Flags of Our Fathers – Banderas de nuestros padres


Con algunos directores uno sabe que va al cine a disfrutar, que da igual lo que hagan, lo harán bien y son conscientes que detrás de la pantalla estamos una horda de espectadores ávidos por sumergirnos en una buena historia, por sentir la magia de mundos increíbles o historias de leyenda. Algunos tienen ese toque toda su vida, otros son cisnes de un solo canto y otros se van perfeccionando con el tiempo. Yo creo que Clint Eastwood en su faceta de director es de estos últimos, ha ido de menos a más y hoy por hoy, domina el medio como pocos. Su última película ha sido Flags of Our Fathers, conocida en España como Banderas de nuestros padres.

Esta es la historia de seis julays que se fueron con Mambrú a la guerra, que dolor, que dolor que pena, con la sagrada misión de matar japoneses amarillos de mierda y no se sabe a ciencia cierta si lo hicieron bien o no pero se subieron a una loma, levantaron un palo enorme semejante cipote con corrida al tope y otro julay les hizo una foto que los hizo famosos. Después vino lo de siempre, invitaciones a Dolce Cita, Donde estás garrafón, Aquí hay petates y todos esos programas que no sirven para nada pero que si te lo montas bien te harán rico. Con la fama llega la halitosis, la impotencia y todos esos efectos secundarios y los pobres acabarán más quemados que Carmen de Mairena.

Todo el mundo ha visto la foto de Iwo Jima, con esos hombres alzando una bandera y de alguna manera esa imagen marca nuestros recuerdos de la Segunda Guerra Mundial en el frente Pacífico. Si tienes la oportunidad de visitar Washington D.C., cerca del cementerio de Arlington se encuentra el Memorial de Iwo Jima, en donde se reprodujo la foto en forma de escultura. Lo que hasta ahora no sabíamos era como se llegó a la foto y qué sucedió después que saliera publicada. Partiendo del libro del hijo de uno de los protagonistas Clint Eastwood ha rodado una de las películas más antibélicas de la historia, en donde la crudeza del combate es tal que consigue repugnar al espectador. La escena del desembarco y posterior batalla le pone a uno los pelos de punta. Es algo irracional, con gente tranquila y alegre sometidos a un escenario de violencia extrema que saca lo peor que llevan dentro. El director nos guía por este infierno y cuando nos ha convencido de lo mala que puede ser la guerra nos enseña los entresijos de la misma, la manipulación y el uso partidista que hizo el gobierno de la imagen para recaudar fondos, como se destruyó a los jóvenes que participaron en el izado de la bandera, jóvenes que ni siquiera fueron los verdaderos héroes porque la suya no fue la primera bandera, fue la segunda que se izó en aquel lugar.

Después de dos horas uno no sabe qué es más repugnante, si la guerra o los políticos que nos gobiernan. Entre el grupo de jóvenes actores que interpretan a los soldados brilla con luz propia Ryan Phillippe, que interpreta a John ?Doc?? Bradley, uno de los tres supervivientes. Hace su papel muy creíble al darle humanidad, al dejarnos ver con sus ojos el horror que lo rodeaba y la impotencia que sentía entre tanta destrucción sin que él como enfermero pudiera hacer nada por evitarlo. Es uno de esos papeles memorables.

Estamos hablando de una joya del cine bélico, una película que será recordada mucho tiempo. Le faltó un pequeño hervor para considerarla obra maestra, quizás algún minuto menos contándonos la gira por los Estados Unidos pero aún así es una película que hay que ver. Absolutamente recomendada para todo el mundo.
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3 respuestas a “Flags of Our Fathers – Banderas de nuestros padres”

  1. Todavía no he visto la pelicula pero para mí siempre será la película que ocupó todas las casas que se alquilaban en Reykjavik cuando llegamos en agosto de 2005 y que dio múltitud de quebraderos de cabeza a varios amigos míos.

  2. Nei, nei, nei. Se ve que grabaron en las playas islandesas (que son negras) pero no en Reykjavik.
    Aunque ese verano estuvo por allí Gael García Bernal y si que se le vió bastante.