El día que vi el Coliseo y al Papa


Cada viaje tiene un relato y este a Roma comenzó en Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

Al salir a la calle en Roma, justo a las dos y media de la tarde, hacía un montón de calor. Queríamos buscar un sitio en donde comer y deambulamos en dirección hacia el Coliseo sin mucha suerte. Cerca de nuestro hostal encontramos una trattoria pero ya tenían la cocina cerrada. Parece que en Italia los horarios tardíos para comer no se estilan. Encontramos otra en la que nos dijeron que solo podíamos pedir pizzas y como de lo que se trataba era de seguir camino lo antes posible no nos importó. Tras la comida continuamos por un parque en el que se encuentra el Domus Aurea, la residencia creada por Nerón tras el fuego que arrasó la ciudad. Íbamos bajando una pequeña pendiente y casi al llegar al final aparece majestuoso, una obra impresionante que ha sobrevivido veinte siglos, un lugar único y que debería ser una de las maravillas del mundo. El COLISEO romano. Sientes un revolcón en el estómago al pensar que en aquel mismo lugar hace un suspiro combatían hombres contra bestias, hombres contra hombres y sesenta mil personas aullaban desde las gradas. Las colas para entrar eran de vértigo pero ya me habían soplado que hay una forma de evitarlas. Daría las uñas negras de los pies por poder retroceder en el tiempo y asistir a uno de esos espectáculos.

Primero subimos al Foro Romano y desde allí teníamos una visión increíble de las ruinas romanas y de la ciudad. En este mismo lugar estaba el centro del imperio romano, con templos de todo tipo. A sus pies el Coliseo. Comentar que la visita al Foro Romano es gratuita y se puede caminar por allí. Supongo que para el visitante ocasional que no quiera perder mucho tiempo es más que suficiente. A un lado están las taquillas para entrar en el Monte Palatino. Lo que mucha gente no sabe es que la entrada al Monte Palatino es combinada con la del Coliseo y que allí NO HAY COLAS, así que compramos nuestro pase y entramos a ver las ruinas. Los primeros cinco minutos son legendarios. Ves una fuente junto a la que sabes que flirteaban los romanos y aún sigue con su agua como si por ella no pasaran los años. Después caminas entre arcos y estatuas admirando las construcciones de esta gente que parecían saber hace dos mil años que sus obras sobrevivirían al tiempo. Las ruinas son muy extensas y para alguien inculto como yo sucede como con los museos, que me saturo y después de un rato pierdo la capacidad de sorprenderme. Elegimos no seguir un recorrido con guía aunque había un montón de ellos y en casi todos los rincones podíamos escuchar a alguien explicando algo. Para aquellos incultos como yo decir que el Monte Palatino era una de las siete colinas de la ciudad y desde allí se puede disfrutar de una vista increíble. En ese lugar estaba el templo de la Triada Palatina. Es absolutamente increíble.

Acabamos nuestro paseo dentro de las ruinas y volvimos al Coliseo. A la entrada la cola era de cientos de personas, todos los borregos que no saben lo de la entrada combinada y la ausencia de colas un par de cientos de metros más allá. Mejor que sigan en la inopia. Llegamos al comienzo y usamos nuestras maravillosas entradas para pasar al interior. El Coliseo despierta recuerdos de un montón de películas y particularmente de Gladiador, puedes escuchar el rugir de las fieras y del público en tus oídos. La visión del interior es increíble. Este edificio conserva intacto todo su encanto, es una joya. Te da miedo rozar las paredes y pasar las manos por sus muros porque sabes que aquello es Historia, allí se escribió el sino de Europa.

Tras esta toma de contacto única e irrepetible con la ciudad de Roma caminamos hacia el centro de la ciudad. Pasamos al lado del Monumento a Victor Manuel II y como nos apetecía un helado fuimos a una de las heladerías recomendadas en mi guía, una famosa que ha aparecido en algunas películas. El helado fue fantástico y con la barriguita llena y el corazón contento seguimos el paseo en dirección a la Fontana di Trevi. El sitio está atestado de turistas y un policía (o agente de seguridad) trata de impedir que la gente se siente al borde de la fuente. Los americanos se la pasan lanzando monedas al agua, tradición que parece garantizar el retorno a la ciudad. Yo no necesito tirar monedas para saber que volveré. La fuente es preciosa y debe ser un lugar increíble en la madrugada, sin la muchedumbre (si es que eso llega a suceder alguna vez). A partir de ese momento seguimos un itinerario aleatorio que nos llevaba por callejones y lugares exóticos de la ciudad, sin pretender encontrar ningún sitio en específico. Un grupo de cubanas buscaba marido y aprovechaban para hacerse fotos con un camión horrible de fondo. El delito era aún mayor porque a su derecha tenían un precioso edificio que engrandecería su foto, la Galleria Nazionale d’Arte Antica in Palazzo Barberini. Un par de italianos a la sazón los camioneros, trataron de explicarles que con un ligero cambio de ángulo la cosa iría a mejor pero ellas lo entendieron como una posibilidad real de encontrar marido y una en específico sobó al hombre hasta donde no está escrito. El Papito se dejaba tocar y se hacía fotos con ellas sonriendo con esa boca de dientes escasos y más bien tirando a negro.

Algunas de las casas tenían una entrada hacia un patio interior en el que podíamos ver hermosas fuentes desde la calle y entramos a hacer fotos. Por ejemplo en el instituto británico (o algo parecido). También pasamos por una esquina flanqueada por dos fuentes. Roma parece haber sido adornada a lo largo de los siglos por los diferentes gobernantes que en lugar de destruir, construían sobre lo anterior. Por supuesto cada dos pasos te tropiezas con una iglesia pero por el momento no entramos en ninguna.

En nuestra ruta llegamos junto a la iglesia de Santa Maria Maggiore y al rodearla haciendo fotos vimos que habían puesto unas vallas. Le preguntamos a la plebe y resultó que el mismísimo Papa de los Católicos iba a visitar el lugar. Nos agarramos a la valla y lo esperamos mientras el sitio se llenaba de turistas y beatas que viendo la hora de su encuentro con el ilustre jefe de la iglesia se les aceleraba la ovulación y se acicalaban como si esperaran ligárselo. Estuvimos una hora allí y cuando estábamos por renunciar comenzaron a aparecer curillas de tres al cuarto que se ubicaban más cerca del escenario, seguidos por una gente con banderas y mucho canto y tras ellos un atajo de obispos que no veas a los que sucedieron un huevo de cardenales que hacían prever lo inminente. Se oye un tumulto y allí llega, el coche del Santo Padre, con el abuelete saludando como podía. Se le ve muy viejo, yo diría que este no sobrevive a la próxima gripe. Lo bajaron entre dos gorilas porque si no nos dan las uvas allí y una vez en el suelo, lo pusieron en marcha y salió andando hacia el altar que habían montado en la calle, parecía una muñequita de Famosa yendo al portal. La gente estaba fuera de si. En el altar le dio un par de besos a algo y nosotros decidimos marcharnos porque ya era tarde y no estábamos para misa. Según vamos andando por la calle vemos que un montón de monjas también le dan la espalda y se marchan. Mientras luchábamos con el populacho para salir de allí la gente nos miraba como si fuéramos encarnaciones del demonio por no quedarnos al espectáculo completo. Cuarenta segundos más tarde (o quizás treinta) toda la multitud se echa a andar siguiéndonos. Parece que el espectáculo era esperar la llegada del colega, el saludo, el beso a algo en el altar y puerta para todos y si os he visto no me acuerdo.

Pasamos por nuestro hostal, agarré el trípode y nos pusimos en ruta para buscar un sitio donde cenar y después ir a hacer fotos del Coliseo por la noche. Encontramos ese sitio por la Vía Cavour, cerca de la parada del metro del mismo nombre. Era otro restaurante italiano de esos para turistas. Desde allí seguimos el paseo hasta el Coliseo y me desmadré haciéndole fotos por la noche. Es simplemente hermoso. La magia de las luces lo vuelve impresionante. Subí de nuevo al Foro Romano pero estaba cerrado y me tuve que conformar con hacer fotos desde la valla.

Cuando estábamos en el Coliseo me di cuenta que me había dejado olvidada mi guía Lonely Planet en la terraza en la que cenamos y cuando pasamos de vuelta ya habían cerrado y allí no había nada, así que el resto del viaje lo hicimos sin la guía, con un mapa y aquello que podía recordar de mi lectura de la misma. Así fue nuestro primer día en la maravillosa y fascinante ciudad de Roma.

Esta historia continúa en Visitando el Vaticano y la Plaza de España

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11 respuestas a “El día que vi el Coliseo y al Papa”

  1. Yo no hice nunca cola en el Coliseo ni pagué para entrar porque mi excuñada trabajaba allí…cosas del enchufismo.

  2. Virtuditas, las comenzaré a revisar y preparar la semana que viene y espero tenerlas listas pronto. Seguramente me salte Salamanca y tras los tulipanes, un pequeño repaso al club de las 500 y seguimos con Roma, tras esto Kinderdijk y quizás Amsterdam y luego Salamanca. El otro día me di cuenta que pongo fotos de todo el mundo salvo de Holanda y esto está lleno de sitios preciosos.

    Plus, que envidia.

  3. Te entiendo a mi también me fascino, he descubierto Italia, tarde ,y el destino hace que siempre voy por cortos (cortísimos) periodos de tiempo, así que tengo un gran frustración.
    En Roma estuve un ratito hace un par de años, hicimos el recorrido de urgencia , El Coliseo tiene grabados los rugidos y los gritos en la piedra… por cierto tiene un hermano en Túnez , El coliseo o anfiteatro de El Djem, ovalado , en mitad del pueblo, los niños van a jugar allí , lo visitamos sólos, con la gente del pueblo paseando , está un poco dejado pero muy «de andar por casa» y las sensaciones son muy fuertes porque además no tienes que hacer abstracción de la cohorte de turistas para imaginartelo en su época «gloriosa» , según el bando que te tocara, claro…

  4. Sulaco, si vas a Pisa me avisas y nos vamos juntos (Virtuditas te prometo que no estoy echando tejos ni nada parecido es que a mi Italia me encanta). Un abrazo!

  5. Deberíamos organizar un viaje para algún fin de semana largo de este verano allí quizás incluso con el anciano empalagoso que conocimos el sábado en Ámsterdam. Alquilar un coche y recorrer la zona hospedándonos en casonas italianas en las que nos atiborran a buena comida y buen vino.

  6. DOS COSAS:
    1: Me encantaría que organizaramos ese viaje.
    2: Muero por ver la respuesta de ese hombre al que acabas de llamar de la mejor manera SULAQUIANA: ESE ANCIANO EMPALAGOSO. Un abrazo!

  7. Waiting, por mi como si echas cantos rodados, con suerte para el/la que los echa, acabará mojando el churrillo que es de lo que se trata, y no es por nada, pero por que te has dado por aludida?

  8. Virtuditas, hubo un comentario tuyo la semana pasada en el que insinuabas (o más bien afirmabas) que me estaban echando los tejos y por los comentaristas anteriores, se suponia que Waiting era una de las candidatas.

    Waiting, el abuelete no parece querer responder al guante lanzado en su dirección

  9. Sulaco:

    1. Gracias por la aclaratoria 😉

    2. Creo que la respuesta que te viene de su parte será casi MORTAL! Anoche hablé con él y le leí lo que escribiste. No le causó mucha gracia, aunque se entusiasmó con el viaje, a ver si le convencemos! 🙂