El teleférico, la bruma y el chorro que no llega en Ginebra


El relato comenzó en Saltando a Ginebra

Mi segundo y último día en Ginebra se supone que iba a ser soleado pero desde la mañana el cielo estaba de petado a petadísimo de nubes. Yo quería ver la ciudad desde arriba y para eso había planeado una visita al Téléphérique du Salève, actividad que requería tomar la guagua de la línea 8 hasta el final, al menos en una de sus dos variantes, ya que después me enteré que hay dos versiones y solo una de ellas te deja cerca de la taquilla del teleférico, aunque vamos, la otra seguramente te obliga a caminar tres o cuatro cientos metros, que tampoco es tanto. En el hotel dejé la mochila y salí a una calle desierta y me acerqué a la zona de la estación de tren para tomar la guagua. El viaje dura una media hora y básicamente el lugar está en los arrabales de la ciudad. Al salir de la guagua, seguí a los que parecían más espabilados y conocían el lugar y en seguida llegamos a las taquillas. Al cruzar la calle, salimos de Suiza, entramos en Francia y volvimos al leuro y a los precios normales. Compré mi billete de ida y vuelta en el teleférico y esperé para subir. Había un montón de gente con bicicletas, los supuestos deportistas de la cuesta abajo, que se jactan de lo dinámicos que son pero no tienen huevos para subir en bici y se limitan a bajar.

Subiendo en el Téléphérique du Salève

La división de vídeos estremecedores y espeluznantes de la mejor bitácora sin premios en castellano nunca deja de sorprendernos y en el vídeo anterior (que está aquí) podemos ver como comenzamos a subir y toda Ginebra. Para aquellos con una vista de lince, entre los dos cables mirando hacia la ciudad se puede ver el lago y el chorro de agua subiendo a ciento y pico metros. Me emocioné hasta las lágrimas pensando que más tarde lo podría ver y hacerle fotos. Al llegar arriba, las nubes lo cubrían todo, había bruma y ni veíamos la ciudad de Ginebra, ni veíamos el Mont Blanc, que es la montaña esa en la que crecen bolígrafos y plumas y por no ver, casi que no veías por donde caminabas.

Me hice una caminata por la montaña sin ver mucho y en un punto determinado de la ruta (que está muy bien señalizada) pasé junto a un edificio que al parecer es un monasterio budista o algo así. Por supuesto, voto de caridad que te pego y una keli del copón. Es lo que tienen las religiones, que todas son ejercicios de mangoneo de cuatro espabilados. En mi ruta me puse hasta el moño de barro porque con la nube pisoteando la montaña, allí la humedad era del cien mil por ciento. Cuando me aburrí de ver gris y más gris regresé al extremo superior del teleférico y bajé. Regresé a la parada de la guagua suiza y tras esperar veinte minutos en la guagua, salimos de vuelta a la ciudad. Mientras bajaba en el teleférico vi que el chorro seguía chingando así que según llegué al centro, corrí como las muñecas de famosa cuando van todas juntas a mamar hacia el sitio y cuando estaba en el parque inglés veo que lo han vuelto a apagar, o quizás los truscolanes han vuelto a robar el cobre. Qué dramote. No pienso volver a la ciudad seguramente en toda mi vida y cuando estoy allí, no pillo el dichoso chorro soltando agua hacia el cielo. Fui hasta una parada de barquilla que hay por allí y que te permite cruzar al otro lado en un barco que forma parte del sistema de transporte público y que por tanto estaba incluído en mi tarjeta y al llegar al otro lado, paseé por la avenida.

Uno que llega nadando y Ginebra desde el lago

Desde ese lado, volví a hacer un vídeo (que está aquí) en el que se puede ver la ciudad pero mucho más importante es lo que sucede al comienzo y al final del vídeo, documento terrorífico y que puede afectar a la cordura. Un refugiado de tierras bárbaras y hostiles nada por el lago intentando llegar a Alemania. Todos nos preguntamos como coño subió desde el mar, que el colega no tenía pinta de salmón pero ahí está el documento con esa prueba irrefutable.

Monumento a Brunswick

Monumento a Brunswick, originally uploaded by sulaco_rm.

Por esa zona también está el Monumento a Brunswick, una bonita y recargada estructura funeraria en la que aunque no se nota, en la parte media está el lugar en el que debe estar el ataúd del colega, que se pensó que iba a conseguir el descanso eterno y acabó junto a una calle con un montón de tráfico y hoteles de precio abusivo a su lado. Fui a ver el Batiment des Forces Motrices, que es un edificio. Le hice algunas fotos a la Tour De l’Ile, que está empotrada en un edificio horripilante y desde allí se me ocurrió y a ver la iglesia rusa. Tranvía, camino, llego al lugar y están restaurándola, totalmente andamionada y no se puede ver ná de ná. Regreso a la zona del lago, vuelvo a coger el barco que te lleva al otro lado y como ya iba siendo hora de ir al aeropuerto fui paseando al hotel, recogí mi mochila, fui a la estación y pillé el siguiente tren al aeropuerto. Allí descubrí que el aeropuerto de Zurich es cutre que no veas y jamás conseguirá los premios que tiene Schiphol. En este aeropuerto parece que se les olvidó poner sillas para los pasajeros y han creado el pasillo de tiendas más agobiante y despreciable del mundo. Desde el lugar en el que pasas el control de seguridad tienes que recorrer un pasillo único de tiendas de más de cien metros de largo y una vez sales a la terminal, tienes que regresar. Patético. Llené mi botella de agua en un baño para ahorrarme los seis leuros que te cobran, me senté a ver vídeos y cuando anunciaron la puerta de mi avión, fui a la misma. El embarque se produjo en hora y la salida también. Llegamos a Holanda cinco minutos antes de la hora prevista y desde el aeropuerto pillé el tren a Utrecht y el último tramo lo hice en bici.

Ginebra no está entre los lugares que pienso repetir. No tiene nada especial, es horrendamente cara y en todo momento tuve la sensación de que es un lugar decadente. En fin, que Zurich a caído un montón de puntos en mi lista de sitios que quiero ir a ver.

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2 respuestas a “El teleférico, la bruma y el chorro que no llega en Ginebra”

  1. Nunca me llamó la atención visitarla, y después de lo que has escrito, mucho menos, está claro que antes veremos una Truscoluña libre e independiente que a mi visitar Ginebra… 🙂
    Salud

  2. Yo fui una vez hace muchísimos años y no tengo ningún recuerdo. Si tú dices que no vale la pena, con eso me sirve.