El día que visité Sigulda


El relato comenzó en Llegando a Riga

Mi tercer día en Letonia lo había reservado para ir a Sigulda, un poblacho a unos cincuenta y cinco kilómetros de la ciudad y en el que hay varios castillos. Si iba con el tren o con el autobús que te lleva hasta el villorrio, o salía tempranísimo o llegaba al medio día. Investigando descubrí que había una manera de ir en autobús que te dejaba en la carretera nacional y que desde allí hasta la estación se podía ir andando y tomaba menos de diez minutos, con lo que esa fue mi opción. El autobús salía a las nueve así que me levanté temprano, desayuné y estaba en la estación sobre las nueve menos veinte. Le enseñé a la señora que vendía los billetes el pantallazo del lugar al que quería ir y ella admiró mi dispositivo mágico y maravilloso y me dio mi billete, el cual me costó la friolera de dos leuros y setenta y cinco céntimos. Fui a la plataforma número doce y cinco minutos antes de la hora de salida llegó la guagua y se petó con toda la gente. Van llamando según el número de tu asiento, aunque como yo no soy versado en el idioma local entré de los últimos, lo cual tampoco importaba ya que mi asiento era delante. Salimos en hora y aquello se fue llenando más y más y más. El viaje era de unos setenta minutos y cuando llevábamos unos cuarenta en ruta, la guagua estaba que se caía de gente. A las diez y diez me dejó en el cruce con la carretera A2 en Sigulda y desde allí fui andando a la estación de tren, lugar en el que está la oficina de turismo. La chama que trabajaba allí me explicó las cosillas y me puse en ruta.

En la misma puerta de la estación está el Laimas pulkstenis, una especie de reloj-obelisco en la plaza curioso y que te da una idea de la idea de turismo que tienen por allí. En el poblacho hay en realidad un puñado de cosas para ver pero lo inflaron a base de crear un folleto en el que cualquier cosa es atracción turística, algo que no les hace falta ya que lo que hay para ver es muy bonito. Otra bobería marcada en el mapa fue el Veja zvans, una escultura con piezas metálicas que al moverlas el viento producen ruido o algún tipo esotérico de música. Me recordó a las polladas regadas por Lanzarote por el Manrique, que aprovechaba el viento para esas aberraciones que tanto le gustaban. El siguiente en la ruta fue el Piemineklis Krisjanis Barons, un monumento a un hombre que al parecer recopiló y publicó en varios volúmenes el compendio de la música típica letona y que por eso es famoso.

Viduslaiku pils

Viduslaiku pils, originally uploaded by sulaco_rm.

En realidad lo que yo quería ver es el Livonijas ordena Siguldas pils o el castillo de Sigulda, las ruinas de un castillo en la zona. El chamo que controla la entrada va vestido como un monje y delante del castillo está el nuevo palacio, una residencia muy bonita que no se podía visitar. Desde el castillo hay unas vistas espléndidas. El lugar es muy bucólico y tranquilo. Desde allí se podía ver el teleférico que te cruza al otro lado del río.

Camino del teleférico entré a ver la luteranu baznica, una iglesia luterana pequeña y coqueta, en un blanco que quema los ojos y construida en madera. Tienen un bonito órgano y da una idea de lo sobria que es esa gente.

Spieku park

Spieku park, originally uploaded by sulaco_rm.

Cerca de la iglesia está el Spieku parks o el parque de los bastones. Al parecer en este poblacho se hacen bastones que la gente de todo el país compra y los usan para caminar por las montañas. Nada del otro mundo para mí pero por lo que vi, todos los letones eran atraídos por los puestos que los vendían como moscas. El parque con los bastones daba un poco de grima, como se puede ver en la foto.

Para cruzar al otro lado del río fui en el teleférico, el único que hay en ese país. El viaje te vale cuatro leuros y dura unos cinco minutos. Tiene unas vistas muy bonitas del río y de la zona, las cuales igual hasta se pueden apreciar en el vídeo que hice. Al llegar al otro lado me acerqué con el resto de turistas (éramos unos diez en total en el viaje en teleférico) a Krimulda manor, una especie de residencia de descanso que vivió sus mejores años en la época en la que Stephen King escribió el Resplandor y que podría ser el escenario perfecto de una película de terror en la que un puñado de truscolanes nos persigue para endiñárnosla y los tenemos que matar capándolos y acabamos bañados en sangre y lefa de la mala. En la zona también están las ruinas de un castillo medieval, el krimuldas viduslaiku pilsdrupasl, rodeadas y cubiertas por el bosque, pero que visité igualmente. Después me lancé hacia la Serpentina cels, un pequeño y retorcido camino para caminantes y bicis que te lleva por el bosque. Son unos cuantos kilómetros andando por la naturaleza, con un montón de rutas alternativas que salen de la principal. Imagino que a primera hora de la mañana te puedes tropezar con ciervos correteando (ya que vi las mierdas por el suelo). Es todo muy agradable. Si no puedes ver el vídeo anterior, pulsa aquí

Gutmanala

Gutmanala, originally uploaded by sulaco_rm.

En cierto momento llegué a Gutmanala, la cueva de Gutmanis, un sitio que parece ser es sacrado para los letones desde hace milenios y que visitan para dejar sus mensajes escritos en las rocas. En la zona principal ya no permiten escribir para que la gente no borre los antiguos pero en otras de las llamadas cuevas había gente ocupada dejando su legado. En realidad las cuevas no son muy grandes. En la zona hay un aparcamiento enorme, puestos de venta y estaba bastante llena de letones, que acuden allí siempre que hay buen tiempo y aprovechan para caminar en los bosques.

Turaidas pils

Turaidas pils, originally uploaded by sulaco_rm.

A partir de ahí la carretera se empinaba ya que subía hacia el castillo de Turaida, el cual se engloba en la Turaidas muzejrezervats, una especie de parque enorme con esculturas, el castillo y edificios viejos que han salvado de otros lugares. Estuve más de dos horas en el parque, visitando el castillo, la vieja iglesia de madera que tienen en el lugar y todas las esculturas que hay por los jardines. Es un sitio inmenso y muy bonito. Cuando salí regresé a Sigulda en guagua y como tenía que esperar tres cuartos de hora por el tren, aproveché para comer algo en una cafetería frente a la estación.

La llegada del tren quedó inmortalizada en el vídeo anterior. Si no lo puedes ver, pulsa aquí. El tren era diesel, que siempre me dan la sensación de chucu-chucu, algo que no pasa con los eléctricos, que no se menean tanto. El tren tarda unos setenta minutos en recorrer los cincuenta y pico kilómetros y para un montón de veces, siendo algunas paradas simplemente una señal en el camino en medio del bosque y no hay andenes o nada parecido, la gente entra al tren o sale allí y sigue su camino.

Después de regresar a Riga cené y regresé al centro para ver los edificios que me faltaban y callejear apreciando la arquitectura de los edificios.

Aproveché para cruzar el puente de piedra e ir al otro lado y ver de cerca la mole horrenda de la Biblioteca nacional. Desde allí paseé junto al río y fui a un barrio que hay junto al mismo y en el que las casas son de madera. En esa zona hay un pequeño museo que recomendaban visitar pero estaba cerrado el domingo y el lunes de Pascua con lo que no pude verlo.

Puente Vansu y Riga al fondo

Puente Vansu y Riga al fondo, originally uploaded by sulaco_rm.

Desde la zona de las casas de madera había una curiosa y bonita vista de Riga en la que predominan los triángulos, algo que no sé por qué me llamó la atención al hacer la foto. Para regresar opté por cruzar por el puente Vansu, ese enorme que se puede ver en varias de las fotos (como la de los triángulos).

Puente Vansu

Puente Vansu, originally uploaded by sulaco_rm.

Por supuesto, hice una foto andando sobre el puente ya que todos sabemos como se las gasta cierto comentarista si lo hago esperar unos años para verlas.

Ya estaba anocheciendo, era casi las nueve de la noche y desde el medio del puente hice una bonita foto del río Daugava y la ciudad de Riga a ambos lados con los colores del atardecer. Y así acabó este día. Al regresar al hostal, me uní a la tertulia en el salón para comentar las cosas que había visto durante el día.

El relato acaba en Último día en Riga y regreso a Utrecht

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5 respuestas a “El día que visité Sigulda”

  1. Muy generoso por tu parte! He estado paseándome por Riga y aledaños con tus relatos tan detallados! Un gustazo ya que por razones independientes de mi voluntad no viajo tanto últimamente.

  2. Gracias a Genín tampoco el resto tenemos que esperar por las fotos, y los post son incluso mejores.
    Y por cierto, a lo mejor es impresión mía, pero esta ciudad, o no la estás vendiendo bien, o no me está llamando nada la atención.

  3. Virtuditas, yo no la vendo, cuento el relato, pero te puedo asegurar que me gustó muchísimo más que Barcelona, por ejemplo. Pequeña y agradable y la excursión a Sigulda fabulosa.

    Darliz, este fin de semana fui a Boloña, Ravena y Verona …