Dredd


Hay veces en las que me odio a mí mismo. Sé que soy un cerdo que camina por propia voluntad hacia el matadero pero no lo puedo evitar. Si la zanahoria que me ponen por delante es lo suficientemente apetitosa, aún viendo el trailer sé que tropezaré en ese pedrolo y sufriré y me lamentaré de mi mala suerte a posteriori. Bien visto, gracias a cosas como estas tenemos las anotacioines que no consiguen demasiados puntos y con las que aprovecho para lanzar al exterior toda la mala baba acumulada en días anteriores. La de hoy es una de esas películas, un engendro que ya en el trailer tenía mala pinta pero que como era de ciencia ficción, asumí que debía ver. Se trata de Dredd y en España se estrenó con el mismo título a principios de septiembre.

Un julay de córpore incorrupto se mete en una barriada poligonera para ajustar cuentas con la prima del Guaca

Al parecer los Estados Unidos han sido fruto de su propio aquelarre nuclear y lo único que sobrevive de la civilización es una ciudad de ochocientos millones de personas, o sea, que es hasta más grande que los antiguos Estados Unidos. En ese mundo cruel y caprichoso, los jueces son unos moteros que a la vez son jurado y ejecutores y van de aquí para allá impartiendo justicia. Uno de ellos acude a una llamada con una becaria y caen en una trampa de las que les será muy difícil salir.

Me cago en las putas que parieron a los guionistas que cagaron este engendro. Menuda mierda de historia. Al parecer esto está basado en un cómic, que de tenerlo en mi casa, acabaría en el retrete para al menos aprovecharlo como papel higiénico y limpiarme el culo cuando jiño. La historia es estúpida hasta niveles dantescos, la introducción de los caracteres es torpe, tonta y aportó tan poco que me quedé dormido y me desperté cuando llegaron al edficio y comenzó la acción, con lo que al parecer me perdí una conversación entre el puto Dredd y la zorra de su jefa. Una vez entran en el edificio y este es sellado como una ratonera, es saltar de gilipollez en gilipollez, con el puto juez asesino matando gente a destajo acompañado de la friki esa que lee el pensamiento de cuando en cuando y con la mala demostrando una y otra vez que no se merece estar en la cima de la cadena del crimen si no sabes dar órdenes claras y contundentes. A mí no me ponen los tíos vestidos de motero y ese es el mayor aliciente de este juez, que va por la calle de chulo sin quitarse el casco y cagándola cada vez que abre la boca y suelta una parida. No hay un solo personaje que se escape de la quema, son todos igual de patéticos, con unas muertes de puta pena y una acción tediosa y repetitiva que te crea la sensación de estar en un bucle infinito de un disco que se ha rallado. El puto 3D solo sirve para tirar el dinero, no aporta nada y cansa, además de hacer la película tan oscura que hay momentos en los qu eno se ve nada en pantalla. Cuando ha pasado la hora y media y arrancan los títulos de crédito, escupes al suelo para ver si la mala suerte no te persigue y te juras a tí mismo que nunca más irás a ver una película así.

Si eres capaz de remover el cerebro de su envase y dejarlo en casa, seguramente puedas ir a ver este engendro y disfrutarlo, aunque yo no se la deseo ni al más vil y despreciable de los miembros del Clan de los Orcos.


2 respuestas a “Dredd”

  1. Jaaa!! Me encanta!! (tu post, no la película, que ya no se me ocurría ir a verla). La primera frase que pones en el penúltimo bloque SI que es legendaria, estoy pensando en hacerme una camiseta con ella…