El fin de semana de la reina – Koningineweekend


Esta semana está siendo de locos. Debo llevar encima ya más de trece litros de alcohol desde el lunes. Es un milagro que consiga algo de tiempo para poner alguna parida por estas tierras porque es que no paro y el futuro a corto plazo se avecina aún peor. El lunes tuve sesión con el Boss. Llegué a mi casa de madrugada y me tuve que pegar el madrugón para ir al Keukenhof, aunque eso ya lo he contado. El miércoles se vino por mi casa el Rubio. Tuvimos celebración regada con Champagne y cervezas. Ha superado los exámenes y oficialmente ya es CCNA. Como sucede siempre que bebemos, lo mejor es no conducir así que se hospedó en mi casa. Mis vecinos andan algo sorprendidos con el tráfico de gente que pasa la noche por aquí. Yo no doy abasto a lavar sábanas y toallas. En fin, todo sea por la amistad.

El jueves descansé y el viernes comenzaron las celebraciones del fin de semana de la Reina con la Koninginennacht, la noche de la reina. Hubo algunas dudas sobre el lugar de la celebración. Inicialmente el Turco iba a estar ausente ya que tenía que hacer un curso de un par de días en Toronto, pero se las apañó para que lo cancelaran y prometió unirse a nosotros. Al final optamos por Amsterdam y montamos el campamento en casa del Turco. Salimos y nos fuimos a Rembrandtplein lugar en el que ponen uno de los escenarios y que es más holandés que otras zonas de la ciudad. No había mucha gente de naranja pero sí que había actuaciones de celebridades holandesas, artistas de estos que se sacan la guita de gala y verbenas y que aquí son conocidos por todos e ignorados por nosotros. Como siempre nos plantamos delante del escenario para gritar más que nadie y saltar y aullar al ritmo de canciones holandesas. Todos los años es lo mismo. Cualquiera que nos ve pensará que somos autóctonos por la alegría con que lo celebramos. Para beber cerveza había que comprar un vaso de plástico que costaba un euro de fianza (si lo devolvías) y unas micro cervezas a dos euros, así que encontramos un lugar en el que unas negrillas muy simpáticas nos levantaban nueve euros por un pack de seis cervezas Heineken.

Este año por razones desconocidas cortaron la marcha a la una de la mañana. Nos fuimos siguiendo a la muchedumbre hacia Leidseplein pensando que por allí seguiría la juerga pero aquello también estaba muerto. Al final volvimos y nos metimos en un bar/disco/sala de fiesta y allí terminamos la noche, entre gritos, saltos, fotos y volatadas. Creo que nos fuimos a la cama sobre las cuatro y pico de la mañana.

El turco se pasó toda la noche recibiendo llamadas de su nueva novia. Están en una fase horrible. Cada hora se llaman para recordarse lo mucho que se quieren. Ya he dicho que es presentadora de un canal de noticias turco y está muy buena, una especie de Leticia otomana. La hijaputa trabajaba el sábado por la mañana desde las ocho y nada más levantarse comenzó con las llamaditas.

Volvimos a la vida cerca del medio día y a la una de la tarde ya estábamos en la calle para vivir el Koninginnendag, el día de la Reina. Ahora sí que estaban las calles llenas de gente vestida de naranja. Al primero que nos topamos era un gordo seboso que solo llevaba una camiseta blanca y nada debajo. Aclaro, iba desnudo. Con el frío que hacía por la calle. Las siguientes siete horas estuvimos rodeados de una multitud bulliciosa. Creo que salvo el Dam pasamos por todas las zonas interesantes. Lo del Dam me puede porque se pone tan lleno que puedes tardar media hora para cruzar una calle. Rembrandtplein estaba muy ameno con conciertos, DJs y mucha marcha. Desde allí fuimos hacia Leidseplein y como todos los años entramos en el Vondelpark, el parque de la ciudad y el lugar en el que está el mejor de los Vrijmarkt, los mercados libres. Volviendo a contar un poco la historia de todos los años, el día de la reina desde la medianoche se permite la venta callejera y la gente monta sus timbas en las calles para vender todo tipo de cosas. Los hay que venden ropa vieja, juguetes viejos, cosas que han cocinado y así hasta el infinito. Por ejemplo había unos que tenían dos vasos con diferentes orinas y vendían bebida exótica de sabor único por cincuenta euros. Espero que nadie se pegara el vaso. Volvimos a ver a los que se dejan pegar huevazos por la módica cantidad de un euro por huevo. El tío estaba hecho un Cristo. Tenía hasta heridas en el cuello. Tengo algunas fotos geniales de ese hombre.

Tras el Vondelpark nos plantamos en el Museumplein y aprovechamos para comer algo y escuchar alguno de los conciertos en el escenario principal. Estuvimos allí un rato largo y luego volvimos hacia Rembrandtplein por otro camino. La tradicional parada de barcos por los canales de Amsterdam aún no había comenzado o al menos no vimos nada. Durante este día lo que se hace es vagar de un sitio a otro viendo lo que hay. Este año el tiempo no acompañó. El año pasado estábamos en camiseta, un sol del carajo y aquello fue el despiporre, con carnaza por todos sitios. Por culpa del mal tiempo en esta ocasión no hemos podido ver la chicha. Estaba toda cubierta con abrigos de invierno. Tendremos que esperar 365 días para la próxima oportunidad.

Por la tarde las calles estaban hechas un asco y los borrachos salían hasta debajo de las piedras. La gente se pasa mucho y había momentos en que los canales eran auténticos viveros de Manneken Pis, con tíos meando sin que les importe nada y todo el mundo viéndolos. Después de una vuelta bastante amplia en la que por fin pudimos ver la cabalgata de barcos terminamos en un escenario de música tecno. Estaba justo al lado del cine Pathé de Munt, mi favorito de la ciudad. Llamaba la atención porque antes de ese escenario había otro de música Hip-hop. Sin exagerar debía haber unos mil negros, la mayor concentración que he visto en Holanda. Cien metros más adelante estaba el de Tecno y allí no había un solo negro, solo basura blanca. En ambas zonas la gente llevaba kilos y kilos de droga encima. Estaban pasadísimos y a cada diez metros te encontrabas con alguien vendiendo botellas de agua.

Este año el gobierno decidió que la juerga acabara a las nueve de la noche para permitir el retorno de todo el mundo a sus ciudades y para poder limpiar las ciudades. Al terminar volvimos a pasar por casa del Turco y tras un cafelito cogimos el tren y volvimos a Utrecht, lugar en el que Dani había dejado su coche.

Resumiendo, que nos lo hemos pasado muy bien, que he hecho casi cien fotos, que mi amigo el Turco se casa en Septiembre y vuelve a su país y que lo echaré de menos una jartada. Y que sí, pese a lo que se dice y se rumorea, el Turco es real, Dani es real e incluso sulaco es real.

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10 respuestas a “El fin de semana de la reina – Koningineweekend”

  1. Con tanto visitante masculino y tanta sabana lavada van a pensar algo raro tus vecinos… gigolo es la palabra? Na, mejor un simple puto que se entiende mejor 😛

  2. Sí y con las lesbianas dos casas más allá la gente debe creer que aquel barrio residencial se ha convertido en Sodoma y Mangorra. Por no hablar de la casa del chino, que es como una pensión de ojos rasgados.

  3. «Después de una vuelta bastante amplia en la que por fin pudimos ver la cabalgata de barcos terminamos en un escenario de música tecno.»

    Yo cambiaria este parrafo por «Despues de una cabezoneria femenina….» 😉

  4. Tampoco vamos a ensañarnos. Mira el lado positivo. Conseguí la foto de los tíos con sostenes y alguna otra que está muy bonita.

  5. Reparado. Gracias. Eres la primera que lo nota. Y la mierda del Word, Abiword y OpenOffice con tanto corrector gramatical y demás vainas y que nunca me avisan de estas cosas. Siempre se les escapa algo

  6. ¡¡¡Que envidia!!!
    Tremendo fiestón, espero ver algunas fotos por aquí que me lo recuerden, yo me lo pasé muy bien en Vondelpark en particular y en toda A’dam en general.
    saludos y a recuperarse

  7. Sulaco, gracias a tu comentario pude entender las imágenes «Sin Comentarios» de Euronews del lunes pasado. Me tenían loco, pensaba que los holandeses celebraban el carnaval bien tardío.
    Ya me he dado cuenta que tus vacaciones son para reparar fuerzas, de lo contrario no podrías aguantar el gran ritmo de vida laboral que llevas en el país Naranja.