El salto inesperado a Estambul


El viernes tenía mi vida tan felizmente planeada pasando por casa del Rubio para celebrar el cumpleaños de la Unidad Pequeña número 3 y el resto del fin de semana, cine y jardín. Todo se chafó por la mañana cuando en mi buzón de correo apareció un susodicho que ignoré. Unas horas más tarde, cuando casi estaba por salir para casa del Rubio, sonó mi teléfono. Lo que viene a continuación es el desglose distorsionado de lo que sucedió:

¡Qué tú dices! – Me saluda mi amigo el Turco
¡Qué tú sabes! – Le respondo creando la conexión adecuada, ya que a la hora de comunicar, el protocolo es lo más importante.
¡Vente!
¡NO! – le respondo sabiendo a qué se refiere
¡No me seas truscolán! ¡Vente! ¡Quiero ir a ver 300: El origen de un imperio – 300: Rise of an Empire y Need for Speed y mi hembra no va al cine conmigo a esas ni harta de whisky de garrafón
¡De qué NO! – le dije atajando
¡Venga, amiguito que algún Dios te bendiga! – comenzó con el chantaje parasicológico
¡Que NO! – dije perdiendo la convicción y sabiendo que la batalla ya estaba perdida
¡Qué tú sabes que hay oferta de transavia! ¡75 leuros ida y vuelta! ¡Hay plazas! Lo acabo de mirar. Mañana por la mañana aquí y de vuelta el domingo por la noche – me dijo
¡Cabrón – le respondí
Yo también te quiero una jartá – fue su respuesta

Y así, sin más, acabé comprando un billete para volar el sábado al alba a Estambul y regresar el domingo por la noche. Después de salir de casa del Rubio, cerca de las once y media de la noche, fui a mi casa, templado a cerveza, cogí la mochila, seguí mi fabulosa lista de viaje, sin la cual me olvidaría de casi todo y me acosté. A las tres y pico de la mañana en pié de nuevo, a las cuatro en el tren nocturno al aeropuerto, a las cinco en el mismo y una hora y pico más tarde en el aire. El Turco me recogió en el aeropuerto con el Porsche, que mi culo se ha vuelto muy sensible a los coches de los pobres y desde allí nos fuimos a Burc Beach, lugar que jamás en la vida y ni en este ni en universos paralelos visitan los turistas ocasionales a Estambul ya que no hay transporte público y está a unos treinta y cinco kilómetros, en el mar Negro. Además, la susodicha playa es medio privada, al menos la entrada, ya que los terrenos pertenecen a la Universidad de Bogazici (en la que estudió el Turco) y solo sus estudiantes, los actuales y los que siguen pagando la cuota para mantener el carné de la misma, pueden entrar por la jeta. El resto, han de pagar unos diez leuros por gitano o pallo y setenta y cinco si eres truscolán ya que se da por hecho que te vas a dedicar a robar las carteras de los trabajadores honrados que van allí. El día era de leyenda, con unos veinte grados. La playa …. la playa no es exactamente lo que uno espera encontrarse en el Mar Negro (hacer clic para ver en grande):

Burc Beach

Burc Beach, originally uploaded by sulaco_rm.

Éramos literalmente cuatro gatos en la playa y la hija del Turco se lo pasó en grande corriendo y recogiendo conchas en la orilla. Cuando nos cansamos, regresamos al mundo civilizado y vi su nueva casa, la tercera que tiene desde que volvió a vivir a Estambul y ha regresado al lado Europeo de la ciudad, aunque ahora está más cerca del segundo puente y no tiene las vistas apabullantes que tenía antes. Tienen un duplex en los dos pisos superiores de un edificio que está en un complejo que contiene unos treinta edificios más y que tiene hasta su propio cine. Las vistas desde la casa no son lo mismo ni son iguales a las de las otras pero aún así, tienen su encanto:

Estambul desde la casa del Turco

Estambul desde la casa del Turco, originally uploaded by sulaco_rm.

Ese día fuimos al cine privado del complejo y vimos la terrible 300: El origen de un imperio – 300: Rise of an Empire, la cual no le gustó, algo que ya le había dicho yo. Por la mañana comenzamos con un desayundo de campeones en un restaurante que también hay en el complejo:

Desayuno de domingo en Estambul

Desayuno de domingo en Estambul, originally uploaded by sulaco_rm.

Y después fuimos al Museo de Arqueología de Estambul a saludar y presentar nuestros respetos a Alejandro Magno, ya que allí tienen su mausoleo y después almorzamos en la cafetería del Museo de Arte Moderno, la cual es pija que no veas, lo que mantiene a los turistas alejados porque los precios son de capital japonesa. Allí lo que se paga es el poder comer junto al Bósforo, con una vista increíble:

Por la tarde fuimos al cine y después de la película y de una cena ligera me llevó al aeropuerto y pasé el trámite habitual, control de bultos a la puerta del aeopuerto, tarjeta de embarque, control de pasaporte, control de seguridad y tras todo esto estaba en la zona técnicamente segura, me acerqué a la puerta de mi vuelo y al poco embarcamos. A la medianoche llegaba a Amsterdam, fui en el último tren a Utrecht y desde la estación en bici a mi casa. Acabé muerto y tanto ayer como hoy estoy intentando dormitar en la oficina. También es cierto que nunca antes en la historia de la humanidad (excluyendo truscoluña, obviamente) habían puesto billetes a setenta y cinco leuros de ida y vuelta entre ambos destinos y puesto que la oportunidad se presentó, habría sido estúpido dejarla pasar.

En fin, que el capullo del Turco me ha obligado a ir al cine en Estambul este fin de semana y lo veré de nuevo la semana que viene cuando pase por mi casa a hacer noche uno de los días, con lo que otra vez nos pasaremos con el alcohol y al día siguiente estaremos todos de resaca, y digo todos porque vamos a salir a cenar el Rubio, el Turco y el Elegido.

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8 respuestas a “El salto inesperado a Estambul”

  1. Hace años los Porche tenían asientos muy duros, si el viaje era largo te dolía el culo que no veas´sobre todo la parte que antes era rabo, ahora no se si son mas blandos, hace añales que no monto en un Porche.
    Salud

  2. Ahora son fastuosos del copón. Tiene hasta un sitio especial y entrañable para poner el iPhone, ese dispositivo mágico y maravilloso. Está hecho a su tamaño, con lo que las zafiedades esas con Androitotorota y del tamaño de raquetas no entran, aunque claro, uno no se compra un Porsche y después tiene un teléfono de zarrapastroso.

    Entre sus planes están el vender el que tiene actualmente (Cayenne) y comprarse un Carrera, más propio de dos chuloplaya como nosotros

  3. Qué bien, me encantan los viajitos improvisados y qué suerte de precio de billete, porque yo he estado mirando porque tenemos ganas de ir a Estambul y los aviones están carísimos.

  4. Con familia es mejor el cayenne, porque en el carrera meter a la chiquilla y sus trastos es casi imposible, y sin el casi.

    Si ya esta mayor y sólo necesita sillita y ella se amarra sola, igual, si no sigue necesitando un familiar.

  5. Luis, también tiene el coche de la empresa, que es en plan limusina, enorme y en el que puede llevar la niña si es necesario y su mujer tiene coche de empresa también grande, con lo que el Porsche será para fardar y chulear. La chiquilla ya tiene 4 tacos, con lo que si la evaluamos en el sistema de los presuntos tocadores de menores de nuestra santa iglesia, casi que es vieja.

  6. La playa preciosa y lo del viaje una envidia que me das que no te imaginas. Llevo ni se sabe el tiempo buscando un viaje que no esté mal, pero los precios andan elevados.

  7. ¡Vaya tute te has metido!… Hago yo eso…y estoy desaparecida de la civilización todo el mes siguiente.