El terrible viaje a Edimburgo y la primera mañana de turismo


Por lo general procuro no dejar pasar mucho tiempo entre cada escapada y el relato que la acompaña. La razón es que la voluntad para escribirla es inversamente proporcional al tiempo transcurrido y conforme pasan los días, las ganas decrecen. Llevo desde la semana pasada sentándome a escribir y desechando la idea para dejar por aquí los sucedidos en mi fin de semana en Edimburgo, ciudad a la que fui el fin de semana antes de Navidad. Elegí este lugar porque ya no me quedan muchas opciones disponibles y entre los que no me interesaban, era el más interesante. Desde Amsterdam hay varios vuelos al día con Easyjet y los billetes son baratos y por poco más de cincuenta leuros tenía un billete de ida y vuelta y además salía de noche y no tenía que usar horas preciosas de mi cuenta de vacaciones. La incertidumbre con estas vacaciones fue tal que me vine a decidir para realmente ir cinco días antes y entonces fue cuando reservé la habitación en un hotel. Hasta ese momento había barajado el dejarlo pasar y perder el dinero del billete.

El viernes comencé mi rutina viajera habitual con la mochila y sus cosillas y he descubierto que se me olvidó el adaptador para los enchufes británicos porque no forma parte de mi lista de cosas que tengo que coger, así que lo añadiré ya que en las dos escapadas al Reino Unido del 2015 y en el viaje de trabajo, en todas esas ocasiones me dejé en casa mi flamante adaptador.

Fui a trabajar como siempre y al salir de la oficina me fui al cine a ver una película y sobre las siete de la tarde seguí mi ruta hacia el aeropuerto. No iba con agobios ya que el vuelo era sobre las nueve y algo de la noche. Ya había comprado mi billete por Internet para la guagua desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad y con eso y un bizcocho (o dos magdalenas) estaba listo. Antes de llegar a Schiphol ya sabía que algo iba mal con el viaje. Mi sistema de control de aviones habitual ya me informaba que el avión tenía una hora de retraso. La hora la incrementaron a dos y finalmente salimos casi tres horas después de la prevista. Cuando llegó el avión nos dijeron que el problema fue por llegada con retraso del vuelo previo, que es como no contarte nada pero a través de otros sitios yo había leído que tuvieron problemas con el descongelado del avión en algún país Nórdico. En fin, despegamos, el piloto iba escopeteado e hicimos el trayecto en un poco menos de una hora. El aterrizaje fue de montaña rusa, con un viento terrible y el avión bamboleándose como la compresa de una coja. La gente no gritaba pero más de uno tenía los cataplines del tamaño de manices. Salí con las pilas alcalinas y corrí como un desquiciado al control de pasaporte y después hacia la zona de la parada de guaguas. Llegué a la misma a las doce y dieciocho minutos y dos minutos más tarde salía la última del día, aunque creo que una hora más tarde hay una línea nocturna. En veinte minutos me llevó al centro y flipé porque Edimburgo tiene un montón de vidilla nocturna. La ciudad estaba llena de gente moviéndose entre bares y aquello parecía más bien hora punta pese a que era la una de la mañana. Desde donde me dejó la guagua al hotel habían unos setecientos metros así que fui en un pis-pás. En la recepción, una pareja quería una habitación para follar. La chama era estudiante aventajada de la escuela de Verdulería de la Esteban, increíble lo chichona que parecía sin esfuerzo alguno. El tío solo quería mojar y además estaba borracho así que la dejaba a ella tratar al hindú de la recepción como la mierda. Cuando se fueron a coger a su habitación, me dio mi llave y me retiré a mi cuarto en el Cairn Hotel. La habitación se veía reformada hace poco y entre las cosas más interesantes es que tenías una cesta con algunas chucherías para comer.

Por la mañana salí por patas tempranito porque no quería hacer un Virtuditas y además todos sabemos que la luz en diciembre es algo escaso en el norte de Europa. El hotel estaba a los pies de Calton Hill así que comencé por allí.

Nelson Monument y National Monument en Calton Hill

Esta colina es patrimonio de la Humanidad según la UNESCO y tiene unas vistas fabulosas de Edimburgo además de varios monumentos como el de Nelson y el National Monument que aparecen en la foto anterior.

Edimburgo desde Calton Hill

Por supuesto vamos a tener una buena ración de vídeos como el anterior (y que está aquí). Está hecho del lado de la colina por el que subí. Allá a lo lejos, en el más Pá’llá está el mar.

St Andrew's House desde Calton Hill y el castillo al fondo

Se ha dicho en multitud de ocasiones que esta es la mejor bitácora sin premios en castellano y son anotaciones como esta la que lo demuestran. Seguimos empachándonos de imágenes épicas y aquí tenemos St Andrew’s House, el parlamento escocés, a los pies de la colina y por detrás el centro de la ciudad con el castillo al fondo.

Calton Hill

Algo que los más espabilados ya han notado es que la fecha en los vídeos está mal. Al parecer, mi clónico de cámara deportiva cuando se le acaba la batería, lo cual sucede con frecuencia, deja de contar el tiempo y al recargarla regresa al punto en el que se quedó y por eso los vídeos (como el anterior) muestran una fecha y una hora incorrecta. En el vídeo podemos ver parte de los monumentos y el precioso (y bajo) sol que teníamos en ese momento temprano de la mañana.

Desde allí bajé a Princess St. y me metí en el meollo de la ciudad. Lo primero fue una parada técnica para desayunar. En la zona había una especie de mercado navideño con una feria. Crucé por el North Bridge y enfilé la Royal Mile en dirección al Castillo de Edimburgo. La primera parada fue para ver la desangelada catedral, aunque primero pasé bajo un conjunto de estructuras horrendas y horrorosas que al parecer sirven para una especie de espectáculo luminoso de noche y que casualmente, también veremos en vídeo porque os lo merecéis. St Giles’ Cathedral es parca en decoración y pequeña y si no fuera porque está en esa calle, no merecería ni un vistazo.

Edificio en The Royal Mile

Seguí en dirección al castillo y me tropecé con el edificio de la foto anterior, el cual no es iglesia y no tengo ni idea del nombre pero que parecía más interesante que la casa de uno de los dioses del planeta.

A la entrada del Castillo de Edimburgo

En el vídeo anterior estamos en la explanada enfrente a la entrada del castillo, el cual se eleva sobre la ciudad. Esto lo hice antes de llegar a la cola para comprar las entradas, cola que me tomó como media hora. Tras conseguir mi acceso, entré a explorar el Castillo de Edimburgo, una fortaleza que se puede ver desde prácticamente todos lados en la ciudad y que está construida sobre Castle Rock, que aunque unos prefieren traducir al español como la Roca del Castillo, somos muchos los que preferimos la traducción truscoluña no es nación que es más perfecta. En este lugar han habido fortalezas desde el siglo II (palito-palito) y fue residencia real hasta el siglo XVI (equis-uve-palito). En mil cien años el castillo ha sido sitiado y atacado en veintiseis ocasiones y gracias a eso se considera uno de los lugares más atacados del universo conocido.

Castillo de Edimburgo y ciudad

Desde el castillo hay unas vistas fabulosas de la ciudad y si no has podido ver el vídeo anterior, prueba aquí. En este estremecedor documento también aparece Mons Meg, un cañon enorme de la época medieval y aquellos con vista de lince hasta podrán ver allá a lo lejo Calton Hill. La visita al castillo me tomó algo más de dos horas ya que hay mucho que ver y seguiré el relato en el próximo episodio ya que esto se está alargando demasiado y se me han agotado las pilas de naftalina que uso.

El relato continúa en Más del castillo y una visita a la capilla de Rosslyn

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3 respuestas a “El terrible viaje a Edimburgo y la primera mañana de turismo”

  1. Sorprendentemente buen tiempo para Escocia, no?. Esta es una ciudad que estoy deseando conocer pero los vuelos a ella siempre son carísimos, además que me tengo que ir a Málaga porque en Sevilla no hay.

  2. Mi hija habla maravillas de Escocia, en cuanto pueden van, yo no he estado nunca pero siempre me han caído bien los escoceses, conocí unos cuantos en Canadá y eran tipos nice.. 🙂
    Salud

  3. darliz, por la noche comenzó a llover y el día siguiente fue un meneo de chubascos y claros. No me quejo, un día sin lluvia es más de lo que han pillado muchos.