El presente y sus consecuencias


La segunda semana de clases de holandés comenzó con un día muy frío y la manía que tiene la profesora de dejar la ventana abierta. Estoy por creer que tiene ardores vaginales porque no consigo explicar como le puede gustar estar en un sitio helado. Para solventar el problema miré a mi alrededor y opté por la solución más obvia, esa que todos estáis pensando: me senté al lado de la cabezuda coreana que con ese barreño que porta como testa me protegía del frío exterior. Como nos agrupan por pares ni siquiera tuve que hablar con ella, algo que definitivamente no estaba en mi lista de deseos para el día. Una vez solucionado el tema de la temperatura nos centramos en el asunto y se produjeron varias bajas y altas en la clase. Una de las rusas ha sido substituida por otra del mismo palo, el chino reapareció uno de los días y tenemos otra asiática, en este caso de las islas británicas que fueron devueltas el otro día a los amarillos. En total creo que ahora somos catorce.

Como profesional de estos cursos sé que lo más duro es hacer los deberes. Puedes perder horas tratando de resolver complejas ecuaciones que están pensadas para que deduzcas si en una frase hay que poner esta preposición o aquella o te inventes un párrafo explicando lo que haces en un sábado cualquiera en que tu amiga la Jenny te acompaña a ir de compras al supermercado y solamente vas de compras a ese sitio porque tu vocabulario cubre únicamente los productos que puedes encontrar allí. Cualquier holandés que vea los ejercicios pensará que son muy fáciles pero para nosotros parecen montañas difíciles de escalar. Por suerte los tengo todos hechos del curso anterior y a la menor duda uso el comodín y la resuelvo elegante y limpiamente. Seguro que por culpa de esto no aprenderé pero no me importa.

A la hora del té, sobre las diez y media, nos juntamos todos en la cafetería del lugar en una mesa enorme a hablar en holandés aunque el inglés y el español se escapan en ocasiones ya que las frases con palabras sueltas no tienen demasiada sustancia y uno tiende a perder el interés con rapidez. El primer día todos tomamos café pero pagar un euro por un vaso de agua chirria es excesivo y nos hemos pasado al té, que es igual de malo pero solo cuesta medio euro y con la pasta que nos ahorramos podemos ir de putas al menos una vez cada dos o tres años y eso quieras que no se agradece.

Por lo demás aprendimos un montón de cosas y el segundo día de clase conseguimos bloquear la ventana para que nuestra profe no la pueda abrir y así no tuve que sentarme al lado del Muro ese que me deprime. Me puse con una de las rusas, una chica modosita y delicada que se vino a Holanda porque el amor de su vida estaba aquí aunque ella no lo sabía y se conocieron dos días antes del bodorrio gracias a que ella se vendía en un catálogo de una agencia de contactos para informáticos europeos que quieren esposa a la carta y las prefieren de países con género que pueda pasar como del primer mundo. Para que luego digan que el amor verdadero está en vías de desaparición.

Para esta tercera semana tenemos el primero de los exámenes y un montón de deberes que me han mantenido ocupado durante horas el pasado domingo, un tiempo que preferiría ocupar en otras cosas. Si consigo hablar la puñetera lengua, será bien empleado. Mis amigos han comenzado a usar la lengua de van Gogh conmigo, para mayor regocijo suyo y yo ando perdido entre traducciones, que eso de hablar solo en tiempo presente quieras que no limita mucho y espero con ansia el descubrir los tiempos pasados, que siempre se dijo que fueron mejores …


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