2. Conozcamos ar Dani


Estaría bien que revisarais el principio de esta historia antes de adentraros en su intríngulis. Para ello, nada mejor que leeros todos queremos ser como er Dani. Aquellos que ya lo hicieron, recordaros que fue una introducción a er Dani como entidad etérea y aún no definida físicamente

Ahora que hemos llegado hasta aquí, no os voy a ahorrar la descripción. Nunca he sido bueno con estas cosas, pero cerraré los ojos y haré un gran esfuerzo. Os pediría que hicierais lo mismo, pero entonces no podríais leer y eso no estaría bien. Cuando le eché el ojo encima a er Dani se me cayó el mito. Yo lo tenía idealizado. Lo veía como un Apolo, alto, con músculos discretamente bien definidos, con un porte regio y un aspecto descuidadamente cuidado. El tipo de galán que en las películas antiguas retorcía las bragas de las protagonistas y las obligaba con su mera presencia a quitárselas y rendirle tributo. Básicamente es lo que es un gigoló. En lugar de este Dios para-olímpico me encontré con un torete hispano, un chaval de estatura media y de tipo compacto tirando a caterpillar, de esos que parecen haberse condensado tanto que asustan. Olvidaros del pelo rubio guapísimo, nada nórdico ni similar. Era un pedazo de macho de la piel de toro, de pelo castaño tirando a negro, con esa ceja típica española que se niega a partirse en dos y cruza ostentosa la cara dividiendo el óvalo facial en dos partes: la frente y el resto. Sus ojos te escudriñaban con una chispa sádica, aunque no se detenían en los machos más de unos instantes y enseguida comenzaban su loco movimiento en busca de hembras en las que fijar el objetivo. Sus rasgos faciales eran normales, nada anómalo o que merezca la pena resaltar. La cabeza se une al tronco gracias a uno de esos cuellos anchos como una columna dórica, del tipo que solo se consigue tras un millón de horas en el gimnasio. El cuerpo, compacto como ya he dicho, parecía diseñado para no dejar espacio a la grasa. Los músculos prietos tentaban los límites de resistencia de la ropa, amenazando con reventarla. La camisa era de marca, abierta al cuello para mostrar algo de la matilla de pelo que según la madre de un amigo mío nos convierte en hombres y nos aleja definitivamente de la niñez. Del pantalón vaquero no voy a hablar, pero todas las viciosillas que leen esto podéis poner en vuestros cabezones la imagen que más os turbe y seguramente él las llene todas. Los vaqueros acababan en unos zapatos de esos de piel de camella vieja y amargada que están tan de moda últimamente.

Este primer vistazo para juzgar al mito me tomó un parpadeo. Secciones completas de mi cerebro estaban preparadas para almacenar todos los detalles de forma que los pudiera reproducir de la forma más fidedigna con posterioridad. Espero haberle hecho justicia. Este aspecto tan trabajado, esta apariencia de hombre habituado a lidiar con mujeres de bandera, este porte hercúleo se va a hacer puñetas en cuanto abre la boca y se pone a gritar como el resto de la gente que lo rodeaba. Tenerlo a cincuenta centímetros de uno y que cuando comience a hablar lo haga como si estuviéramos en lados distintos de un barranco y nos separaran cientos de metros, eso no tiene precio. Supongo que se trata de que no sólo nosotros sepamos lo que se dice, sino que también los cientos de ojos y oídos que nos controlaban desde los balcones de esos enormes edificios de pisos que se construyen en España y que por ley se llenan con alcahuetas que no tienen nada mejor que hacer que controlar al prójimo para poder despellejarlo a gusto en los descansillos de las escaleras. Como ya dije, nuestro encuentro se produjo en una barriada de la ciudad de Málaga, una zona de obreros y trabajadores con la mayor contaminación acústica que he visto en mi vida. El sonido de las pitas de los coches era continuo, al igual que el de los gritos de decenas de personas. Hasta los niños parecían competir para que su voz sobresaliera sobre el resto. Yo, creído de mi mismo como estoy, con mi propia visión de Jedi en misión super-importante en este planeta habitado del sistema solar, intentaba impresionar con mis silencios, mis ligeros ladeos de cabeza para mostrar mi atención e interés, pero lo único que conseguía es que este hombre pensara que estaba sordo y gritara más. Me acuerdo que a Luke saltacielos le funcionaba perfectamente con otras razas espaciales, pero yo he fallado estrepitosamente con er Dani y amigos.

Después de gritarnos un rato en la calle, quedó claro que primeramente íbamos a ir a un bar en aquel lugar para no sé muy bien qué. Los amigos de er Dani ya debían estar en camino al restaurante en el que íbamos a cenar y nos encontraríamos con ellos un poco más tarde. Esto lo pudimos escuchar nosotros y todo el vecindario. Er Dani gesticulaba y se movía continuamente, como poseído por el mal de san Vito. Lo tenías delante tuya y un segundo más tarde estaba a tu espalda, gritándote desde atrás, riéndose de sus propias bromas y cuando tu cerebro aún no había sido capaz de enviar las órdenes a los músculos para que te giraras, ya lo tenías de nuevo frente a ti. Mientras sucedía este monólogo, incentivado por agudos comentarios de mi amigo, avanzábamos por la calle. El único bar que yo atinaba a ver era el local de una de esas asociaciones deportivas que pululan por la orografía española. El sitio se veía concurrido y la habitual nube producto del consumo masivo de tabaco en su interior oscurecía las paredes y adornaba la puerta, creando un halo misterioso que prometía impregnar tus ropas e inutilizarlas. Crucé los dedos pensando que quizás habría suerte y pasaríamos de largo pero está claro que mi ángel de la guarda estaba de vacaciones. Nuestro destino era dicho local. Cuando atravesé la nube tóxica y me adentré en el local, cerré los ojos y entré en una galaxia paralela a la nuestra.

Este es un buen punto para cortar la narración. Podéis continuar la lectura haciendo clic sobre Lugareños der Dani


10 respuestas a “2. Conozcamos ar Dani”

  1. Yo se lo que te paso cuando vistes a er Dani por primera vez. Lo que ocurre es que has pasado mucho tiempo en «Europa» y la imagen de un adonis la tenías definida por una mentalidad Europea y no de la España profunda. Yo me di cuenta de algo muy parecido cuando venia de Londres a Barcelona, me encontre en el cercanías que va del Prat a Barcelona Sants a dos personajes enfrente mía. Una pareja de ingleses (hombre y mujer) el cuarenton, iba bien vestido, con su camisa abotonada casi hasta arriba, mangas de la camisa perfectamente abotonadas también y un pantalon vaquero, su tupida y cuasi-blanca cabellera perfectamente peinada le daban un aspecto muy pulcro, aunque todos sabemos como son los ingleses para emborracharse y destrozarlo todo a su alrededor. Pues a su lado, yo en aquel momento me di cuenta que debía tomar apunte y aprender todo lo posible de lo que mis ojos me estaban regalando, había un «ahspaño» (español) de la piel de toro, de los de la gitana y el toro encima de la tele. Pantalon vaquero de color insultantemente hortera adornado con un cinturon de piel negro de apenas 2 cm de ancho, camisa de color igualmente insultante abierta hasta la mitad para dejar ver el pelo en el pecho y la cadena de oro, barba descuidada y cabellera negra estilo monagillo (con la calva vamos) despeinada, anda que tener pocos pelos y tenerlos mal puestos ya tambien tiene tela. La camisa remangada por supuesto, no como su homonimo europeo que va como un figurín, y vociferando, que es muy importante que se te «escuche» (quien sea capaz de entender alguna palabra de ese dialecto que usan) para ser muy macho. Por último y no menos importante son el detalle de los mocasines que se compro cuando su sobrino que tiene como 30 y pico años hizo la comunión, y ese olor a sudor que impregna a uno y a perfume caro el otro.

    Sin palabras me quedo.

  2. Emo, esto es buenísimo. Deberías dejar de escribir sobre informática en tu bitácora y pasarte al reverso zarrapastroso de lo insubstancial y vulgar como yo.

    Aprovecho para implorarte que contribuyas con un escrito a mi iniciativa Sulaco tiene quien le escriba (http://www.distorsiones.com/modules/wordpress/index.php?p=537) a la cual hasta ahora sólo ha respondido Kike. Bleuge debería también escribir algo, sobre todo tras los años de amistad y odio mútuo que nos unen y estaría muy bien que Rodolfo, GataGris, Maria of the Monkeys, Yumiko, Erre, la Gran Priscila Laprisci y demás lectores habituales se retrataran.

  3. Lo intentaré, aunque ahora estoy muy liado…

    Por cierto, ya he visto nuestro cambio de posición en los enlaces. Gracias 😉

  4. Si es lo que le digo a Emo, leyendote, le entran ganas a uno de escribir y hasta de montarse un blog a ver si le salen la mitad de buenas ocurrencias a uno.

    Aunque llevo muy poco tiempo como ‘leyente’ tuyo, también espero poder escribirte algo en ‘Sulaco tienen quien le escriba’

    Salud y suerte

  5. Erre: Te ha tomado 3 días en darte cuenta.
    bishop: por supuesto que puedes escribir. Puse un listado de los que me vienen a la cabeza por ser más iterativos por estas páginas.
    bleuge: y nada de re-utilizar la historia de rikitiki. Cúrrate algo basado en nuestras profundas experiencias compartidas tras años de observación en Triana, en la Plaza de las ranas o en el centro radiactivo de Vecindario.