A dos metros de ti – Five Feet Apart


A base de hacer películas, acabarán creando un nuevo género, el romántico terminal, con gente que se muere, se morirá o se ha muerto y mientras pasan por todo el proceso, en lugar de distraerse tomando las medicinas, ellos se centran más en calenturas sexuales de todo tipo. Estas películas son de esas en las que lo mejor es tener el pañuelito en la mano desde el comienzo para limpiar la cara cuando es necesario. Particularmente, el género me flipa y no me pierdo una pero a mi el drama me mola mazo. La película de hoy se titula Five Feet Apart y en España se estrenará a mediados de septiembre con el título de A dos metros de ti que nos recuerda aquella tan famosa basada en un libro de un italiano.

Una pareja de julays agotan las reservas de hielo gringas tratando de enfriar sus calenturas sin chimpún

En un hospital, una pava que tiene fibrosis cística o algo así conoce a un chamo con la misma coña marinera y al parecer, la gente con esa enfermedad se tienen que evitar como la peste truscolana y han de mantener una distancia de seguridad para evitar el pasarse bacterias. La chama inmediatamente se encoña del chamo y este de la chama y se pasan todo el día en un quiero pero no puedo mientras la jefa de las enfermeras se emputa toda porque lo de ellos puede ser muy peligroso.

Esta es una historia de amor hiper-mega triste ya que desde el inicio está condenada. Pese a eso, la trama funciona muy bien y resulta muy fácil identificarse con los protagonistas. La enfermedad que tienen es terrible y las personas que más los pueden comprender, que son los otros enfermos, son los mayores enemigos y aquellos de los que hay que alejarse más. Cole Sprouse está fantástico como el chulo-playa que tontea con la pava y al que se la suda todo porque más o menos tiene asumido que morirá y Haley Lu Richardson también fascina con sus paranoias por el orden y por las listas. Lo que menos me creo de estos dos es que los pongan como menores de edad, eso es lo más difícil de creer, no su enfermedad. Hay un personaje secundario, interpretado por Moises Arias que es la bomba, el colega les roba escenas continuamente, es fabuloso en su papel de mariquita enfermo que culea todo lo que puede y más. La película se pasa en un suspiro y tiene un final de esos que consiguen ser injustamente justos, es triste y alegre al mismo tiempo.

Esto no es ni de coña el tipo de cine al que van los miembros del Clan de los Orcos, sin efectos especiales y con la gente sufriendo todo el tiempo y sin armas de fuego. Por otra parte, sí que es cine para los más jóvenes de los sub-intelectuales con GafaPasta. Y por el tema, estoy convencido que acabará en las sobremesas del fin de semana como película de AntenaTriste o Telajinco.


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