El cuarto baño


Siendo este como es mi diario, hay que reseñar que ayer se produjo el primer y auténtico primer baño del 2017, aunque en realidad fue el cuarto ya que en dos días anteriores tuve tres inmersiones de buceo que seguro que formarán parte de alguna anotación futura, pero tirarte al agua con un traje de neopreno de siete milímetros es hacer trampa y el de ayer fue el primero en bañador, en la playa de la Garita. El agua está a dieciocho grados, demasiado fría para mi gusto, pero con veintinueve en la arena, el cuerpo me pedía remojón. Por más que esté fría no se puede comparar con la de Fuengirola el año pasado a finales de junio, agua que estaba a la temperatura perfecta para hacer granizada y en la que no podía entrar. Me quedé atrapado en tierra de nadie, con las piernas por debajo de las rodillas en el agua, sin sentirlas, casi llorando, negándome a avanzar porque sabía que aquello solo podía ir a peor y al final me tuve que mojar porque mi queridísimo amigo Sergio comenzó a tirarme agua desde la orilla, arengado por su mujer y su hijo y era mucho peor el recibir gotas de agua por todas partes que meter el cuerpo y salir por patas, eso sí, como con amigdalitis porque los dos güevos se me subieron hasta la garganta y se escondieron detrás de las amigdalas y es que parecía que tenía tres nueces de Adán, que iba sobrado de nuez. Yo creo que a los güevos les entró tal miedo que tardaron como cuarenta y ocho horas en volver a sus bolsas. Mi experiencia con el Mediterráneo es que en todos los sitios en los que me he bañado el agua es gélida. 

Ya puestos, dejemos por aquí las notas de buceo. Después de graduarme con matrícula de honor el año pasado en el PADI Open Water, este año me apunté para el Advanced Open Water, que tiene mucha menos teoría y más bien consiste en cinco aventuras, dos obligatorias y tres a elegir. Las obligatorias son Navegación subacuática con brújula y descenso profundo y las que yo elegí fueron Barco Hundido, Flotabilidad y scooter. El primer día hice la de navegación con brújula, en la playa de las Canteras, nadando haciendo un cuadrado y un triángulo debajo del agua usando la brújula para orientarme. Como con muchas cosas del primer curso, supongo que tiene su utilidad pero yo no se la veo, mayormente porque yo no iré a bucear nunca-jamás con gente que no conozca la zona tan bien como sus propias ladillas. Aún así, divierte ver como la orientación a unos metros bajo el agua es terrible. 

El Segundo día hice las de descenso profundo y barco hundido, las cuales se fusiona río y acabé bajando a los restos de dos barcos hundidos. Salimos en una zodiac por fuera del muelle de las Palmas de Gran Canaria para bajar a ver el Suo Yang, que la gente conoce como Narcóticos y después el IFAFA, que llaman Cabotero. Lo que acojona es pensar que voy a descendí hasta cuarenta y un metros y sesenta centímetros por debajo del agua y que pasé por debajo del Narcóticos. El tiempo tan abajo es muy corto y en total teníamos doce minutos en la zona más profunda. El efecto del peso de toda esa agua sobre uno es que te comprimes que no veas, me quedé más chupadito que LeidiDí cuando se hacía la dieta DosDeos después de comer para potar. Subimos y bajamos siguiendo un cabo y en la subida teníamos que parar tres minutos a cinco metros de la superficie y esa fue la parte más difícil de la aventura, con unas olas como de dos metros que nos sacaban de la zona en la que los ordenadores que llevábamos contaban el tiempo y que hizo que estuviésemos allí unos cinco minutos. Después de una espera de seguridad en la superficie de una hora bajamos al otro barco, con muchísimos más peces y solo llegamos a unos treinta y seis metros por debajo del mar. Esta vez la salida fue más fácil porque nos explicaron algún truquillo y no tuvimos tantos problemas. Puede parecer que fue poco pero te deja baldado y agotado y al cuerpo le toma un montón de horas deshacerse del nitrógeno que queda suelto en nuestro organismo. Mi récord submarino sigue siendo los días completos que he pasado a un metro y medio por debajo del nivel del mar en la ciudad holandesa de Amsterdam o los casi ocho metros en la ciudad de Rotterdam y eso lo he hecho sin bombonas de oxígeno ni neopreno, que tiene muchísimo más mérito. En el momento en el que escribo esto (miércoles), aún no he hecho las dos aventuras que me faltan así que igual no aparecen en esta anotación. 


6 respuestas a “El cuarto baño”

  1. Yo ni con Neopreno me meto en el mar ahora, para mi, el agua tiene que estar como para cocer huevos duros para que yo me meta… 🙂
    Guardo un mal recuerdo de mis tiempos de buceo en el cantábrico, del oido derecho no oigo un piemiento… 🙁
    Salud

  2. Ja que me parto! el Mediterráneo dice! Si eso es sopa caliente todo el año!!! Vente al Atlántico y hazte un hombre!!! 19 grados!! juaaaaaaa es que me parto!!!! Aquí la temperatura máxima del agua en pleno agosto no supera de ninguna manera los 15º!!! y la temperatura media es de 12-13º!! No ves que si no se nos mueren las centollas???

  3. Las Canarias están en Africa, allá abajo, y nosotros estamos aquí arriba, ¡vente y no pongas excusas! ahí si que se te suben las pelotas.

  4. El agua en Málaga está helada, yo voy todos los años algunos días de vacaciones y en algunas ocasiones no me baño en todos los días, porque me muero.