El rincón del parque


Quien le iba a decir unas horas antes que el día iba a terminar de esa forma. Estaba sentada frente a la tele, desnuda, abrazando sus pies para darse algo de calor. Sus labios vibraban ligeramente como consecuencia del frío. Se movían al ritmo que imprimían sus dientes, que claqueaban suavemente. En la tele no daban nada interesante, solo esos programas de tele tienda en los que se venden objetos inútiles y absurdamente maravillosos. El tipo que aparecía ahora en pantalla había cocinado en los últimos quince minutos más cosas que ella en los últimos dos años. De sus manos salía una comida tras otra, casi sin esfuerzo y todas luciendo fantásticas. Por supuesto es todo falso pero aún así te dan ganas de llamar al número de teléfono que aparece en la parte inferior y encargar uno de esos cacharros.

Estaba a oscuras, solamente iluminada por los reflejos de la tele. Ver tanta comida le había abierto el apetito pero no le apetecía andar hasta la cocina descalza y ni siquiera sabía si allí podría encontrar algo de comer. Apretó aún más fuerte sus piernas tratando de arrebujarse. A pesar del frío se sentía muy bien consigo misma.

… unas horas antes …

Habían quedado en el parque junto al colegio pasado el mediodía. Siempre se veían en aquel lugar y rápidamente se perdían en el vacío del recinto, a esas horas únicamente visitado por jubilados y madres con niños pequeños. Allí se sentían a salvo de miradas indiscretas. ?l se estaba retrasando pero por supuesto no lo podía llamar. La discreción de sus encuentros lo impedía. Algún día se terminaría sabiendo y ella prefería que ese momento no llegara nunca o al menos que no sucediera antes de acabar la relación. Todas las cosas tienen un principio y un final y es bueno saberlo de antemano. El disgusto no te lo puede quitar nadie pero al menos estás más preparado para continuar hacia delante, seguir tu camino. En la puerta del colegio algunas madres hacían guardia, sin saberse muy bien por qué. Su instinto las ataba al lugar en el que aprendían sus vástagos y las obligaba a permanecer alerta hasta que salían. Eran siempre las mismas y se pasaban las horas hablando entre ellas, sin otra cosa que hacer. A su manera le daban pena ya que los chiquillos seguirían creciendo y tarde o temprano se desharían de sus madres. El tiempo no perdona a nadie. Seguía sin llegar. Ya no podrían estar juntos más de un cuarto de hora. Comenzó a ponerse nerviosa. No era la primera vez que sucedía pero le molestaba porque alteraba su cuidada planificación. Unos pájaros se cortejaban en un árbol cerca de la entrada del parque y por unos instantes los estuvo mirando. Saltaban de rama en rama de una manera que solo se puede definir como indiferente. No prestaban atención a la magia del vuelo, esa capacidad que a nosotros nos está vedada. Volvió a mirar la hora, la enésima vez desde que estaba allí esperando y cuando alzó la vista lo vio venir.

Como siempre que se encontraban, un impulso eléctrico recorrió su cuerpo, algo mágico que la llenaba de energía y le quitaba todo el cansancio de encima. Puso la más radiante de sus sonrisas y esperó a que la alcanzara. Sin decir palabra entraron en el parque y solo cuando se convencieron que nadie los podía ver desde la calle se abrazaron y se desató la pasión. ?l le besaba el cuello y la agarraba por el trasero aplastándola contra su cuerpo. Se dejaba hacer y le susurraba boberías al oído. Eran más o menos de la misma altura y eso lo hacía más fácil. No le gustaban los hombres más altos porque se sentía mal teniendo que mirarlos desde abajo. Era una tontería pero de alguna forma sentía que cuando eran de la misma altura la relación era más igualada. Se metieron en un rincón que habían frecuentado muchas veces y aprovecharon los pocos minutos que tenían juntos toqueteándose y jugando como dos jóvenes enamorados. En algún momento pasó un grupo de ancianos y escucharon los comentarios que hicieron, producto de la envidia por no poder ser ellos los que estaban allí.

Cuando uno se lo está pasando bien el tiempo vuela y así sucedió ese día. Tenían que volver y ambos lo sabían. Se separaron a regañadientes y salieron del parque después de comprobar que no se notaba nada. Aunque iban a la misma oficina cada uno echó por un camino distinto. Seguramente se volverían a encontrar en la puerta del edificio y entablarían una conversación casual, solos o en compañía de otros. Ella escogió el camino más largo. Le gustaba porque pasaba por una calle llena de casas antiguas de grandes porches llenos de flores y adorables señoras que se sentaban en ellos a hacer punto, leer o escuchar la radio. Esperaba llegar algún día a ser como ellas y disfrutar de esos pequeños placeres sin tener ninguna otra preocupación. No había ido mal del todo pero comenzaba asentirse insatisfecha. Estas pequeñas ráfagas de pasión en el parque ya no la colmaban, quería algo más, un lugar donde encontrarse, un poco más de tiempo, cierta tranquilidad y comenzó a maquinar la forma de conseguirlo porque sabía que si tenía que esperar a que él tomara la iniciativa esta nunca llegaría. Algunos hombres casados parecen ser incapaces de tomar una decisión y se dejan llevar sin oponer resistencia.

Como esperaba se encontraron en la puerta del trabajo y entraron juntos, hablando animadamente sobre asuntos de la oficina. nadie sospechaba nada, nadie podría imaginar que entre ellos había algo, o eso esperaban, pero en un rincón de la recepción, una mujer los escrutaba con ojos casi cerrados por la rabia y con una lágrima deslizándose por su cara.

Se perdieron en el ascensor y cuando la puerta se hubo cerrado y volvían al despacho, la mujer se puso en movimiento y salió de la oficina con paso cansino, llorando calladamente detrás de sus gafas de sol.

Esta historia continúa en tiempo de venganza


8 respuestas a “El rincón del parque”

  1. Espera y verás, nada es lo que parece. Esto igual se alarga en el tiempo bastante, o quizás no. Dependerá de como siga la historia.

  2. Joer macho, espero que no te haya entrado la fiebre de las telenovelas españolas (que son peores que las suramericanas).
    De todas las formas, se trata de una historia, digo yo que no será real. (ja, ja, ja)
    Insisto con lo que te decía hayá por el 2000, tienes que agrupar todas las historias y refundirlas en un libro. Tienes todas las herramientas que necesitarías.

  3. Me aburro escribiendo lo mismo y busco nuevas líneas argumentales. Nadie se creerá el título original de eso, que si hay suerte saldrá otro día de esta semana y que está más en la línea habitual de esta página. Sobre lo de reunirlas en un libro es una idea que siempre está ahí, pero hace falta tiempo, ganas y después un editor y ahora mismo no se da ninguna de esas tres condiciones. Y no me veo pegándome semanas arreglándolo y preparándolo todo para que después me digan que no les interesa (lo cual puedo comprender).

  4. ATENCION: estamos ante el mayor ataque de Spam en los comentarios de los últimos seis meses. He subido el invel de defensa del sistema así que no se extrañen si al comentar el WordPress trata de asegurarse que son buena gente y no hijosdeputa enviando spam. En menos de 24 horas han entrado más de ciento cincuenta comentarios que han sido rechazados ….

  5. Plus, si tienes GMail tiene un filtro muy bueno. Yahoo también detecta bastante. Si es el correo del trabajo, llora a los de IT para que hagan algo porque ellos son los que pueden hacerlo. Si es tu correo personal, pásate al Thunderbird o a algún otro programa con el que puedas combatir el spam.
    Casi 40 spams más desde las 5 de la tarde hasta medianoche.