Aventura en el desierto al atardecer


El relato comenzó en El salto a Dubai que comienza las vacaciones

Mi último día en Dubai, o mi penúltimo ya que al volar de madrugada, técnicamente me voy al día siguiente, comenzó a las siete de la mañana. Bajé a desayunar y aquello estaba petado. Después de comer tenía que elegir entre quedarme en la piscina del hotel o ir a la playa. Habían anunciado más de cuarenta grados de temperatura, así que opté por la piscina del hotel y a las ocho de la mañana ya estaba acoplándome allí, el primero Estuve hasta las doce y media y en ese tiempo pasaron una pareja joven y de extranjeros, una familia africana con niños y otra mora con niños y hembra emburkada que no se bañó. También vino el director del hotel a saludar y hablar un rato conmigo. 

Cuando acabé de tostarme, por supuesto bien dopado con pastillas de beta-caroteno, que a estas alturas ya debe formar parte del flujo sanguíneo porque empecé hace casi tres semanas a pegarme una al día, bajé a mi habitación, me duché, me vestí. Me fui a un centro comercial cercano a pegarme un helado porque estaba de antojo. Luego regresé al hotel ya que a las tres de la tarde me venían a recoger. Vinieron en un jeeep bastante grande y nuevo y dentro había dos pasajeros y de mi hotel nos subimos dos más. Primero es casi una hora de conducción hasta un lugar en el que esperan que alquiles motos quad para ir por las dunas, pero tienen el circuito acotado y las dunas son una mierda. Me quedó pena no haber ido a visitar a mi amigo Sergio cuando estuvo en Qatar porque según él, eso allí era la bomba. De hecho, creo que alguno de los que fue con él se estampó con uno. Tras esta parada se unieron a nuestro grupo unos alemanes, que no creo que fueran pareja sino más bien madre e hijo pijo o al chamo le gustan ya con la pescaílla dando olor. Le quitaron un montón de aire a los neumáticos y nos metimos por el desierto, cabalgando las dunas con el jeep. Fue espectacular. Son uno veinte minutos en los que de repente parece qeu vamos a volcar, a veces estás convencido que sucederá y en otras simplemente te ríes con el miedo. Tras ese tiempo paramos en el desierto para hacer fotos y después de un rato seguimos unos díez minutos más por las dunas, hasta llegar a un punto en el que había una choza con un chamo que tiene máquinas para volver a meter aire en los neumáticos. 

Desde allí fuimos a lo que ellos llaman un fuerte, una especie de residencia en el medio del desierto en la que organizan el resto de la tarde/noche. Además de cenar, hay danza de viente, danza de fuego y danza de mariquitismo superior con un chamo vestido como de reinona drag del carnaval de las Palmas de Gran andaría y que gira todo el tiempo.  En el lugar hay camellos y te puedes subir a ellos para hacerte fotos, hay pavas que hacen tatuajes de Hernán, tenían café árabe y por supuesto el bufete. Los hindúes pegan los platos hasta arriba y después descubren que no les gusta nada y toda esa comida se acaba tirando. Además, desconocen el concepto de fila y siempre va uno que guarda el puesto a los otros veintitrés. Aquí en Dubai he refrescado mi voto que dice que NI DE COÑA VOY A LA INDIA. Se te pegan todo el tiempo como ladilla a güevo. La cosa vino acabando sobre las nueve menos cuarto y desde allí nos devolvieron a los hoteles Yo entré en el mío a las diez con dos horitas para prepararlo todo (incluyendo esta anotación)  antes de salir para el aeropuerto. 

Dubai es curioso, es básicamente hindúes y hormigón con terroristas-musulmanes-de-mielda pero no va a pasar a mi lista de sitios para repetir. Si te molan los centros comerciales y las temperaturas extremas, este es tu país. 

El relato continúa en Desde Dubai a Cebu

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3 respuestas a “Aventura en el desierto al atardecer”

  1. Antojo de helado? No estarás embarazado?? A ver si vas a tener un pequeño beta-caroteno!

  2. pasate un rato a 44 grados en zona desertica, o mas concretamente, 4 horas tomando el sol a esa temperatura y despues hablamos de antojos.