Enmascarado


Todos sabemos que en lo relativo a paranoia virtual yo soy uno de los Reyes del cotarro. Hace años que literalmente morí en el CaraCuloLibro, en el que antiguos compañeros de instituto cuyas vidas y milagros me la sudan no me encuentran y se temen lo peor, no tengo Tuiterota porque no necesito unirme a la manada cuando se lanzan todos a la yugular de algún pobre desgraciado que dice algo y en mi teléfono móvil la cantidad de contactos está limitada a veintiuno, número perfecto al ser el resultado de la multiplicación de dos primos tan bellos como son el tres y el siete. Cambio con cierta regularidad mi número de teléfono, aunque por primera vez en mi vida el actual parece que lo voy a conservar durante cuatro años pero eso no quiere decir que no haya gente bloqueada, que los hay, igual que jamás respondo llamadas de números que no están en mi lista de contactos o tengo un buzón de voz activado para que me dejen mensajes que no voy a escuchar. Todas estas barreras de protección no sirven de nada cuando alguien tiene acceso a tu nombre o a tu dirección de correo, sistema tan peligroso o más que los otros. Para ese escenario desde siempre he usado extensiones en mi Firefox que enmascaran mi nombre y crean direcciones de correo ficticias que uso y desecho. Es importante tener un buen nombre en la red y por eso yo, en mi versión digital, si me tengo que apuntar en algún sitio y no me fio de ellos, como puede ser un güifi gratuito en un aeropuerto español, el nombre es más que seguro que sea LaPolla, ChuPamela o MaMamela, nombres modestos y sencillos y que por razones que escapan a mi comprensión, no están en el santoral. Lo más terrible es que en lo relativo al primero de ellos, LaPolla, algún desgraciado con menos luces que un agujero negro creó una industria con ese nombre en los bastardos Unidos de América. Yo daría la más negra de las uñas de mis pies, esa que me sirve para agarrarme a una rama y no caerme y que macero con cuidado por conseguir una dirección de correo en @la polla puto com. Por ahora, me tengo que conformar con el nombre:

LaPolla

El cual es muy práctico para tener apellidos, como Gorda Venosa, Sabrosona, Mágica y cualquier otro que se me ocurra en el momento o escrito en otro idioma, ya que el truco en muchas veces es no ponerlo en el idioma del país. Detrás de esos datos casi siempre hay una dirección de correo con una vida de 10 minutos, o 1 hora o 1 día. Las uso y se destruyen, salvo excepciones como la del pantallazo anterior, dirección a la que me mandan todas las semanas un correo con los folletos nuevos de una serie de tiendas holandesas y que me permite seguir sus ofertas y planificar las compras y ahorrar guita.

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5 respuestas a “Enmascarado”

  1. La verdad es que yo no soy nada cuidadoso con mi identidad, no debo de ser nada deseable porque no he tenido problemas, hasta ahora, déjame tocar madera, y en realidad, para lo que me queda en el convento… 🙂
    Salud

  2. Creo que tengo el mismo número de teléfono desde que fui a la universidad. Y nunca he tenido problemas. Para eso se han currado los bloqueos. Hace no mucho me llegó un mensajito:
    Desc: «Hola, creo que tú eras de R… que tal te trata la vida, amiga?
    Virtu: «Pues mira, si ni siquiera sabes de donde soy, y ni te tengo en la agenda, muy amigos no debemos ser. Hala, ciaito.»
    Lo siguiente fué una cara de asombro por su parte y un bloqueo de la mía.
    Soy un amor o que? 😀

  3. Conmigo van a la iglesia y ponen una vela en mi memoria. Mucho más hermoso. Mi dirección de correo electrónico de 1989 sigue operativa y si alguien no la conoce, realmente no trató conmigo.

  4. En el 89 tenías cuenta de correo??? madre mía de mi vida, pero si mucho después (muuuuucho después) entré yo en la universidad y teníamos intranet! Teníamos cuentas, pero vaya, para entre nosotros, porque al mundo como que no salían! Que super-viejo eres……. que no me entere yo que te metes con Genín por la edad!!!!

  5. Yo tenía cuenta desde que salieron los primeros proveedores de Internet. Usábamos un módem, dispositivo mágico y maravilloso que se conectaba por la línea de teléfono.