Cuando organizaba la sesión doble del jueves y elegía la película de la que quiero escribir hoy, en algún lugar muy remoto de mi cabezón había una mosca cojonera que me repetía que me andara con cuidado, pero no presté atención y no me molesté en volver a leer lo que escribí en su día de La noche de las bestias – The Purge. De haberlo hecho, habría buscado otra combinación posible para ese día. Lo que sí que tenía claro es que aunque en IMDb la pongan como de terror, la película no te asusta jamás de los jamases y como mucho habrá alguna muerte cruel que quizás te de un poco de asco, aunque en mi caso, si tenemos en cuenta que tengo treinta cuchillos en mi casa reservados para el día que hagamos el fabuloso espectáculo en vivo la noche de los truscolanes, lo de los litros de sangre no me afecta. La secuela se llama The Purge: Anarchy y en España se estrena este fin de semana con el fastuoso título de Anarchy: La noche de las bestias.

Un montón de julay nos aburren con más de lo mismo

Volvemos a encontrarnos en el día de la Purga y seguimos a varios julays. Un capullo quiere ir a matar a alguien que al parecer mató a su hijo, una pollaboba se mete en su casa con su hija y su padre se ha vendido a sí mismo para darles un montón de dinero, una pareja van en el coche a casa y parece que se van a separar pronto y con esto ya sabemos quienes son nuestros protagonistas. Después, comienza la purga, a la pareja los pilla en la calle con el coche roto y siendo perseguidos, al chamo yendo a matar y a las dos en su casa viendo como la atacan.

Menudo masque. Es una película pesadísima, sin nada interesante. La introducción de los personajes resulta cansina y lo único que nos queda por averiguar es cuántos de ellos sobrevivirán o recibirán el finiquito. Los protagonistas parecen carecer de profundidad, son elementos muy simples, básicamente bestias a las que hay que cazar y la película no tolera ninguna otra cosa. Después, cuando comienzan las persecuciones y los crímenes, resulta que todos estos son como intocables y todo parece caer a su alrededor pero sin afectarlos. En una ciudad en la que se matan unos a otros con saña, Un grupo de cinco personas de las que una sola está armada van por las calles sin excesivos problemas. Entre lo absurdo de la idea y lo estúpido de la implementación, no queda espacio para disfrutar, es simplemente una mierda. La traca final es de ponerte a potar como en la peor de las borracheras. Todos apelotonados en un lugar mientras gente rica les dispara y el macho cabrío los mata a todos porque él lo vale mientras los demás gimen como burras en celo.

En fin, si eres un miembro del Clan de los Orcos con un certificado que acredite que careces por completo de masa cerebral, igual hasta te gusta. Para el resto, aléjate de cualquier cine en el que la estén dando.