Amy


El domingo de la semana pasada fui a un preestreno especial. En lugar de una película, se trataba de un documental con imágenes reales. Era una cosa como muy de sub-intelectuales de GafaPasta y se notaba porque el cine estaba a un tercio de su capacidad, lo cual nos recuerda que los documentales lo tienen muy jodido a la hora de atrapar el interés de la gente. Se trataba de un repaso de la vida y milagros de Amy Winehouse. El documental se titula Amy y en este caso, pasó por España antes que por aquí ya que se estrenó allí hace cosa de un mes.

Una julay jacosa, pedorra, borrachuza y jinameña no da pie con bola

Gracias a las cámaras de vídeo personales, a los teléfonos y a imágenes de televisión, seguimos la vida de Amy Winehouse más o menos desde la época en la que comenzó a ser conocida hasta el día en el que se suicidó, mató o como lo queráis llamar.

Leyendo las críticas en IMDb, yo pensaba que iba a llorar hasta llenar una represa y me esperaba algo tremendo. Esta cantante nunca ha estado en mi órbita musical y aunque conozco el nombre, no reconocía ninguna de sus canciones y en mi cabeza, la idea era que la vino a matar su padre por desidia y porque la ordeñaba y que la convirtió en una drogadicta su novio o algo parecido. En la película, al menos tal cual yo la absorbo, todo lo que le pasó a esta totorota fue porque ella se lo buscó. En un momento determinado está sobria y se marcha del escenario y le cuenta a su mejor amiga que se está aburriendo infinitamente porque no está ni borracha ni drogada. La tipa tenía una buena voz pero en lo que a educación básica para sobrevivir fuera de Mordor, estaba más seca que un río en medio del desierto del Sahara. Tengo clarísimo que si no se llega a convertir en famosa, también muere joven. Estaba destinada a ello. Viendo la secuencia que la lleva hacia su final, en ningún momento llegué a sentir pena. Lo que sí que me fascinó es lo mal, pero mal, mal, mal, que quedan las imágenes grabadas con cámaras de vídeo personales y teléfonos móviles cuando las pones en una pantalla de cine. Los pixels eran del tamaño de pelotas de tenis. A ratos la película parece una de esas malas de terror hechas con cámaras para intentar hacerlas más reales. Todo lo anterior puede sonar muy negativo, así que lo resumiré diciendo que el documental es interesante, nos da una idea de la espiral que siguen aquellos que nacen para matarse con cualquier droga y nos da otra idea de como los famosos, por más que los pongamos en altares, casi siempre son cachos de carne con ojos sin mucho más.

Con los tatuajes, los piercings y el abuso de substancias, imagino que esto puede cuajar entre los sub-intelectuales de GafaPasta y probablemente asustará a los miembros del Clan de los Orcos. Entretiene pero también puedes esperar a que la pongan por laDos y combinarla con una siesta.


Una respuesta a “Amy”

  1. Me encantaba su música, en cuanto pueda veré el documental, para estos no me aplican las puntuaciones, es algo muy personal…
    Salud