Amor a medianoche – Midnight Sun


Los gringos lo copian todo de todos y así, cuando alguna película es un exitazo en otro país y en alguna lengua bárbara, ellos se ponen las pilas, compran los derechos y hacen la versión tonificada y simplificada para nosotros los simples del resto del mundo. Así es como ha llegado a los cines Midnight Sun, la cual se estrenó en España este mes con el título de Amor a medianoche porque claro, todos sabemos que el sol es amor de amores y siempre, siempre, siempre, truscoluña no es nación.

Una julay jodida y mal pagada está encoñada de un macho cabrío del barrio

Una pava con una enfermedad chunga que al parecer no le permite exponerse a los rayos del sol, mira desde su ventana a un joven que le lleva poniendo los pezones como diamantes desde antes de que se le hincharan las tetas y se le pusieran como ubres. La pava finalmente lo conoce cuando él la escucha cantar en la estación de tren del barrio y a partir de ahí comienza un romance nocturno sin que él sepa que a ella la luz del día le va fatal. Por supuesto, con tantas limitaciones, esto está condenado al dramote más dramático así que agárrate bien los machos y llévate el trapo de limpiar el suelo al cine porque vas a llorar.

El cine con historias de amor purísimas de adolescentes parece que requiere de enfermedades mortales. Los sanos lo que quieren es follar y no les dan esos ramalazos amorosos como a los enfermos o eso es lo que Hollywood, una y otra vez, nos hace creer. En este caso la historia la lleva la adorable Bella Thorne, que además sabe cantar y canta varias canciones en la película y ya que digo esto, mencionar que la banda sonora es exquisita. El chamo que la pone como una moto sin silenciador es Patrick Schwarzenegger, que ha heredado de su padre un pedazo de bozarrón que no veas y ese don que está en el código genético para no mover los músculos de la cara. Sus sonrisas son más falsas que los billetes de tres leuros y hasta dan grima, es que abre la boca de una forma rarísima y muestra los dientes esos con un color falso que no veas y da un poco de yu-yu. Por suerte el chiquillo no es el que tiene que desarrollar el drama y darnos lástima o aquello hubiese sido una catástrofe. El tercer acto de la historia, cuando llega el desenlace, es una montaña rusa de drama total en la que no se trata de si lloras o no sino de cuantas veces lloras. La película tiene un epílogo como positivo para no cerrar con tanto dramote que por mí se lo podían haber ahorrado pero que tampoco le voy a poner peros. Está super-mal que lo diga, pero me gustó y salí del cine con los ojos rojos.

Esto no es cine para los miembros del Clan de los Orcos, demasiado brutos y básicos, igual algunas de sus hembras. Tampoco creo que sea una película para los sub-intelectuales con GafaPasta. Es más bien cine para adolescentes y chamas que todavía no saben que en Internet hay pornografía.


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