Entre lo real y lo virtual


El tener vidas paralelas tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Eliges lo que quieres tener en cada una de ellas y después lo complicado es recordar los límites y procurar no traspasarlos. En mi caso una vida es la física, la que se mueve por el planeta Tierra descubriendo lugares, conociendo gentes y disfrutando de cada instante y la otra es la vida cibernética, la que se escribe por fascículos y que cubre un amplio espectro de temas. Aunque procuro que haya una separación entre ambas se producen flujos migratorios desde la segunda a la primera y viceversa. Mis amigos me leen y hasta se creen algunas de las cosas que pongo en la red y en otras ocasiones gente que conozco en este canal termina dando el salto hacia el otro. No hay reglas escritas que nos permitan saber cuando o cómo se producirá dicha migración si es que llega a suceder y tampoco me preocupa mucho que no exista un procedimiento meticuloso para seguirlo, me dejo llevar y las mareas de la vida marcan sus propios ritmos.

Como la vida «real» es la que domina muchas veces preparo el contenido para esta otra tierra de forma previa, con días e incluso semanas de antelación. Supone algo de esfuerzo porque has de duplicar o triplicar la cantidad de información que quieres generar y las ideas tienden a escasear cuando se exprime la mollera. Estos días he estado haciendo eso a diario porque la semana que viene estaré varios días en Berlín y quiero dejarlo todo escrito de antemano, que nunca se puede saber si será posible conectarse a la red desde allí o incluso si me apetecerá hacerlo, que voy a hacer turismo y no a mirar qué sucede en mi bitácora. Lo complicado del asunto es que primero escribo lo que quiero publicar en el día y después lo que aparecerá unos días más tarde y siempre son asuntos completamente distintos por lo que debo cambiar el chip y dar un salto desde una anotación a la siguiente sin relacionarlas. Parece sencillo pero tiene su miga. En otras ocasiones empiezo a escribir a lo burro y encadeno las cosas un día detrás de otro pero esta vez he querido dejar abiertos los días que aún estoy en Holanda para tener la libertad de elegir sobre lo que quiero hablar.

Casi lo he logrado y creo que hoy ya podré descansar tranquilo porque todo aquello que quería contar está escrito. Me gusta mantener una cierta línea temática y cualquiera que siga la bitácora con cierta asiduidad lo habrá notado. Hay épocas en las que hablo del mismo tema de diferentes formas y aproximándome desde distintos ángulos. Hay días que son más propensos a un tipo de contenido que a otros y estas mareas se interrumpen por culpa de eventos en la vida «real» que aunque no os lo creáis es mucho más dinámica de lo que puede parecer.

La semana ha transcurrido dulcemente. El lunes visité a mi amiga la Peruana junto con mis padres y cenamos en su casa. El martes le llegó el turno a mi amigo el Rubio y de nuevo hubo cena de por medio. Su hija pequeña ha decidido bautizar uno de los dormitorios de la casa como la habitación de Sulaco porque casi siempre me quedo a pasar la noche, especialmente si la cantidad de alcohol en la sangre se puede definir como escandalosa y la temperatura exterior es baja, que pedalear por una carretera en el medio de la nada con viento y un aire helado estando borracho y con dos canales rodeando dicho carril bici no es ni seguro ni sano. El viernes pasamos el día en Amsterdam. Mis padres ya conocen bien la ciudad así que paseamos, hicimos algunas compras y comimos en el New King Restaurant, el mejor chino de la ciudad y posiblemente uno de los mejores de Europa. Da igual la hora a la que vayas, siempre hay gente y la mayoría son orientales. Han cambiado el menú completamente. antes tenían un libro con números y fotos en el que uno encontraba lo que quería pero parece que tras cinco años le tocaba una actualización y ahora el sistema es un pelín distinto. Al principio me costó encontrar los platos que me gustan pero di con ellos y nos dimos un festín.

Ayer nos quedamos en Utrecht. Primero hice algo de fontanería en el ático de mi casa. El tubo por el que el calentador expulsa agua se había roto y la experiencia demuestra que si llamas tardan unos días en venir y no parecía algo muy complicado. Me di un paseo por la ferretería, compré las piezas de PVC para reconstruir la estructura dañada y en un rato la había montado. Si me dicen hace cinco años yo haría estas cosas no me lo creería. Después de la sesión de bricolaje estuvimos en el centro y de nuevo hicimos algunas compras y almorzamos por allí. El centro de la ciudad se llena de gente siempre los sábados. Son mareas humanas que pululan por las tiendas y bares. Pese al frío la gente sigue acudiendo, más abrigada pero están allí cada sábado. Compras comida en los puestos callejeros y te la comes de pie. Hay muchísimas delicias entre las que elegir: Olieballen, Poffertjes, Papas fritas, Loempia, Bapau, Bocadillos hechos con pan italiano, zumos frescos, Pizzas, Stroopwafels, Shoarma y mil cosas más. Se te hace imposible no pararte en alguno de los puestos y comprar comida. Yo a los puestos de papas fritas y poffertjes no suelo faltar.

Hoy domingo toca visita a Hilversum y cena en el Cartouche a base de costillas. Igual que la morisma ha de visitar al menos una vez en su vida el sitio ese al que nos está prohibido ir y en donde caminan como totorotas alrededor de un edificio horrible, nosotros acudimos siempre que podemos a comer las mejores costillas del mundo al lugar en el que alcanzaron condición divina. Regaremos la comida con las mejores cervezas belgas y holandesas y volveremos a casa inflados como cerdos pero con el corazón contento.

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6 respuestas a “Entre lo real y lo virtual”

  1. «Hoy domingo toca visita a Hilversum y cena en el Cartouche a base de costillas»….. tenemos que ir, por donde esta ese sitio ?

    «y comimos en el New King Restaurant, el mejor chino de la ciudad y posiblemente uno de los mejores de Europa»….. y del mundo mundial. Pero hace ya un par de años que quitaron las fotos de la carta, igual las volvieron a poner y vuelto a quitar….

    Aun no se cuando, pero te garantizo que iremos para holanda y de paso quitarnos la espina de eurodisney

  2. Oliebollen…. solo el olor que desprenden las caravanas de circo con sus miles de bombillas, qué ricas (las oliebollen). Y me gusta el Bapau ese, aunque siempre me quemo al comerlo. Y las loempias, y el shoarma y las pizzas turcas y el bocata de kabeljauw del puesto de Surinama que antes había en el Oudegracht. Y las stroopwafels. Y porque no estoy a dieta que si no………la lista de sueños culinarios se haría interminable.

  3. por la acera del rent a car ? nunca hemos pasado por ese lado… pero ya lo se para la proxima