El ladrón de palabras – The Words


Esta semana el tiempo es lo único que no me ha sobrado y como quería ir al cine tuve que elegir entre dos películas y la suerte decantó la balanza por un drama romántico que en el trailer parecía interesante y que además dejaba entrever que hasta se habían trabajado el guión y quizás hasta conseguía sorprenderme. Por desgracia no fue así y The Words se acabó convirtiendo en toda una decepción. En España se estrenó a finales de octubre con el rimbombante título de El ladrón de palabras con lo que es más que probable que no la tengáis que sufrir ya que no debe seguir en cartelera.

Un julay copión empala a una chama que está pa’ mojar pan y poco más

Un tipo que se supone que es escritor no parece que las tenga todas consigo y es un puto perdedor. En el viaje de luna de miel compra en París una cartera y dentro descubre el manuscrito de un libro buenísimo. Se lo apropia, lo publica y se convierte en un clásico instantáneo, más o menos como le pasó al jefe polaco de los presuntos tocadores de niños cuando la diñó allá por el 2005 y todos lo veían como lo más mejor del universo. Bueno, el tipo es famoso, es adorado pero alguien sabe que no ha escrito el libro y la angustia y la rabia por eso le pueden. Mientras tanto, sin leer el libro nos tenemos que mamar parte de la trama del mismo en flashbacks a un pasado muy lejano que nunca fue mejor.

Debería haber una ley que prohíba fumar petas a los guionistas. Debería estar además grabada en la frente de todos y cada uno de los susodichos para que no sucedan cosas como esta, una historia aburrida y sosa interpretada por gente competente que consigue quedar mal. Esto es un ejemplo claro de recursividad mal llevada. Tenemos una historia dentro de otra historia que a su vez está dentro de otra. Lo peor es que ninguna de ellas funciona. En la rutina que comienza el programa tenemos a Dennis Quaid , un actor que de siempre me ha gustado pero que aquí hace una mierda de papel y da una lástima que no veas. La primera vez que la rutina se llama a sí misma nos topamos con Bradley Cooper y resulta que el chamo es incapaz de hacer un papel que no sea cómico o al menos eso es lo que nos deja ver por aquí. Además, lo emparejan con Zoe Saldana que es una chocha que no veas y que las pone duras solo con agitar las pestañas y el tío como que es maricón o algo parecido porque procura no tocarla cuando hasta el señor Spock la soba toa siempre que puede y el mismísimo James T. Kirk le quiso poner la pierna con otros atributos encima para que no levantara cabeza. En fin, otro segmento vacío y en el que también tenemos a un Jeremy Irons patético a más no poder y que debía estar necesitado de guita cuando aceptó participar en este engendro. En el tercer nivel tenemos la historia de amor en la Francia de la Segunda Guerra Mundial que resulta aburrida y tonta y de la que ni siquiera me acuerdo de quienes eran los actores. En fin, que tenemos tres momentos distintos en la línea del tiempo y ninguno sirve de mucho.

Como ya no está en los cines no hay que preocuparse demasiado pero yo hasta procuraría evitarla si la dan por la tele. Le doy todos los puntos por los minutos de cámara que chupa Zoe Saldana ya que si la quitas a ella, no quedaría nada. Nunca jamás un miembro del clan de los Orcos debería ir a un cine a ver esto.

05/10

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