En aquellos tiempos pasados y ahora también …


Llevo unos cuantos días dándole vueltas en mi cabeza a un par de chorradas, reflexiones de esas baratas y de todo a 10 céntimos de euro que lo mejor que podemos hacer es sacarnos antes de que nos vuelvan locos, así que si alguno pensaba que lo de hoy iba a ser interesante y tal y tal y tal, mejor os paráis aquí y os ahorráis el sufrimiento del futuro más inmediato.

Como si dijéramos … no digáis que no os avisé. Todo comenzó tras ver el sexto episodio de la serie Teen Wolf, la cual se está convirtiendo en una de mis favoritas por aquello de no requerir un gran gasto energético de intelecto y tener gente guapa que cae simpática y que al final de cada episodio olvidas casi inmediatamente. Uno de los personajes secundarios tuvo un momento de debilidad y resentimiento y se quejaba a la piba del prota que se sentía mal porque un día él era el rey del instituto y todo giraba a su alrededor y la gente lo adoraba y dos días más tarde había pasado a ser ninguneado por todos y no sabía como sobrevivir no siendo el más-mejor. En una retorcida manera y de forma distinta, esto me recordó mi paso por el colegio, el instituto y la universidad. En la escuela yo no era muy consciente pero lo cierto es que era el puto amo de la clase e incluso del curso y todo el mundo al parecer me tomaba como modelo y como la persona de la que había que ser amigo. Era algo natural y de lo que no eres consciente hasta más tarde. De aquellos tiempos solo recuerdo que tenía una cutre-pandilla de fieles que me rodeaban y adoraban y que yo suponía que lo hacían porque es lo normal y lo que hace todo el mundo. También recuerdo que estaba el clan de los malos, unos que acabaron todos muertos o en chirona y que comenzaron sus pinitos con las drogas desde los diez u once años. Cuando llegué al instituto reformé la cutre-pandilla y la expandí para incorporar gente y eliminar a otros. Tampoco me dí cuenta de lo que hacía pero al parecer mantenía un control férreo en ese grupo y cualquier agente externo era bloqueado y apartado sin más contemplaciones si no me caía bien. Hacia el final de esos años comencé a darme cuenta de lo que hacía. Técnicamente yo era como el chaval de la serie, estaba en la cima de la pirámide social que se forma en cualquier centro educativo y daba por sentado que todo debía girar a mi alrededor. Mi ego resplandecía como una supernova y si alguna vez se cruzó en mi camino alguien que no me terminaba de convencer, lo aplastaba como a una cucaracha sin más y continuaba mi travesía. Cuando noté que la construcción que había a mi alrededor, primero la negué y más tarde me dediqué a estudiarla con curiosidad. Era como ver los hilos que mueven las marionetas, solo que en este caso se veían relaciones de poder, recelo, de amistad, odio, interés, desinterés y así con aquello que se os ocurra. Esto fue en mis últimos meses antes de graduarme y comenzar en la universidad. En ese momento de mi vida no sabía si se podían hacer las cosas de otra manera así que tan pronto como llegué a la universidad comencé a tejer mi red, poco a poco, expandiéndola, modificándola e incluyendo y excluyendo gente según mi gusto. En la universidad cambió mi Norte y de estudiar para tener un futuro pasé a disfrutar de la vida porque estaba en la época adecuada. Descuidé mis estudios lo suficiente para aprobar con algo de esfuerzo pero sin reventarme y presté más atención a lo que sucedía en mi Red Social. Un par de años más tarde estaba hastiado de la misma, de las intrigas, de todo aquello que sucedía detrás de las fachadas que teníamos todos y dejé que se desmoronara. Fue un acto consciente y que imagino equivale a lo que contaba al chaval de la serie Teen Wolf solo que yo fui el que tomé esa decisión. Pasé de ser el-más-mejor a un estado de invisibilidad liberador, me desvinculé de todas las intrigas, de las movidas que ocurrían a diario en una pandilla que era necesario mantener y básicamente, los dejé ir … Tras pasarme cerca de un año pensando en lo que quería hacer «socialmente» y en cómo hacerlo, volví a construir una red solo que no hubo una pandilla. Elegía (y elijo) individuos, gente que por una u otra razón generan algún tipo de empatía conmigo y cuando sucede, lo uso como punto de partida para ver si llegamos a algo. Al principio resultaba muy complicado y los fracasos eran la norma. Poco a poco fui mejorando y mi círculo social volvió a expandirse solo que ahora no había un grupo, yo saltaba de banda a banda y de todos los elementos que se pueden encontrar en cada una de ellas, enfocaba todo mi interés en uno de ellos e ignoraba al resto. Al desarraigarme debí plantar la semilla que acabaría creciendo y germinando e invitándome a emigrar. Mis vínculos eran muy limitados y sabía que la fuerza para encontrar gente y sentirme en casa estaba en mi interior, no dependía de los colegas del barrio, del cole, del instituto, de la universidad o de la discoteca. Al llegar a Holanda me vi temporalmente incluido en la banda de los emigrantes latinos pero esa misma banda se deshizo a partir del segundo año cuando todos comenzaron a regresar a sus tierras y yo me quedé. Ellos no supieron o quisieron integrarse, echar raíces, conocer a la gente y expandir su red social. Yo descubrí que los fríos y distantes holandeses eran gente tan asequible como cualquier otra y comencé a tejer nuevamente mi red y resultó que cada uno de esos nodos tiene una fuerza asombrosa y parecen diseñados para durar una eternidad, algo que no puedo decir de los que dejé en España y que con el tiempo se han ido debilitando y finalmente apagando ya que se asumía que yo debía hacer todo el esfuerzo de mantenimiento y las cosas no son así, me he vuelto un extremista que si ve que la cantidad de energía necesaria para mantener una amistad no devuelve al menos la misma, corto por lo sano y aprovecho esa energía para otras aventuras. La serie me hizo preguntarme como sería ese universo alternativo en el que yo no cambiaba y no rompía con aquello que sin darme cuenta había construido a mi alrededor. En ese mundo, seguramente no habría emigrado, no habría hecho casi nada de lo que he podido vivir en estos últimos años y ahora sería alguien totalmente distinto. En ese mundo es más que probable que ahora fuese profesor universitario y disfrutase enormemente torturando a los estudiantes y conspirando con los otros profesores en las diversas luchas de poder de esos centros supuestamente dedicados a la formación de aquellos que han de pagar nuestras pensiones. Y hasta aquí llegamos con este absurdo ejercicio de reflexión.

La otra línea de pensamiento está unida a la primera pero va por otra ruta. Al elegir individuos, elegí un tipo de amistad más intensa, más personal y que no se pierde en tramas secundarias. En mi cabeza la comparé con esas películas que tienen un buen guión y no hacen perder el tiempo a los espectadores con una miríada de personajes secundarios que todos sabemos que están ahí para llenar minutos y que no llevan a nada. Curiosamente, renunciando a ser el centro y el pivote que permitía rotar a una pandilla no acabé como una pieza desechada y separada del resto sino como el centro de un montón de sistemas binarios, mucho más sencillos y que parecen funcionar en planos distintos y de los que recibo una cantidad ingente de energía. Ayer veía una película en la que el tema en realidad es el de la amistad (aunque si nos paramos a pensarlo, casi todas las películas giran de alguna manera en torno a esto) y las relaciones de poder que se crean alrededor de las mismas. Al salir del cine reflexionaba mientras volvía a casa sobre el tema y la forma que ahora estoy viendo como todas las pandillas que conocía parecen estar desmoronándose, la gente se casa, tiene niños y aquel grupo que parecía una parte fundamental de sus vidas pierde todo su valor. En el tema de las relaciones personales, menos es más y no sirve de nada creer que tienes mil amigos porque tu gráfico social lo muestra. Lo que cuenta es cuántos de esos son reales, con los que puedes contar para cualquier cosa …

En las películas los caídos siempre acaban en el bando de los malos y como la vida real en ese aspecto no es muy parecida a la cinematográfica, me pregunto que pasará con esa gente que un día deja de ser el centro de atención y se convierten en una oveja más del rebaño. También siento una enorme curiosidad por saber que sucede con todos aquellos que fueron rechazados una y otra vez y no pudieron entrar a formar parte de los elegidos ?? 


6 respuestas a “En aquellos tiempos pasados y ahora también …”

  1. Menos mal que has seguido la senda recta del bien, porque leyendote, te estaba viendo con una materia prima excelente para crear tu propia familia mafiosa…jajaja
    Salud

  2. Depresiones, suicidios, obesidad, adicciones varias…. cada uno se engancha a lo que puede, supongo… pero eso es lo que pasa en cualquier situación y época de la vida, vas dando brazadas agarrado a algo que te empuje hacia arriba, o sin querer, te aferras a algo que te hunde del todo.
    Me acabas de recordar otros tiempos, no mejores ni peores, que conste, diferentes.

  3. Leyendo tu comentario me da la impresión que lo mío ha sido siempre de privilegiado. La obesidad tiene fácil cura con la maravillosa y siempre efectiva dieta Leididí a quien le haga falta, que yo me he estabilizado en los 64 kilos y de ahí no paso y las adicciones, salvo por el cine y la comida, ninguna.

  4. A mi lo de las pandillas nunca me ha gustado, eso de pertenecer a un grupo de donde parece muy dificil salir siempre me ha agobiado, me gusta mas ir a mi bola y no tener que cumplir con grupos por obligacion, solo me mezclo con quien quiero y si alguien me quiere en su grupo o no, la verdad es que me da totalmente igual, a mi me agobia el tener que pasar por algun aro. Y normalmente cuando se esta en grupos se pasa por aros quieras o no, he visto como gente que pertenece a grupos luego es criticada duramente a sus espaldas y la verdad, no me apetece perder tiempo en gente que luego me pueda hacer eso, asi que disfruto mi vida a mi estilo y si tengo 5 amigos, aun sin que formen un grupo, me basta y me sobra. No necesito que 100 personas se llamen mis amigos para luego no tener una que se quiera tomar un cafe conmigo, he aprendido tambien a no perder el tiempo con nadie. Y con ese sistema me ha ido muy bien, luego me ves en diferentes lugares y con tanta gente que conozco que pensaras que soy la mas popular de diferentes grupos y al final no es asi, conozco mucha gente y me llevo muy bien con todos pero se diferenciar entre alguien para tomar algo y un amigo a quien contarle mis cosas, mucha gente no tiene ni idea de mi vida aunque crean que me conocen muy bien.
    Un besito.

  5. Pues sí, creo que has sido un privilegiado, porque la mayoría de la gente tiene que currarse mucho estar en un grupo cuando eres joven, lo que te crea ansiedades y tristezas en muchos casos, pero es algo que se supera con la edad, cuando ya te importa más tener pocos amigos, pero verdaderos, que muchos conocidos. Aunque lo que sí es cierto es que cada día que pasa me cuesta más trabajo abrirme a la gente y eso me parece un fallo que tendría que arreglar.

  6. Es cierto que la pertenencia a grupos en determinados momentos, sobre todo en la adolescencia, es casi «obligatoria». Ya desde pequeños, se ve cómo los líderes influyen en los demás para que se haga su «voluntad», algunos conseguirán entrar en el círculo y otros seguirán como eternos «parias».
    Afortunadamente esto va cambiando con el tiempo y va perdiendo importancia el grupo frente a las individualidades. El grupo no te asegura tener una vida social más feliz, sino tener amigos de verdad aunque sólo se puedan contar con los dedos de una mano, aquellos que, aunque la frecuencia de verse no sea mucha, siempre te vas a sentir igual con ellos pase el tiempo que pase.