El esfuerzo casi final y el accidente


Esta semana es caótica e histérica. Saliendo de vacaciones el viernes, lo tengo que dejar todo muy bien atado, tanto en el trabajo como en el blog como en mis vacaciones, ya que en varias ocasiones estaré en lugares sin conexión a las Internetes y por eso, es fundamental que cada paso sucesivo ya esté arreglado. Con el despiste, me dejé atrás un hotel, el de la noche de transición entre el primer escenario y el segundo y anoche buscaba uno en Agoda, Buquin y todos los demás. Finalmente elegí el deseado y lo reservé y esta mañana lo tuve que cancelar porque según la reserva, pago al llegar al hotel y ellos me han mandado un mensaje que tengo que hacerles una transferencia bancaria para confirmarla y el costo de esa transferencia será superior a lo que pagaré por la habitación. Ya he solucionado el drama haciendo otra y hasta he conseguido reservar ondeline el taxi que me llevará al hotel, con lo que ese paso está seguro y ahora solo necesito la última noche de hotel, la cual no me preocupa porque tengo tiempo de organizarla.

Ayer se supone que iba por última vez a clases de italiano en este curso y después de cenar, en mi casa y antes de ir a clase, decidí trabajar un poco en el jardín con un arbusto que murió el año pasado cuando una plaga de insectos lo devoró y que quiero quitar para poner otra cosa allí, en la parte delantera de la casa. Lo corté y comencé a deshacerme de las raíces por los lados, hasta que lo único que lo sujetaba es alguna raíz que tiene por debajo y que no puedo cortar. Pillé la pala, cogí un pedrolo y me puse a hacer palanca, poco a poco, cada vez consiguiendo que se eleve algún milímetro más que la anterior. Estaba en eso, cuando el mango de la pala, que es de madera y bastante grueso, se partió y la mitad superior salió disparada hacia mi cara y por menos de dos centímetros no me dejó sin el ojo derecho, pero quedó una marca en la cara como si me hubiera ido de juerga con bronca épica. La piel la arrancó y está en un sitio tan delicado que no paraba de sangrar y echar pus, con lo que renuncié a ir a clases de italiano y me quedé en mi casa, apilando todo lo que es posible que me lleve en el dormitorio de invitados, cargando las baterías de las cámaras, recopilando memoria para la cámara submarina, que me llevaré doscientos veinticuatro gigas para poder hacer al menos siete horas de vídeos, instalando los programas de todas las aerolíneas que voy a usar, que son seis, deshaciéndome de las verduras que se estropearán durante mi ausencia y haciendo mil cosillas más, con lo que no paré casi hasta la medianoche. El viernes trabajaré desde mi casa y después del mediodía iré al aeropuerto. El Ancestral ya puede dormir tranquilo porque me han dado asiento de ventana, con lo que algún día, yo diría que más cerca de julio que de junio, cuando tras las historias lleguen los vídeos, podrá ver el dichoso vídeo.

Hoy, en mi último día en los Países Bajos, he optado por una última sesión doble con dos películas que no estarán en los cines cuando vuelva y procurar no hacer nada más, desconectarme completamente de todo y todos.


2 respuestas a “El esfuerzo casi final y el accidente”

  1. Hombre, pus no creo que echaras, eso sale después de un proceso mas o menos largo de infección, que ya se que lo sabes, pero te lo recuerdo, tengo muy en cuenta que tu cultura de Quesolandia va comiendo lentamente la afrocarpetovetónica.
    Buena noticia que tengas ventana, el esperar no me importa, pero los únicos videos de despegues y aterrizajes que veo son los tuyos, no los quiero adulterar con los de YouTube, sin personalidad, que no veo. 🙂
    Salud