AcChidente


Aprender a conducir es algo que debería formar parte de la educación de los preescolares. Mucho antes de saber leer y escribir se podría recibir la formación necesaria para inculcar en nuestras venas algo tan básico. De no ser así, pasa lo que pasa y nos vemos en situaciones como la que ha vivido mi amigo el Chino hace poco.

El año pasado en sus vacaciones chinas se compró un carnet de conducir en su país. Por un puñado de euros un funcionario corrupto le expidió un documento acreditativo que lo facultaba a conducir vehículos de cuatro ruedas de cualquier peso y tamaño y certificaba su destreza con los mismos. El Chino supuso que con esto sería suficiente y se acercó alegremente a las oficinas municipales de Utrecht para cambiarlo por un carnet de conducir eurocerdo y cual no sería su sorpresa cuando el funcionario municipal le dijo que ese documento en Europa no sirve ni de papel higiénico. Es de suponer que argumentó con su fluidez verbal pero no consiguió nada y terminó por rendirse.

El plan alternativo era el clásico que más de uno habéis seguido. Se apuntó en una autoescuela para preparar el teórico y el práctico y pronto estaba enfrascado en el estudio de los intríngulis del Código de circulación. En Holanda se puede elegir entre inglés y Holandés y el amigo optó por el chiquistaní que tan bien se le da. Estudió durante tres meses el código de circulación, se volvió un erudito del mismo, sabía tanto o más que el autor de semejante joya literaria, se presentó al examen … y lo suspendió. Del disgusto le salieron tres canas que dado el tamaño del cabezón que porta son como cuerdas de guitarra, tanto de largas, como de gordas.

Dejó de trabajar durante una semana en la que estudió cuarenta horas al día y en el segundo intento consiguió un aprobado raspado. Todos sabemos que la parte realmente difícil del carné de conducir es el teórico, el práctico es moco de pavo y hasta un julay sin cerebro lo puede pasar.

Su primera clase práctica la pasó en el aparcamiento sincronizando palabras con su profesor. El hombre le decía lo que era el freno y el Chino procedía a cambiarle el nombre y el uso. En la segunda clase hasta le dejó encender el vehículo y pisar el acelerador en punto muerto. Cuando ya se le acabaron las excusas comenzaron a dar vueltas por un aparcamiento privado y vacío hasta que llegó el bautismo callejero.

El Chino se puso las gafas de ver de cerca, esas que tienen unos cristales tan grandes como las de cualquier folclórica que se precie y que han sido diseñadas para otorgar a su usuario vista periférica, microscópica y macroscópica además de servir como calefactores solares y se agarró al volante con fuerza.

Todo iba bien. Recorrían las calles de Hilversum con cuidado, pasando por Lorentzweg, avanzando por Kamerlingh Onnesweg y tras un rato el profesor le dice:
Cuando puedas gira a la izquierda, me haría el favor

Chino, cocina, correcto, recibido, uno, uno-cuatro, diez-cinco, izquierda procediendo a girar ? Y que nadie me pregunte por qué coño habla como en las películas de ciencia ficción porque ni yo lo sé. El hecho es que pasó el cruce de Eemnersseweg y no giró.

El profesor de autoescuela se secó la gota incorrupta de sudor que lleva siempre que se pone nervioso en la frente, se agarró el peluquín y respiró hondo antes de repetir la orden:

Te has saltado el cruce, cuando puedas GIRA A LA IZQUIERDA POR LA GLORIA DE TUS MUERTOS ? obviamente subió un poco el tono pero trató de no mostrar ninguna acritud en su orden.

Correcto, recibido, diez-cuatro, diez-cuatro, izquierda ser y parecer y destino final girar, pronto tanto como pueda ? dijo aún agarrado al volante como si se le fuera a escapar el coche y mientras sus gafotas reflejaban la luz cegando a los conductores que venían de frente.

Llegaron a Poolsterstraat y la pasaron de largo sin que nuestro héroe hiciera el más mínimo esfuerzo por girar y continuó como si nada hubiera pasado. El profesor perdió los nervios y su legendaria paciencia dio paso a una soterrada ira que iba creciendo en sus entrañas y se manifestaba con un molesto tic en la mano que lo hacía parecer un pajero.

Cuando puedas salte a la derecha que tengo que explicarte un par de cosas, me haría el favor. Salte a la derecha y detente

Recibido rojo-seis. Chino comprender y entender. Misión aceptada. Chino diez-cuatro ejecutar y conseguir. Alfa-Bravo Gama-Teta y tetona ? continuó con su jerga inexplicable fruto de años de televisión americana y de series policiacas.

El profesor comenzó a respirar entrecortadamente y la paciencia que había perdido un par de calles más atrás no lo ayudó a tomar la siguiente decisión. Miró al Chino y le gritó:

Para el coche ahora mismo

Chino recibido, diez-cuatro ? y dio un volantazo brusco hacia la izquierda. En una millonésima de segundo la vida del profesor pasó ante sus ojos, su primera lefada, el matrimonio, el posterior divorcio y mientras veía esta horrible película en la que predominaban los malos momentos su instinto básico le falló y una reacción incontrolable de su cuerpo disparó algún músculo que no debía y pisó el pedal del freno. El coche se detuvo bruscamente en medio del carril contrario, los vehículos que lo seguían comenzaron maniobras evasivas, el chino intentó acelerar calando el motor y en ese instante ambos vieron venir otro auto que pese a intentarlo no consiguió esquivarlos y chocó contra el lateral del coche de autoescuela. Ambos gritaron aunque en idiomas diferentes. Los airbags saltaron y las gafas del Chino salieron disparadas hacia el espacio exterior que estaba más allá de la ventana. Tras lo que les tuvo que parecer una eternidad cesó el movimiento y ambos se miraron. El profesor solo le dijo una cosa:

Sal de mi coche, joputa ? y así fue como el Chino tuvo su primer accidente, incluso antes de tener carné de conducir y logró que su primera autoescuela rompiera el contrato que los unía.

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7 respuestas a “AcChidente”

  1. Buenísimo!! Ya tengo algo en común con el Chino! El día antes de mi examen un coche se saltó un stop y le dió al que yo usaba para las prácticas. Pagó él y todo eso, pero realmente no se te olvida nunca… mejor que el Chino siga en bicicleta!!!

  2. No tiene nada que ver, pero yo fui una vez empujador de carros (a falta de otras cosas que empujar) en el Hipercor, y el primer día rompí los cristales de una escalera mecánica, con la suerte de que el jefe echó la culpa al veterano que me acompañaba, por no haberme sabido controlar adecuadamente.

    Con esto no quiero decir que para empujar carros haga falta sacarse el carnet, claro es.

  3. Dios mio con el dolor de estomago que tengo después de pasarme un día vomitando por un virus maligno que me ha atacado, no veas las risas que me he echado agarrándome la barriga para soportar el dolor ^^.