Cuando baja el ritmo


Con el curioso sistema de vacaciones escolares holandesas, divididas en tres zonas del país y cada una de ellas con seis semanas, esta semana Hilversum entró en su primera semana de vacaciones y creo que la semana que viene lo hará Utrecht, ya que la primera pertenece a la provincia de Holanda del Norte y la segunda es de la zona central del país y de la provincia con el mismo nombre. Para mí, cuando dejé la oficina el martes de la semana pasada había vidilla y mogollón de actividad y cuando llegué ayer esto parecía un cementerio y hoy viernes ha sido aún más espectacular, con la friolera de DOS julays en mi sala (siendo uno el Elegido). Ahora tengo tiempo para hacer un montón de tareas que vas dejando de lado cuando la gente está revoloteando a tu alrededor y también me sobra el tiempo para tocarme los mondongos e intentar que por fin me lleguen a las rodillas, que es el sueño que todos tenemos. El correo electrónico corporativo, esa metralleta que dispara marrones sin cesar se detiene o se atasca y al menos las próximas tres semanas, será más bien como una pistola semiautomática, a un ritmo mucho más manejable.

En el tren sucede lo mismo, los vagones a las seis y pico de la mañana irán prácticamente vacíos y solo veré cantidades apreciables de gente cuando vuelva por la tarde a Utrecht por aquello de que los meses de julio y agosto, en los Países Bajos, se suspende la franja de hora punta y se puede viajar durante todo el día con descuento (si tienes un abono ferroviario, que no quiero que alguno se crea que se le da descuento al turista accidental) y eso conlleva que el tren, por la tarde, sea una extraña mezcla de geriátrico-guardería, con abuelos que se van de excursión con nietos y alrededor de las cuatro están volviendo a sus casas o a las de sus nietos para devolverlos y poder ejecutar el sagrado ritual de la cena, que debe suceder alrededor de las seis de la tarde para que sea cena y no el sistema español de After Hours en el que se cena horas y horas después de que por aquí arriba hayamos hecho la digestión. Estos dos meses y gracias a la eliminación de la franja de hora punta (que normalmente es de seis y media de la mañana a las nueve y desde las cuatro de la tarde a las seis y media), me puedo tropezar con alguna bicicleta en el tren, ya que en los otros diez meses del año está prohibido su transporte durante las horas puntas a menos que sean de las plegables. El veintiocho de junio, el último día laborable antes de que comenzara la barra libre, volvía a mi casa desde Utrecht, en el tren que me lleva a Utrecht Vaartsche Rijn (sus deseo suerte pronunciando esto ;-)), había tres bicicletas en el mismo y eran las cuatro y nueve minutos. El revisor, obligó a los tres delincuentes que violaban la norma a sacar sus bicis del tren y salimos con un minuto de retraso por sus quejas, que el colega se pasó por el forro de los gallumbos. Aquel colega rubio debía ser el equivalente cabeza-de-queso de los talibanes o de los truscolanes, ya que aquel día, un viernes, el tren estaba bien vacío.

Ahora, a disfrutar de la calma mientras dure …


3 respuestas a “Cuando baja el ritmo”

  1. Imagínate, comparando, yo meriendo a las 20 y salgo a caminar a las 20:30, luego debo cenar a partir de las 12 porque es cuando tomo mis pastillas nocturnas y si las tomo y no les echo una buena cantidad de comida encima, me perforan el estómago con molestias increíbles, pero al echarles encima la masa de la cena, ya no pasa nada, luego me acuesto sobre las 4, ya hecha la digestión de sobra, y así vamos, no solo España es diferente, si no que yo lo soy de España, y de cualquier parte civilizada del planeta… 🙂
    Salud

  2. Genín, la verdad que tienes unos horarios tardíos, ¿meriendas a las 20?? madre mía, y a que hora comes?? Yo desayuno sobre las 7:30-8, así que a las 11:30 cae un café medio-mañanero, y como sobre las 15, que estoy llegando a casa últimamente. Merienda no suelo tomar, porque ceno a eso de las 21, y como mucho cuando tú estás cenando (entre semana) yo ya estoy enfilando sueño. En agosto estoy de vacaciones, y ahí ya trastoco horarios, que para eso están….

  3. Yo, Virtu, como sobre las 14:30. Antes de tomar esta mierda de pastillas que me tienen amargada la vida y el estómago sobre todo, no merendaba nunca, pero es demasiado largo esperar hasta la toma de pastillas de las 12 y la cena, por eso antes de salir a caminar, o a veces al regresar, depende de la época del año, tomo una poquita cosa, generalmente, ensaladilla con un poquito de pan integral tostado y así no es tan penosa la espera hasta las 12, además, caminando a veces me ha entrado un ligero mareo por falta de combustible… 🙂
    Salud