El día que no fue como esperaba


Ayer me despertaba a las seis y veinte como siempre y dieciséis segundos más tarde estaba de nuevo en la cama para dormir otra hora. Es lo que tiene la bendita flexibilidad horaria laboral. Mi idea era tener un día relajado y tranquilo, con mi jefa trabajando desde su casa, casi la mitad de la empresa de vacaciones y la otra mitad a punto de empezarlas.

Desde finales de abril estoy realizando un experimento fascinante cuyos resultados pueden cambiar el curso de la huMANidad. Cuando salí para Vietnam de vacaciones, alteré mi rutina habitual, como siempre que me piro de mi casa y en lugar de afeitarme con la máquina eléctrica regresé a la prehistoria de la Mach 3. Aunque el cuerpo me pedía tirar la cuchilla a los cinco días y poner una nueva, seguí usándola y descubrí aterrorizado que tras veinte días, seguía funcionando sin problemas. Regresé a Holanda y decidí seguir estirando la cuchilla y encontrar el límite y así, cada dos días (que supongo que suena mejor que cada otro día, la forma en la que lo escribí inicialmente) he seguido afeitándome con esa misma cuchilla que ya ha cumplido prácticamente su tercer mes completo de servicio. Tras el afeitado, ducha y desayuno fabuloso salí de mi casa para la oficina, convencido que el día sería por fin tranquilo. A mi vecino le encargué un trabajillo y el hombre no me falla nunca.

Llegué a la estación sin problemas, cogí el tren hacia Hilversum, jugué al Mega Run, juego no disponible (como tantos otros) para aquellos que optaron por la mediocridad y la copia descarada de la plataforma del androitotorota y que sí que podéis descargar gratuitamente si tenéis un dispositivo mágico y maravilloso de la manzana mordida y casi sin darme cuenta, el tren ya estaba frenando y llegaba a mi parada. Salí del tren y el cielo estaba nublado, sin más, con los colores típicos del verano holandés hasta el momento y que no incluyen sol. Según empecé a pedalear hacia la oficina me cayó una gota, le siguió otra, una tercera y de repente comenzó un chaparrón brutal. Me puse el pantalón chubasquero y para cuando llegué a la oficina parecía un condón sacado del chichi de una multiorgásmica de estas que parece que más que correrse se mean todas. Comencé mi jornada laboral y pese a este pequeño contratiempo, opté por el pensamiento positivo y me centré en ese momento, después de las 17.00.01 en el que me iría de vuelta a casa para ir al cine a ver por tercera vez la película de Lefa-Man, el niño ese que echa líquido blanquecino y pegajoso por las manos.

A la hora del paseo durante el almuerzo nos tuvimos que quedar en la oficina porque hubo otra tromba de agua y pasada la una y media me llega un mensaje por el chat del G-correo de GooglEvil de mi más-mejor-amigo el Rubio:

1:40 PM El Rubio: El muy-más-mejor amigo tiene un anuncio muy importante que hacer
1:44 PM El Rubio: No, no está en camino la Cuarta Unidad Pequeña
1:48 PM El Rubio: No, tampoco he elegido la Segunda Esposa
1:51 PM El Rubio: Es algo totalmente inesperado, algo mágico y maravilloso como los productos tecnológicos que hacen nuestra vida tan simple, modesta y sencilla y a la par elegante y fastuosa, además de fabulosa
1:54 PM El Rubio: Vente a cenar hoy
1:54 PM El Rubio: ¿Qué vas a cocinarnos?
1:54 PM El Rubio: Nos gusta la pasta.

Cualquiera que no vea Telajinco se habrá dado cuenta que no hay interacción, que la transmisión de información es uni-direccional. La cosa es que yo estaba en una reunión seguramente super-mega importante en la que todo lo que se dijo es, fue y será confidencial y no vi nada de lo anterior, así que a las dos y poco me llega un iMessage a mi iPhone:
Vete a tu ordenador y mira tu correo
A H O R A

Yo miro mi correo en mi teléfono y no veo que me haya llegado nada, así que lo llamo. Me dice que vaya a mi ordenador a mirar. Cuando lo hago, descubro la información que se me envió y que ya es conocida sobradamente por el lector. Ahí se fue al carajo mi plan de ver Lefa-Man por tercera vez y pasar una tarde tranquila. Mi cabezón con un cerebro no demasiado desarrollado comenzó a calcular posibles menús, listas de ingredientes y demás. Cinco minutos antes de las cinco me compré el billete de tren por Internet, lo imprimí y lo eché en mi mochila y a las 17.00.01 salía escopeteado de la oficina en dirección a la estación de tren. A partir de ese momento comenzamos a compartir nuestra ubicación y el puntito azul y el puntito rojo se iban acercando progresivamente. Cerca de la estación de Utrecht mi tren se detuvo durante un minuto sin razón aparente y casi tuve un ataque de ansiedad porque perdía mi calculadísima conexión. El conductor se recuperó del jamacullo que obviamente le dio y llegué a Utrecht con ciento ochenta segundos para trasbordar desde el andén 2a al 9b, lo cual parece sencillo pero implica bajar las escaleras con la bici, pedalear por el túnel norte (lo cual está prohibido), subir las escaleras del andén 9 (a la altura de la zona a), pedalear por el andén esquivando a los pasajeros que iban a tomar otro tren que estaba estacionado en la zona 9a, bajarme de la bicicleta para que no me viera el revisor y me echara la bronca, correr junto a la bici hasta la parte trasera del tren y entrar y posicionarme. Lo logré y me sobraron al menos diecisiete segundos.

En la estación de Woerden me esperaba el Rubio y las tres Unidades Pequeñas y les informamos que yo era el Cocinero invitado para la cena de ese día. Paramos en el supermercado y yo opté por ensalada de matojos, unos Mejillones a la holandesa con papas fritas para nosotros y una fritanga especial con pollo en salsa de cacahuetes para los niños y helado de postre. Llegamos a la casa y nos dividimos las tareas y en muy poco tiempo estábamos todos en la mesa disfrutando con la comida. El Rubio y el Elegido nos comimos dos kilos de mejillones, los primeros de la temporada y estaban de rechupete. Tras la cena y helados recogimos un poco la mesa y nos fuimos a la zona de juego para cansar a los chiquillos, aunque al final fueron ellos los que nos agotaron a nosotros. La cerveza que bebimos era Palm y tras acostar a los chiquillos, nos entró la vena más intelectual y nos pusimos a ver televisión de calidad. En los canales nacionales daban otro debate sobre el rescate financiero a España ya que aquí se usa el horario de máxima audiencia de las cadenas públicas para programas de este tipo. Como estamos saturados de tanta crisis, agarramos el mando y saltamos a los canales que vienen a ser el equivalente de Telajinco. Encontramos uno con un programa que se llamaba (en traducción no-literal-distorsionada) A hostias con los vecinos y en el que el episodio del día iba de una vieja que tenía en su apartamento diecisiete gatos y tenía a la comunidad al borde de un ataque de odio. Lo pillamos acabando y básicamente un psicólogo (pero que no era argentino, sino local) convenció a la vieja que aquello era un suplicio para las bestias (los tenía a todos y cada uno en jaulas) y los donó a un centro de re-colocación de bestias felinas malignas y como compensación le compraron muebles nuevos para la casa y le hicieron una fiesta para fumar la pipa de la paz con los vecinos que incluía contrato suscrito por todas las partes de que no adquiriría ningún gato más allá de la parejita que tenía. Nada más terminar comenzó otro de título ¡Socorro … mi marido es un chapuzas! en el que una Orca como las de Mordor llevaba viviendo en una casa en obras cinco años porque el marido de la tipa tiene menos palabra que un político españó. Los de la tele se metieron en la casa de la chama, echó sus lagrimitas televisivas y ellos acordaron que la ayudarían a hacer el dormitorio en la planta alta del edificio para que dejara de dormir en el cuarto debajo de la escalera, como Harry chapaPotter. El marido de la susodicha se comprometió a terminar el baño y una semana más tarde tenían dormitorio fabuloso y la mujer seguía lavándose el chichi en una palangana porque su marido no hizo demasiado. A medio programa apareció la Primera Esposa del Rubio y casi se cae muerta cuando nos ve viendo televisión para sub-intelectuales y partiéndonos la polla de risa con las pajaradas que soltaba la tipa de la tele.

Pasadas las once nos despedimos y me llevaron a la estación para volver a casa. Cuando llegaba y estaba a punto de entrar en el jardín, hice el zapateado habitual en cierta zona para matar babosas, abro la puerta de mi jardín y veo dos bultos sobre el césped. Lo primero que pienso es que son dos putos gatos y ya voy a descargar mi amor infinito sobre ellos en forma de energía cinética aplicada al extremo delantero de mis botas cuando descubro que es Mi vecino el erizo con su señora. Estaban durmiendo en mi césped los benditos. Pasé sin hacer ruido, ya que estos colegas se pirran por comer caracoles y babosas y si estaban allí y hacen bien su trabajo, me solucionan el problema. Una vez en mi casa, fui directo a la cama a dormir ya que de hoy sí que no pasa y voy al cine y no hago nada.

La semana que viene ya la tengo más apalabrada que un préstamo bancario a España …


18 respuestas a “El día que no fue como esperaba”

  1. Siempre te leo alusiones sobre las dos esposas del Rubio y no sé si es que me he perdido algún capítulo, pero es que el Rubio vive con las dos o como es?
    Del que hace mucho no hablas es del Niño.

  2. Qué trajín, hijo. Por cierto, se me ha ido a la mierda la toma de auriculares del IPAD y lo he enviado a apple y los muy asquerosos me han dicho que ha sido culpa mía, que le he dado un golpe o lo he mojado, cosa que no ha sucedido, que no tiene garantía y que me cuesta arreglarlo 250 euros, un robo. Que desilusión me he llevado, yo que los tenía en un altarcito. En fín, tendré que escuchar el ipad sin auriculares, que soy funcionaria y pobre.

  3. No, el Rubio actualmente tiene el usufructo de la Primera Esposa pero de siempre se dijo y se habló que ambos vienen de familias con gran tradición en divorcios así que asumo que eventualmente botará a la actual y encontrará la Segunda Esposa.

    Del Niño hace un montón que no se nada y visto el tiempo que ha pasado, es más que probable que continúe así. Mi naturaleza es caprichosa y predecible y lo de cambiar de amigos lo tengo muy evolucionado.

  4. Darliz, ¿por qué no te compras auriculares bluetooth? No tendrás cable alguno conectado, van de puta madre y se consiguen tirados de precio por ebay. Yo me compré ESTOS el sábado por trece leuros con gastos de envío incluidos (aunque te tardan en llegar unas semanas). Hay también otras marcas y modelos. En dealextreme.com también los debe haber baratos, siempre con los gastos de envío a cualquier lugar del mundo incluidos. Me duran más o menos un añito, porque les chupo la pila demasiado, pero merecen la pena. Ahora mismo tengo 2 pares, uno Philips y otro Nokia, uno para el iPad y el otro para el iPhone. Los tienes que buscar que sean A2DP, que es el standard para tener STEREO en el bluetooth y usarlo para escuchar música o lo que sea.

    También hay compañías que te reparan esa pieza por mucho menos, pero teniendo la opción del bluetooth, yo ni me molestaba.

  5. Es verdad, no lo había pensado, menos mal que te tengo a tí. Eres mi héroe. Voy a comprarme uno ya. Gracias

  6. Y nadie se ha dado cuenta de que no ha contado cual era la super-noticia del rubio o que??? porque yo me he mordido las uñas hasta el final del post y ahora solo me estoy reconcomiendo de curiosidad!!!! ya te vale!

  7. Pues yo con lo de «el usufructo de la Primera Esposa», que digo yo que seran los hijos y lo de «botará a la actual y encontrará la Segunda Esposa», cuando ya se supone que ahora vive con la 2ª esposa, pues me he liado mucho más.

  8. Coñe, y para esa noticia tanta urgencia y tanto misterio?? estos holandeses son la pera….

  9. A mí también me ha llegado hoy. Qué casualidad, ya me temía lo peor. Lo probé anoche y puedo escuchar mi Ipad, yuyu. Eres mi gurú, tío.

  10. El tuyo fue más rápido que el mío. Yo los empezaré a usar hoy con mi iPad. Para el iPhone uso mi último par de Philips SHB6110 ya que le regalé el otro que tenía a mi vecino, que tuvo el mismo problema que tú con el iPhone 3G que le dio su hijo. Tenía que haberme comprado quince pares de esos cuando los liquidaron en la tienda Philips a cinco leuros.

  11. A mí ya me costaron un poco más caros que a tí, no sé cómo estarán ahora de precio. De momento tengo que acostumbrarme a llevarlos detrás de la cabeza, que yo siempre he tenido los clásicos, pero hay que modernizarse y además tengo que probarlo en mi ordenata grande de apple, que me imagino que también se podrá usar. Qué chollazo a cinco leuros, tío. Lo que me pareció alucinante es que le dije al ipad que pusiera en funcionamiento el bluetooth y me lo encontró sobre la marcha. Qué listo el tío, lo adoro.

  12. Yo pagué lo mismo que tu por el Nokia. Los cinco leuros fue una liquidación del modelo de Philips en su propia tienda y solo para gente que puede comprar allí (entre los que me incluyo ya que soy el Elegido y bla, bla bla …) y fui tan estúpido para comprar solo 2. Debería habérmelos llevado todos. Cuando regresé al día siguiente ya no tenían. El Philips es fabuloso. Lo de la posición por detrás de la cabeza, yo ya ni lo noto, salvo si quieres escuchar tumbado.

    No sé si puedes emparejarlo con dos dispositivos a la vez. Creo que si lo emparejas con el PC olvida el iPad, aunque no estoy seguro y es algo que tienes que probar. Por esa razón yo tengo varios, cada uno con el suyo.