Después de un periodo de ocho días sin ir al cine, mi regreso fue para hacer una sesión doble en el multicines que está al lado del estadio del Ajax, el ArenA. La primera de esas películas era una historia de acción que en el trailer ya te da un mal rollo de cojones, pero como de lo que se trataba era de regresar a una de las salas oscuras y disfrutar con una historia, decidí arriesgarme y así fue como llegué a No Escape, película que se estrenó en España hace más de un mes con el título de Golpe de estado o eso que están intentando los comemieldas de los truscolanes.

Un julay se muda a Asia para pasarlas putas

Un gringo llega a un país ficticio en Asia con su familia y según se mete en el hotel matan al primer ministro y una turba asesina a todos los extranjeros por puro gusto y el colega tendrá que hacer lo imposible para no correr la misma suerte, ni él, ni su hembra ni las dos acarajotadas de sus hijas.

Esto está sacado del libro de los telefilms. No es cine. Es un producto para televisión, de factura pobre, de efectos especiales patéticos y con una historia que chirría por todos lados. Se inventan un país que linda con Vietnam pero que parece ser Tailandia y cuya capital casualmente está a dos kilómetros del otro. Se inventan una revuelta popular y los que se alzan son tan estúpidos que matan la única gallina que les da dinero y comienzan a ejecutar turistas, aunque son unos putos fracasados cuando se trata de matar a un gringo medio estúpido y que tiene dos hijas que anuncian su presencia con megáfono allí en donde están para que los encuentren. La historia es absurda y patética, llena de clichés sobre los asiáticos. El protagonista es Owen Wilson haciendo un papel por dinero, porque dudo que haya ido voluntariamente a trabajar. Las niñas son repelentes y si les hubieran pegado un tiro en los dos primeros minutos, lo habríamos agradecido todos. La película nunca llega a despegar, va de mal en peor, rozando el aburrimiento. Destacar la malísima actuación de Pierce Brosnan que parece que también necesitaba dinero para pagarse sus vicios.

Imagino la ira y la rabia de los miembros del Clan de los Orcos si los engañan para entrar al cine a ver esto, aunque aún será peor la de los sub-intelectuales con GafaPasta. Es un producto perfecto para una siesta de domingo con la tripa petada de fabada o cocido, algo fuerte que te tumbe por dos horas.