Buceando en las islas Similan


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur

Después de una noche navegando y con mi camarote básicamente detrás del capitán y la entrada por el puente de mando o como quiera que se llame ese sitio, que es super-chulo y que no se puede visitar, solo los cuatro elegidos que se quedan en esos dos camarotes, nos levantaron al ritmo de una de esas canciones horrendas que se te meten en la cabeza a las seis y media. A las siete nos dieron la explicación, eterna porque al ser la primera te explican un montón de cosas y sobre las ocho nos lanzábamos al agua cerca de la isla número cuatro, en una especie de ensenada entre dos islas. Era un buceo facilón ya que lo que querían era mirar los grupos, ver nuestro artisteo y experiencia y comprobar si nos habían puesto en el grupo equivocado, ya que con lo del buceo siempre procuran emparejar gente con el mismo nivel. Nuestro Dive Master era la española y en el grupo estaban los dos japoneses que hablan entre ellos en portugués y el chino que es mi compañero de habitación y también mi primo el de zumosol y si hay alguien con güevos de hacerme algo, que lo intente que como ese lo hostie lo deja como papel de empapelar una pared. La inmersión fue un éxito y vimos un montón de corales y cienes y cienes de peces y hasta pescaíto fresco.

Al salir, desayunamos y teníamos casi dos horas de pausa, que unos aprovechan para dormir, para tocarse los güevos, para hablar y en mi caso para escribir las dos anotaciones previas. La segunda inmersión fue mucho más linda y me fascinó tanto que se me olvidó hacer vídeos pero como al final nos darán uno con todo, tampoco me preocupa en exceso. Uno de los Portujapos lleva una cámara de fotos con una carcasa submarina y dos focos-flash por los lados. Es un armatoste espectacular y jodidamente caro y si pierdes la cámara, supongo que mueres del disgusto en el lugar y así no te lamentas el resto de tu vida. El colega es espectacular debajo del agua y supongo que algún día lo veréis en los vídeos. Creo que estaba haciendo fotos.

Después de salir almorzamos y yo maté el tiempo hasta la tercera inmersión tomando el sol en la cubierta superior. Otros dormían o hablaban o usaban esos momentos para echar el jiñote, esa comunión sagrada con lo más interno de nuestras entrañas. Yo lo eché antes de la primera inmersión y me quedé tan a gustito, vamos, que ni Falete en las duchas de un regimiento de la legión con todos esos rabos al aire.

Entre inmersiones movían el barco y después de la segunda DESAPARECIÓ Internet, un drama total y en mi caso, la primera vez en más de mil doscientos días, como puedo confirmar y confirmo con el Duolingo. Sin poder aislarnos, tenemos que hablar unos con otros y ser sociables, algo que cada vez se nos da peor. La tercera inmersión para mi fue la más espectacular del día, con un festival de vida submarina y sin demasiada profundidad, con lo que aguantamos sesenta y dos minutos y la disfrutamos como bellacos. Desde la segunda y hasta la última bucearé con aire enriquecido, que supuestamente cansa menos y te permite tiempos más largos bajo el agua y una recuperación más rápida por el menor nivel de nitrógeno en el cuerpo. En la segunda inmersión vimos unas langostas que mi madre en la vida me perdonará que no se las pillara para jincárnoslas. En la tercera vi un cangrejo como un balde de grande, unas vacas marinas del tamaño de brazos y multitud de peces a los que no les puedo poner nombre porque así de gigantesca es mi ignorancia.

Salimos, merendamos y teníamos un descanso más grande ya que la última ese día sería nocturna y había que esperar a que anocheciera. Lo divertido de las nocturnas es que te enfocas mucho más porque no ves nada alrededor. Como soy un profesional, me compré una linterna y ese fue su bautismo. Se pagará en un pis-pás ya que cada vez que buceo me levantan cinco leuros por alquilar una y la compré por cincuenta. Tiene un LED con potencia de 400 lumens, que para que os hagáis una idea, es el equivalente de truscoluña no es nación. En la nocturna vimos dos morenas gigantescas, cienes y cienes de millones de peces que intentaban dormir y que huían despavoridos cuando los iluminábamos, ya que para ellos al estar expuestos puede ser mortal. También vimos un montón de vida nocturna, pequeños animalitos que están escondidos en la arena y salen en la oscuridad. La nocturna la limitaron a cuarenta minutos pero se aprovechan muchísimo y como no te mueves mucho, peinas la zona en la que estás con más cuidado. Al salir, ducha y la cena. En lo referente a comida no nos podemos quejar, tenemos bufete cinco veces al día. Yo sigo la regla del unitarismo y solo lleno el plato una vez porque no quiero ser obeso como vosotros, además, que ya niño bastante. Después de comer me fui a la tertulia española con los españoles, el alemán, la china-argentina y los japobrasileiros y sobre las diez de la noche me piré a mi camarote a ver un episodio de serie y después dormir, ya que el segundo día de buceo comenzaba, nuevamente a las seis y media. Esa noche el barco se quedaba en el lugar, con lo que nos ahorrábamos el motor a todo meter y el meneo. El tiempo mejoró bastante y ya no llovía y el mar estaba tranquilo.

El relato continúa en Buceando en las islas Similan, Koh Bon y Koh Tachai

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3 respuestas a “Buceando en las islas Similan”

  1. Pues entre tus jiñotes envenenando el mar y haciendo subir el nivel del agua, y los pobres bichos acojonaos de noche con vuestras luces, habrá mas de uno acordándose de vuestras madres… 🙂
    Salud

  2. Me faltan los dos últimos episodios. Ella se acaba de llevar un disgusto al darse cuenta de quién es el profesor