Diana


Hay películas que entran en mi lista porque justo en ese momento no había nada mejor en el cine y me apetecía ver algo. Es así de simple y la única manera de explicar la película de hoy, ya que ni en un trillón de años se me habría ocurrido ir a verla y fue el azar el que la colocó en mi camino, con el festival IDFA bloqueando la mayor parte de las salas de los cines Pathé de Munt y Pathé Tuschinski y obligándome a elegir entre un puñado muy escaso. Así fue como acabé entrando a ver Diana, película sobre la otra Princesa del Pueblo, no la fea gritona y maleducada de España. En España la película se estrenará a mediados de diciembre.

Una julay que ha pegado un bragetazo que no veas se separa del Orco con el que se casó y se encoña de un terrorista musulmán de mierda y claro, le dieron candela de la mala

Esta es la película con la supuesta historia de los amoríos de Diana desde que se separó del Orco de Carlos hasta que la diñó y en lugar de hablar del Dodi aquel, ese friki que parecía el cuñao de Jesús GilyGil, se centran en un cardiólogo pakistaní que al parecer estuvo un tiempo poniéndole la pierna y otras partes de su cuerpo encima mientras el mismísimo Mahoma se retorcía en su tumba de pura rabia, sobre todo cuando veía a esa hembra conduciendo, algo que de siempre se dijo en Arabia Saudí que no pueden hacer las pavas.

La historia está entretenida, lo cual me sorprendió ya que me esperaba otra cosa. Es una especie de historia de amor imposible entre una tipa acosada por su imagen pública y un chamo cirujano cardiólogo más creído que un político truscolán con ansias de poder absoluto. Está bien narrada y viéndola te das cuenta que casi lo mejor que le pudo pasar a la chama fue el salir por la puerta grande, ya que hoy en día sí que las pasaría canutas con todo hijo de cristiano y de terrorista musulmán portando un dispositivo mágico y maravilloso o un androitotorota de mierda con el que retratarla en cada uno de los instantes de su vida. En la época en la que suceden las cosas aún se podía escaquear y aspirar a tener un poquillo de vidilla privada, sobre todo cuando le picaba el felpudo e iba a casa del terrorista para que se lo frotara con ansia y dedicación. Por lo demás, esto apesta a telefilm de esos que ponen en Antena Triste o Telajinco y que todas las marujas del universo verán como si se tratara del vídrio de la Primera Comunión (y seguramente la última) de sus vástagos.

El único escenario en el que un miembro del Clan de los Orcos puede ver esto es que está muy necesitado de coger y la pava le pone el ultimátum. O eso o su madre lo obliga a cambio de guita para pagarse sus vicios. Para el resto de los mortales, en la tele, por favor y después de una comida pesada para dormir algo.


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