Desde Marte con desamor


Lo bello de los códigos no escritos es que como no los han fijado al papel, están en el aire y se menean que no veas. En el momento en el que se transforman en escritos, muchos de ellos pierden su espontaneidad y se convierten en onerosas reglas que cumplimos por educación, obligados, cuando seguramente, si no existieran casi todos lo haríamos con gusto, como ceder el asiento a una chocha tetuda, algo que siempre se hace para quedarte de pie junto a ella y grabar en calidad 4K, 8K y hasta 16K en tu memoria el esplendoroso paisaje que se despliega junto a ti. Nos obligan a cederle el asiento a los viejos, que no provocan el mismo vendaval de sensaciones ni visuales ni de otras partes mecánicas del cuerpo y lo hacemos de mala gana.

Siguiendo con el tema pero en otro ángulo, una de los códigos no escritos más pisoteado es el del saludo de los corredores cuyos caminos se cruzan. Ahora que todos somos atletas, salvo por los culocochistas, que lo suyo no se puede considerar deporte, cuando nos cruzamos en carretera nos saludamos, regla no escrita pero respetada por casi todos. El saludo puede ser un movimiento casual de mano, un guiño, un ligero desplazamiento de la mejilla y así lo que se os ocurra, pero siempre, siempre, siempre, lo importante es que se reconoce a la persona con la que te cruzas como un igual y con este sencillo código le das ánimos. Esto no funciona cuando la persona que viene hacia ti es una portadora del hachazo, ese grupo que un sabio llamó el sexo opuesto y que parece que sabía mucho ya que también se oponen al saludo, al menos al salido con nuestro sexo, ya que entre ellas sí que lo hacen. Vas por el camino, centrado en tu carrera, en comunión con tus chacras más internas y allá a lo lejos aparece la figura de otro corredor que viene hacia ti, se acerca lentamente y poco a poco va tomando forma hasta que le ves esas lorzas características y dependiendo de la edad, las ubres domo de cabra que le llegan al ombligo o unos pechitos perfectos. Da igual del tipo que sean, cuando llegan a tu lado te ningunearán, te ignorarán, evitarán el contacto de ojos y pondrán especial cuidado en no mover un solo músculo que pueda provocar una confusión y hacerte pensar que te han saludado. Está claro que las venusianas se pasan por la pipa del coño lo del saludo de los corredores y todos sabemos que son multitarea y pueden correr, escuchar música y saludar sin que su rendimiento se resienta con lo que la única conclusión posible es que no lo quieren hacer. Esta falta de educación provoca acaloradas discusiones entre los cuatro que corremos cuando coincidimos en alguna de las máquinas de café de la empresa. Yo tengo clarísimo que el problema es la diplomacia interplanetaria, que las pavas no nos ven como iguales y por eso no saludan, igual que cuando llegas a un paso de peatones, si el vehículo que se aproxima está al mando de una portadora de hachazo, te esperas porque ni de coña parará para que cruces por ese paso de peatones, ya que para ellas la señas es de paso de peatonas y si no eres de su club, prefieren atropellarse y reducir la población de los nuestros.

Y ya que estamos hablando de hitos deportivos, decir que hoy he llegado a los cincuenta días, 50 en números y L (ele) para aquellos más cultos, cincuenta días consecutivos en los que jamás he perdido la comba y he caminado más de diez mil pasos diarios, con algún día cerca de los treinta mil y bastantes con más de quince mil. No era uno de mis propósitos de año nuevo pero ha coincidido que gracias al cambio climático, como ya no nos pillan esos días y días de lluvia consecutiva, resulta que puedo llegar a la marca sin problemas y en los días de fin de semana, me doy tremendos paseos al sol, rutas turísticas como la de ayer, que me llevó por la Nieuwe Hollandse Waterlinie y visité cinco fuertes en la misma, puestos defensivos que la verdad, no parece que sirvieran de nada en la última Guerra Mundial pero que ahora son unos fuertes preciosos para pasear, con agua a su alrededor y que para su función defensiva, supuestamente podía provocarse que las tierras más allá de los mismos se inunden creando un lago de hasta sesenta centímetros de profundidad que jodería el ataque de la infantería. Ayer teníamos un día precioso de sol frío, de ese equipado con lámparas LED que no dan calor, pero dan un montón de luz. El paseíllo, que había calculado de una hora, al final con el buen tiempo se alargó y acabé haciendo doce kilómetros. Por suerte, al caminar no hay códigos no escritos y todo el mundo sabe que no se saluda.


7 respuestas a “Desde Marte con desamor”

  1. Hubieses quedado mucho mejor que yo en el reto ese de los pingüinos que hice en enero. Es más, haciendo esa cantidad de km diarios a pie, creo que hasta podrías haber ganado, y eran ciento y pico mil personas apuntadas!
    Nota al pie: Tanto «odio» al sexo opuesto… personalmente creo que necesitas echar un buen polvo a la de ya, te están subiendo demasiado los niveles de faltadefollar acumulados.

  2. Últimamente odio a todo el mundo, es general. Yo creo que es el exceso de agua a cuatro grados. Tampoco ayuda que los 3 últimos libros que escuché son de tres amigas que se enrollan con 3 miembros de una banda de rock y a las 3 les gusta que les peguen jalás.

  3. Pues aquí los chochos saludan a las pichas, y viceversa, sonrientes o no, pero saluda todo el mundo, sin importar si las tetas están caídas o son turgentes, y si las pichas se ponen tiesas o indican el suelo siempre… 🙂
    Creo que Virtu te ha diagnosticado correctamente… 🙂
    Salud

  4. Sulaco, de todos es sabido que correr es de cobardes, haz natación como yo, va de maravilla y después de dos años ya me he puesto recto tras años de malas posturas al trabajar. Aunque por otro lado a los africanos se os da bien correr, tenéis una aptitud innata para ello. Por otro lado ya deberías saber que las pavas que salen a correr están E-N-D-I-O-S-A-D-A-S y jamás apartarán la vista de su camino a no ser que seas un Ryan Gosling. En ese caso no sólo te mirarán sino que además saldrán a correr detrás tuyo.

  5. Doverinto, te puedo asegurar y te aseguro que las que pasan por donde yo voy, si est’an endiosadas, deberían tener la paga de subnormales porque algunas son callos malayos y que más bien parece que se arrastran por el suelo sobre el pipote dejando un rastro de babas que si te descuidas y pasas por encima igual te resbalas y te hostias.
    La piscina me da pereza, está lejos y tienen unos horarios estalinistas y además, por lo que ponen en su página, creo qeu no puedes ir a nadar por libre a menos que tengas el título de natación holandés, con lo que primero tendría que pegarme 5 meses aprendiendo a «nadar» para poder hacerlo cuando me sale de los mondongos y que está limitado a una o dos horas alguna tarde de la semana. En el lado positivo, creo que con tanto control te garantizan que como mucho hay 3 julays por línea a la hora a la que vas.

  6. Doverinto, si esto fuese el caraculolibro como dice sulaco, te hubiese puesto un «me encanta» en tu comentario.