5. La Carmen, hermana der Dani


El Dios de los buscadores me envía discípulos siguiendo misteriosos caminos aunque disfruta asignándome aquellos que para satisfacer sucios instintos buscan putillas y putonas en estos mares de la Internet. Habéis llegado a un lugar que se me antoja equivocado, queridos internautas pero os invito a que leáis esta historia desde su comienzo, lo cual os tomará vuestro tiempo y quizás logre arrancaros una carcajada. Tendréis que seguir los números: 1. Todos queremos ser como er Dani, 2. Conozcamos ar Dani, 3. Lugareños der Dani y 4. Conocidos der Dani. Para aquellos perezosos que han seguido esta historia por episodios, estamos en el bar con bingo al fondo y er Dani se dispone a contarnos una historia sobre su hermana, la Carmen, después de que esta tropezara con él tras la barra del bar.

Cuando se recuperó del golpe que le arreó involuntariamente su hermana, la miró y comenzó a reirse mientras la señalaba. Balbuceaba algún tipo de frase que no llegábamos a comprender, algo relacionado con agua caliente. Ella, sin embargo, si que captó de qué iba la jugada y puso tierra de por medio. Se atrincheró lo más lejos que pudo der Dani, abochornada por algo o por alguien. Conseguimos que el hombre se tranquilizara y no tardó en contar la historia.

Er Dani y familia viven en uno de esos pisos en los edificios que nos rodean, pisos con paredes de papel que te ayudan a convivir con tus vecinos, a los que escuchas con claridad en todos y cada uno de los momentos de su vida. En casa der Dani son un montón, entre hijos y padres. Perdí la cuenta del número de individuos pero se me antoja que más de cinco. La convivencia en una casa así no es fácil, con todos los vástagos chupando de la teta paterna y echándose al gaznate las comiditas de mamá.

Esa tarde, antes de ir a trabajar ayudando al padre, la Carmen decidió darse una ducha. Cualquier mujer de envergadura media no tendría más problemas, pero estamos hablando de una chica que malamente cabe por el marco de una puerta, una chica que cuando se mueve consigue someter los cimientos de un edificio a tensiones jamás soñadas por los arquitectos. Así que ahí la tenemos, entrando en ese baño en el que ya no queda tapa para el retrete después de que una tarde la reventara con su peso mientras obraba leyendo el ¡Qué me dices! emocionada por el último de los rumores del Bustamante. La Carmen se quitó la ropa, liberando esos kilómetros de piel y tras inspirar profundamente se metió en lo que antiguamente había sido una bañera pero que tras años de abuso por parte de la chica se había convertido en un achaparrado plato de ducha, una chapa aplastada contra el suelo.

Ese cuerpo desnudo y ansiando ser purificado se retorció al contacto con el fría agua. Al dar un pequeño brinco hizo temblar todo el edificio y su vecina, que estaba tomando el té de las cinco vio como su juego favorito de té caía al suelo. Dicha vecina nopudo hacer otra cosa que maldecir su suerte al haber comprado una casa junto a esta gente y se resignó cristianamente. La Carmen esperó pacientemente a que el agua se tornara tibia. Los segundos caían como estrellas fugaces y nada cambiaba. Despuésde lo que le pareció una eternidad comprendió que algo había sucedido. Cogió aire, lo que dada la ingente capacidad de sus pulmones supuso una gran corriente aspirada por su cuerpo y gritó: Paaaaaaaa, Paaaaaaa, enciende errrrr termo pa’ calentá eragua Fue esta frase o algo parecido, ya que mis dotes para entender la información suministrada por er Dani no estaban totalmente desarrolladas.

Er Dani gesticulaba y se reía mientras lo contaba, señalando a su hermana que parecía estar disminuyendo por momentos, avergonzada por la historia. Todos los que estábamos en el bar observábamos fascinados como se desarrollaba el drama antes nuestros ojos. Después de otro ataque de risa volvió a repetir: Paaaaaaaa, Paaaaaaa, enciende el termo pa’ calentá el agua que estoy en la ducha y aún otra vez Paaaaaaaa, Paaaaaaa, calienta er agua que me estoy duchando. Yo espero que Dios me perdone algún día, pero me reí. Quiero que os pongáis en mi lugar y cerréis los ojos y os imaginéis la escena en aquel bar, con el bingo al fondo cantando números, con todos aquellos seres extraños rodeándome y aquel hombre sacado de algún lugar del inframundo contándonos la historia.

Retornó al relato. La chica continuó gritando, pidiendo agua caliente mientras reventaba tímpanos por todo el edificio y todos los vecinos de esa torre y las cuatro circundantes eran conscientes de la necesidad de agua caliente para aquella hembra desnudae indefensa en esa ducha. Finalmente el padre reaccionó. El hombre, que hasta momentos antes había estado durmiendo la siesta vio como su sueño era interrumpido abruptamente por su hija, esa carne de su carne que se había multiplicado por millones de veces y que amenazaba con devorarlo todo. Se levantó de la cama con un humor de perros, ese que sólo podréis comprender aquellos que hayan estado en una situación parecida. A gritos respondió a su hija, unos gritos que cruzaron a la velocidad del sonido el espacio distribuyendo la buena nueva: Agua caliente, agua caliente hijaputa, espera que voy ahí y te voy a calentá a hostias cabrona y dicho y hecho, se escucharon por todo el edificio los pasos del hombre que acudía hacia el baño a ajustar cuentas.

El desesperado mensaje que se escuchó a continuación marcó las pesadillas de los niños de aquel barrio durante meses: Paaaá, nooooo, Paaaaá, enciende el termo que el agua está fría y la rápida respuesta, cada vez más cercana: Te voy a calentar los huesos hijaputa que me has dejado sin siesta. Vas a veeeeé y el contraataque rápido de aquel paquidermo sabedor de su mala suerte: Nooooooo Paaaaá, Nooooooo

La puerta se abrió de golpe y el hombre avanzó con paso firme hacia su aplastada bañera. De un manotazo apartó la cortina y en auténtico sonido digital con decenas de canales de audio, se pudo escuchar el manotazo al tiempo que ambas voces gritaban: Noooooooo Paaaaá, Toma agua caliente hija puta, No me pegues Paaaaaaá, Toma pa’ que te calientes, Paaaaaaá por favoooooooó, Tomaaaaaaa, Paraaaaa Paaaaá, Tomaaaaaa

En este punto er Dani interrumpió la narración. Las lágrimas me caían por los ojos y el resto de la clientela gritaba y se reía a carcajadas, señalando hacia aquella pobre desgraciada y gritándole: Nooooo, Paaaaá, Nooooo. La chica trató de aparentar que nada sucedía, pero la vergüenza la cubría de arriba a abajo. Er Dani se volvió satisfecho hacia nosotros, con su botella de whisky en la mano y volvió a agitarla en el aire en plan victorioso.

Es aquí, entre dos historias, cuando estamos a punto de asistir a uno de los momentos más surrealistas de la noche, donde detenemos la narración y nos quedamos a la espera del próximo episodio, aquel llamado Er Dani y la metrosexualidad


2 respuestas a “5. La Carmen, hermana der Dani”

  1. Pues no le veo mucha gracia, no. Quizás es que sea yo muy sensible, pero que alguien le de hostias a una chica, por muy gorda que sea, no termino de verle la gracia.

  2. Fran: así sucedió, yo me limito a narrarlo. No es culpa mía si aún en España el castigo físico se considera un derecho paterno