De velocidades


Tren galáctico

El domingo estuve por Amsterdam para una sesión múltiple en el cine. Mi primera película era a las diez y cuarto de la mañana y llegué a la ciudad sobre las nueve y media, me dejé ir y me bajé una estación de metro más adelante y después fui caminando por el centro de la ciudad al cine. Amsterdam, un domingo a las nueve y media es un lugar tranquilo, sin turistas y en el que se puede pasear casi como antes de la marabunta. Aproveché para hacer fotos con el móvil de lugares que todo el mundo tiene en sus fotos solo que yo hago las fotos sin gente, solo del lugar, sin cien personas añadidas a la imagen. Mi tercera película era en el multicine que está junto al estadio y de nuevo, tenía algo más de una hora, así que fui paseando desde Leidseplein hasta la estación de tren y metro de Amstelstation, a casi cuatro kilómetros, en un día soleado pero fresco, perfecto para pasear y ver la ciudad antes de que todo cambie con el otoño.

Después de ver la película tuve que esperar el tren unos diez minutos y mientras estaba en el andén hice el VÍDEO anterior, obviamente, muy pocos lo verán ya que no todo el mundo comprende el significado de la palabra vídeo y es incapaz de hacer clic sobre la imagen para verlo. Mi fabuloso y fantástico teléfono androitotorota de cuatro perras gordas tiene cien mil millones de modos para hacer fotos y vídeos y se me ocurrió probar el modo de vídeo en alta velocidad, pero con un objeto rápido, no con uno lento, que sería lo que hace todo el mundo. El resultado es un tren que pasa a más de cien kilómetros por hora y que parece viajar al triple o el cuádruple de velocidad. Sirve también para comentar los diferentes ritmos que tenemos todos. Yo cada vez aprecio más la pachorra. Si puedo darme un paseo entre películas y tener una hora para disfrutar del día sin más, lo hago. Lo mismo es con el transporte público, me da igual que en lugar de veinte minutos, me tome una hora ir de un lugar a otro, es tiempo mío, en el que escucho un audiolibro, o un podcast, o me regodeo con el paisaje o me rasco los mondongos aunque no me piquen. El tiempo parece que para mucha gente se ha convertido en un producto que hay que aprovechar al máximo y hay gente que me agobia, con su vida llena de cosas que hay que hacer sí o sí y además hay que hacerlas a toda prisa para aprovechar el tiempo. La sociedad de la interconexión total es también la sociedad de las prisas, del ansia por terminar las cosas antes de empezarlas y se ha perdido el placer por llegar al destino, el placer del camino, como con la comida, que lo único mejor que comerte un cruasán es pasarte día y medio preparándolo, haciendo el hojaldre, dejándolo que repose y viéndolo nacer desde los ingredientes primarios. Al final, cuando ya tienes el producto recién sacado del horno, aprecias muchísimo más el resultado. Esa diferencia en las velocidades me lleva a levantarme temprano y llegar a la oficina de los primeros. Me paso algo más de una hora solo y es el tiempo más productivo del día. Después llegan todos con sus dramas, sus prisas, sus agobios y no hay manera de acabar nada y yo no soy un animal de tardes, lo que no hago por la mañana, ya mejor se va quedando para el día siguiente porque las tardes son más bien para finiquitar retales y cerrar temas abiertos.


4 respuestas a “De velocidades”

  1. Te compro la mercancía Sulaco, ahora que todo está interconectado todo el mundo quiere hacer más cosas pero los días siguen teniendo 24 horas. De todos modos veo que te cunde el tiempo y haces un montón de cosas. En mi caso tener la jornada de trabajo partida me mata.

  2. Como si yo me prestara a venderlos. Ni siquiera le doy a los que me visitan o llevo al trabajo. Los congelo y me los como yo todos. Hoy después de llegar del trabajo, me jinqué un plato de garbanzada y tras eso, me puse a preparar una tarta de manzana para llevar a la oficina mañana. Las manzanas me las regaló un compañero de la finca de su hermano.

  3. Me refería al mensaje, te compro la idea, para que quiero yo cruasanes …. Estás perdiendo el español … 😉