Comilonas veraniegas


Un par de veces al año, un grupo de amigos viene por mi casa a cenar. Tenemos poco en común, todos son mayores que yo, nos gustan cosas distintas pero la comida y el placer de comer nos une. A mí me gusta preparar comidas masivas, con una cantidad desproporcionada de cosas distintas y a ellos les gusta venir y encochinarse hasta el punto en que no puedes ni potar para aligerarte. La segunda visita de este año sucedió este sábado. Creo que esta es la primera vez en la que tenemos que refugiarnos en mi casa y no podemos cenar en el jardín. La culpa la tuvo una hiper-mega tormenta veraniega o más bien una tromba de agua, la segunda de la semana. Parece que además de unas temperaturas veraniegas espectaculares, el cambio climático nos está trayendo agua en periodos de tiempo de media hora o menos y en cantidades de barreños. Así, durante la mañana el día era perfecto, la temperatura rozaba los veinticinco grados y si no es porque la previsión meteorológica ya lo avisaba, nadie se habría creído en ese momento la que estaba por venir.

En esta ocasión y por culpa de la alergia de uno de mis amigos, la comida carecía de leche y harina, dos elementos fundamentales y que me obligaron a mirar hacia Asia y la comida de por allí, algo que también tiene su ventaja ya que se prepara fácilmente. El viernes por la noche, además de preparar un kilo y pico de mermelada de moras, hice un Gazpacho blanco, la sopa perfecta para el verano y una que repito en esta época del año prácticamente todas las semanas. La semana anterior había hecho una Tortilla de papas con cebolla y gracias a la magia de mi CASO VC100 tenía la cantidad que necesitaba perfectamente empaquetada al vacío en la nevera y perfectamente conservada. El sábado por la mañana me acerqué al mercado de Utrecht y compré los ingredientes que me faltaban y después me olvidé de todo hasta un par de horas antes de que llegaran los amigos. Fue en ese momento cuando comencé a montar algunos platos y a cortar las verduras y dejarlas preparadas para lo que estaba por venir. Para el comienzo de la conversación, los saludos y la neutralización de los comensales, algo que hago con facilidad ya que básicamente yo acabo hablando y ellos escuchan, opté por laminar la tortilla de papas y añadirle pimientos de piquillo y tomates secados al sol:

También puse unos Dátiles con bacon, receta que muchos consideran desfasada pero que a mí me sigue gustando tanto como cuando los comía siendo niño y puse unos montaditos con queso curado Canario con tomates secados al sol y algo de chorizo. Por suerte pronto iré a Gran Canaria y podré reponer mis reservas de queso Canario, ya que estoy a punto de quedarme con una nevera que solo tiene queso manchego y parmesano.

Seguimos con el Gazpacho blanco y seguramente con la comida que había en la mesa hasta ese momento ya tenían una cena decente. Lo más masivo aún estaba por llegar. Durante las horas previas preparé cuscús, arroz blanco y pasé por la plancha verduras, además de hacer una vinagreta. Tras el gazpacho llegó una Ensalada tibia de cuscús con verduras y queso que vi en la prensa durante la semana y a la que le cambié el queso y opté por uno griego con aceitunas. Me despisté y no le hice una foto (o la atacaron demasiado rápido), aunque como pienso repetir, ya habrá ocasión de hacerle la foto y puede que incluso añadirla a mi lista de recetas, ya que es simple y sabrosa. El dúo principal eran dos currys tailandeses, uno rojo y otro verde, uno con pollo y el otro con cerdo.

Curry rojo tailande?s con cerdo

Curry rojo tailande?s con cerdo, originally uploaded by sulaco_rm.

Esas son dos recetas prácticamente idénticas que este verano es posible que aparezcan por aquí, simples, sencillas y deliciosas. El rojo es picante hasta niveles escandalosos y el verde te permite apreciar más los sabores. Ambos platos se acompañan con arroz blanco, el cual la gente me pregunta por qué me queda tan chino y la respuesta es que lo hago de la manera que me explicó el Chino hace más de una década. Lo hiervo la cantidad de minutos que indica el paquete y después lo escurro y lo devuelvo al caldero diez minutos más para que se cocine. Queda algo pegajoso y perfecto para comer con palillos. Llegamos a este punto dos horas y media después de empezar a comer, ya que hay que ir bajándolo todo poco a poco. Encontrar un postre sin leche ni harina es lo más jodido y después de haber pasado por Tailandia, tenía claro que quería aprender a hacer el arroz pegajoso con mango, el único postre tailandés que merece la pena. Conseguí mangos en almíbar, tenía arroz japonés y en una visita al Toko compré los ingredientes que me faltaban y que eran leche de coco y un concentrado de leche de coco.

Khao Niaow Ma Muang

Khao Niaow Ma Muang, originally uploaded by sulaco_rm.

Tenía mis dudas porque la gente comentaba que el arroz no les quedaba pegajoso pero seguí la receta al pie de la letra, lo hice unas horas antes y quedó espectacular y con el agradable sabor del coco acompañando el mango. Tras el postre llegamos a la ronda de café y mi Moka express de Bialetti tuvo que trabajar a piñón para que todos los que eligieron café lo recibieran. Se marcharon de mi casa cinco horas después de haber entrado, encochinados y contando los días hasta la próxima cena, la cual sucederá espero que antes de las navidades.

Unos se llevaron las sobras del Gazpacho blanco, otros Tortilla de papas con cebolla empaquetada al vacío y el curry verde con pollo y cada uno se fue con un bote de mermelada de moras, la legendaria TRU-VLAD que llevo varios años haciendo y que roza la perfección de las mermeladas.


5 respuestas a “Comilonas veraniegas”

  1. Que bárbaros, no se cuantos erais pero había para encochinar un ejército de cosacos. Me parece una idea excelente la tortilla con los pimientos y el tomate, tomo nota. Los dátiles con bacon en plan empanada con masa de hojaldre es una de mis muchas debilidades 🙂
    Salud