Después del pequeño e inocuo relato de ciencia ficción que escribí ayer titulado El exorcista ? La verdadera historia he tenido una pequeña sorpresa. Esta mañana, entro en mi ordenador con mi nueva dirección de correo de la nueva empresa en la que trabajo y que es la misma de siempre solo que le han cambiado el nombre otra vez y cuando abro mi navegador y me paso a mirar como anda el patio me tropiezo que los cachondos de Google a través de su adsense deben tener un turbio sentido del humor en Semana Santa o su sistema de análisis de palabras claves debería incorporar también un módulo para tratar de comprender lo que se dice o si no que me expliquen lo poco apropiado que puede ser el mensaje ese en el que te informan que el hijo del propietario del conglomerado empresarial que aloja la mayor cantidad de pederastas, asesinos, ladrones, mentirosos y mercenarios del mundo te ha puesto el ojo encima. Por supuesto que hice clic en el anuncio para ver si se ofrecía a chupármela o pedirme que sane el tremendo problema de himen que tiene la madre que la parió pero no hubo suerte. Eso sí, os sugiero que si tenéis ocasión y veis ese mensaje tan subliminal, crucéis el portal que separa vuestro mundo terrible y pecaminoso de ese otro mundo que parece sacado de un conjunto de Mandelbrot.

Más tarde se me ocurrió pensar lo que podría suceder hoy en día si el hijo del dueño de esa empresa se acerca a cualquier barrio con su barba de cochambroso y sus sandalias Moisés y busca un parque lleno de niños y les dice a las madres: dejad que los niños se acerquen a mí. No sé lo que pasará en el vuestro pero en el mío lo linchamos allí mismo y para cuando lo crucifiquen, por si acaso resucita lo quemamos desde el segundo día y al tercero alimentamos a los pollos y cerdos de las granjas más cercanas con sus restos. Se me ocurrieron cosas más crueles y absurdas que contar, pero me las reservo para el próximo escándalo, que a este ritmo será la semana que viene.

El domingo pasado tuve otro pensamiento de esos que me llevarán de cabeza al infierno si es que existe y no es una invención de un puñado de pederastas para meter miedo y así mojar más. Volvía de Amsterdam después de ir al cine y comer con mi amigo el Niño como ya conté en El vaso lleno y al cruzar la estación de Utrecht Centraal para ir al aparcamiento de bicicletas vi un cuervo de esos con sotana y alzacuellos y os juro por el mismísimo Dios de Carmen de Mairena que el pensamiento que cruzó mi cabeza en letras mayúsculas y enormes fue: PEDERASTA DE MIERDA. Ya no podré volver a mirar un cura en lo que me resta de vida sin tener la absoluta convicción de que si puede, le hinca el rabo en la boca o en el culo a cualquier chiquillo que caiga en sus manos. Tampoco puedo entrar en las iglesias sin preguntarme si les gustará más fornicar niños en el confesionario, sobre los bancos del fondo o en alguno de esos reservados que ponen en los lados y que creo que llaman capillas. Paseando por Galicia y Portugal se lo comentaba a mis amigos. Mi otro pensamiento era el saber cuántos han sido vejados por curas en todas esas iglesias que se levantan desde hace siglos, ya que no se trata de saber si ha habido niños víctimas de los abusos de esos depravados, sino CUÁNTOS han sido porque esta claro que en ese gremio mafioso, la honradez y la decencia brillan por su ausencia.

Y por desgracia llevo el estigma de haber sido bautizado y al parecer no hay forma alguna de repudiar a ese clan de gentuza y hacer que se olviden para siempre de ti. Hasta que esto suceda, seguiré en mi papel de oveja negra y no dejaré de lanzarles dardos envenenados, aunque sé que ni les preocupa porque al parecer, su jefe te ama y como te apartes un poco de la pared, te borra el cerolo antes de que te des cuenta.