De rebajas


Esta semana me entró el frenesí comprador post-rebajas, ya que en Holanda las rebajas comienzan a mediados de diciembre y en estos días están en el tramo del setenta por ciento o más de descuentos. Como siempre, yo soy de los que prefieren mantener un stock de pantalones de repuesto para el día que les salgan los agujeros a los seis que están en circulación, reemplazarlos rápidamente y que no se altere el equilibrio. Además, todos sabemos que los pantalones que a mí me molan, valen una pasta de que te cagas pero justo en esta época los rebajan a diez leuros y como gracias a todos y cada uno de los dioses existentes excepto el de los terroristas musulmanes de mierda yo no mido dos metros veinte, mi talla, que es la TREINTA, la tienen siempre disponible en las tiendas así que como durante el 2015 estrené dos, compré otros dos y tengo tres pantalones por si acaso. Los compré en la zona del Arena justo antes de ir al cine y como me sobraban cinco minutos, aproveché para hacerme con una bolsa de mensajero en cierta cadena francesa de deportes que solo tiene tres o cuatro tiendas en los Países Bajos pero que en España están en todas las esquinas. Yo comencé con ese tipo de bolsa para llevar los libros al instituto, con una de color verde que era como la de los soldaditos de la potencia imperialista que ocupa truscoluña pero después me pasé a las mochilas y como todo en esta vida es circular, ahora regreso a las bolsas de mensajero, solo que ahora son super-fastuosas, de materiales que aguantan hasta una lefada sobre las mismas y en el caso de la que adquirí, tiene un sistema mágico que te permite colgártela como una mochila a la espalda en caso de necesidad imperiosa.

Después mirando on-de-line o por Internet, compré dos pares de polos de manga larga y una camiseta que por delante dice PIS MEIQUER y que pienso ponerme para ir a trabajar cuando tengo reuniones con mucha gente para que sepan quién es el que manda allí. Y con eso se acabó el frenesí de las rebajas.

El gen ese de ir a las rebajas y comprarte todo lo que necesitas se me cayó en algún lugar y nunca lo volví a encontrar. Cuando me mudé desde Hilversum a Utrecht y descubrí toda la morralla que acumulaba y no usaba y que tuve que bajar dos pisos por unas escaleras criminales y después ubicar en mi nueva casa aprendí que es más importante tener lo justo que demasiado y que todo lo que entra en tu casa fácilmente le cuesta un montón salir. Algún día tendré que atacar las cajas que nunca vacié y que puse en el ático de mi casa y tirarlas directamente.


3 respuestas a “De rebajas”

  1. Si, la cantidad de mierda que se acumula es directamente proporcional al espacio que se tiene. Aculamos hasta llenar cualquier hueco posible.

  2. Yo tengo que ponerme serio y deshacerme de un montón de ropa y cosas que no uso, dentro de poco no me va a caber nada mas en el ranchito, y es que encima de que uso muy poco la ropa -siempre llevo mis harapos favoritos en el ranchito con los que ando supercomodo de la muerte- me regalan bastante, pero me da mucha pereza ponerme a la tarea, es que lo detesto…
    Salud

  3. Yo odio hacer limpieza de ropa, qué pereza, qué coñazo, cómo tengo el armario de cosas que además ni me sirven. Por cierto, cambia «se me calló en algún lugar» por cayó, que duele.