeei geslagd [cien puntos extras al que logre hacer sonido de g y d diferenciados al final]).
Sin embargo, no todo es gozo y alegría en la casa del señor. El puto idioma se está volviendo jodidamente difícil. Esta mañana cuando iba a clase en el tren iba tan amargado que ni siquiera me fijé atentamente en la tía que llevaba una boa de plumas negras sobre su camisa de lentejuelas negras. No eché ni una segunda mirada al adolescente que se sentó enfrente mío con la cara completamente cubierta de granos, gran parte de los cuales habían dado frutos esa mañana y mostraban salerosos y alegres la pús que habían producido por la noche en esas tremendas batallas entre bacterias y las hormonas exaltadas del chaval. Estaba tan desmoralizado que casi ni me importó que al bajarnos del tren hubiera una tipa esperando para subir en minifalda y prácticamente sin ropa, a pesar de los tres grados de temperatura ambiente que ciertamente le debían haber puesto el clítoris como un bolígrafo BIC de duro.

La razón de mi amargura y de mi baja moral no es otra que el sentimiento pesimista que me rodea sobre este idioma. Estoy atravesando la crisis del punto sin retorno. Si la supero, hablaré esta lengua, haré los mismos sonidos guturales que los salvajes autóctonos hacen a diario, me comunicaré con ellos en su atávico dialecto. Si no la supero, renunciaré a ello y me concentraré en la meditación y en el recogimiento religioso que sólo un alma tan piadosa como la mía puede aspirar a disfrutar.

Cuando llegué a clase compartí mi amargura con mi compañera lesbiana de clase, la única que por su punto de vista objetivo y neutral hacia los hombres podía darme consuelo. Cuando entró la prima de Darth Vader, que trabaja en la actualidad de profesora de neerlandés, traía una sonrisa en la cara que me puso el vello de punta. Sin decir nada, la muy arpía nos repartió los exámenes para que los pudiéramos ojear durante unos minutos. Cuando las hojas llegaron a mis manos la sangre se me congeló en el testículo izquierdo, la cara adoptó el mismo rictus inteligente que la de cualquier marido de infanta de España y me desplomé en la silla. ¡88%! un 8.8 en nomenclatura española. Un sobresaliente de los de mi instituto (se contaban a partir del 8.5) :-).

Con semejante alegría, descorrí el velo que tupía mis ojos y noté lo evidente. LaMasmo estaba en clase y faltaba el Pana, lo que contribuye a validar mi teoría de que ¡ahí hay tomate! Sin embargo, almas mías, no debéis preocuparos. LaMasmo no traía nada digno de mención SALVO esas horrorosas botas de cruzar el charco celestes adornadas con florecitas de dibujos animados japoneses.

Ya despabilado, decidí que este fin de semana me voy de turismo y he convencido a mi amigo el turco para marcharnos a Aachen el fin de semana a ver el mercado de Navidad, o Kerstmarkt en holandés. Aachen es una ciudad alemana por la que durante las próximas cuatro semanas pasarán más de millón y medio de visitantes a ver su mercado. El plan es ver el sitio el sábado y después perdernos en los bares de sus callejuelas y cogernos una borrachera melopéica con Bokbier que me borre la memoria y me deje listo para asimilar el próximo nivel de holandés.

Y quedan sólo 10 oportunidades para hacer la FOTO de LaMasmo. El contador sigue corriendo hacia atrás …