Haciendo turismo en Riga


El relato comenzó en Llegando a Riga

Mi primera mañana en Riga comenzó como siempre temprano. Fui el primero en darse una ducha y sembrar el terreno en el baño compartido de la pensión, hostal o como queráis denominarla. Cuando fui a la cocina a desayunar se me unió una finlandesa y nos preparamos el desayuno mientras charlábamos. Después, preparé la cámara y salí a la calle.

Al acercarme al centro, el cual está a dos cuadras de la pensión, pasé por el parque Vermanes, un lugar sencillo y tranquilo al que la gente lleva a los niños a jugar, pasea y se relaja y en el que me tropecé con el huevo de Pascua gigantesco de la foto anterior, el cual fue un regalo de otra ciudad. Cruzando la calle al norte del parque llegué a otro parque, el Esplanade, en el que está la Kristus Piedzimsanas pareizticigo katedrale o la catedral de la Natividad de Jesucristo, la principal iglesia ortodoxa de la ciudad. Yo pensaba que los ortodoxos van a un ritmo distinto y que para ellos la Semana Santa empieza más tarde pero al parecer había algún tipo de celebración y el lugar estaba muy animado. La iglesia es preciosa, tanto por fuera como por dentro y regresé en otras ocasiones a verla. Desde allí volví a pasar por el Monumento a la Libertad y seguí por el Pilsetas kanals, que creo que se puede traducir como canal de la ciudad y en el que serpentea un canal con fuentes, una pequeña loma y también muy agradable para pasear. Al parecer lo hicieron en el siglo XIX (equis-palito-equis) al demoler la muralla de fortificación de la ciudad. Allí está la colina del bastión. Al parecer hace unos años adecentaron la zona y hubo muchísima polémica por el costo pero lo cierto es que les ha quedado de fábula y aporta un toque especial al centro de la ciudad.

Pulvertornis

Pulvertornis, originally uploaded by sulaco_rm.

Salí del parque por la zona en la que está el Pulvertornis, una torre defensiva de la ciudad que ahora forma parte del museo de la guerra de Letonia, el cual no iba a visitar pero merecía la pena ver la estructura. Está al comienzo de una calle muy curiosa, la calle Torna, con unas casa muy bonitas y la Puerta de Suecia, que es de lo poco que queda de las murallas de la ciudad y que se construyó a finales del siglo XVII (equis-uve-palito-palito) para acceder a los barracones fuera de la ciudad. La zona tiene mucho turista porque las visitas guiadas van allí a contar su rollo pero no es más que un arco sin nada especial. Le hice un par de fotos a la fachada del Arsenals, un museo de arte moderno que no estaba abierto en ese momento (y que tampoco me interesaba), también le hice fotos al Saeima o parlamento letón y entré a ver la Sveta Jekaba katedrale o la Catedral de Santiago de Riga, la cual es la principal iglesia católica de la ciudad.

En el vídeo (el cual está aquí si no lo puedes ver en pantalla) se puede escuchar al coro que estaba ensayando para un concierto que iban a dar un par de horas más tarde. La iglesia es simple, aunque imagino que en la época comunista arrasaron con todo y no les quedó demasiado. La catedral tiene un claustro en el que han recolectado piezas de otros edificios creando una especie de minúsculo museo. Al lado de la iglesia están los Tres Hermanos, tres casas que al parecer son de las más antiguas que quedan en la ciudad, siendo una del siglo XV (equis-uve), otra del siglo XVII (equis-uve-palito-palito) y la tercera también de ese siglo. Bonitos y bien restaurados. Desde ahí seguí paseando hacia el Melngalvju nams, la casa de las Cabezas Negras en donde me dieron abundante información de todas las cosas que quería hacer y de paso hice otra ronda de fotos.

Me acerqué a la Sveta Petera Evangeliski luteriska baznica y esta vez estaba abierta así que pagué la entrada para subir al campanario y desde allí admiré las vistas de la ciudad. En la foto anterior tenemos la parte sur, se puede ver el río Daugava, el puente ferroviario, la torre de la televisión y ese edificio que parece el Empire State es la Academia de la ciencia, lugar desde el que también hay un mirador. La subida al campanario es en ascensor, con lo que muy agradable y relajada. Los cuatro hangares enormes ahora son parte del mercado central y al parecer en un pasado algo lejano se usaban para reparar Zepelines. Al bajar, nadie controlaba así que visité la iglesia aunque técnicamente mi entrada solo permitía subir al campanario. Tampoco es que hubiese demasiado que ver, pero cuando es gratis, sabe mejor.

Ya que estaba, fui hasta el Mercado Central y paseé entre los puestos, algo que siempre te recomiendan pero que yo sigo pensando que un mercado es un mercado, da igual el lugar. Desde el mercado me acerqué al edificio de la Latvijas Zin?t?u akad?mija o Academia Letona de las Ciencias, edificio que la gente apodó como la tarta de cumpleaños de Stalin por su forma, y que fue el primer rascacielos que se construyó en la ciudad. No sé si escondido en algún lugar habrá otro pero me dio la impresión que hay un único ascensor. Desde la planta diecisiete hay unas vistas preciosas de la ciudad. A la izquierda, ese edificio horrendo en forma de montaña es la Biblioteca Nacional, lo cual nos recuerda que en todos lados hay arquitectos desgraciados.

En la esquina de la calle está la R?gas Vissv?t?s Dievm?tes pasludin?šanas pareiztic?go bazn?ca, otra iglesia ortodoxa que estaba petadísima de gente haciendo ofrendas y dándose de golpes contra una biblia o libro parecido, algo que debe formar parte de su manera de rezar. Tampoco permitían hacer fotos en el interior aunque el espectáculo era increíble y el sitio estaba llenísimo. En lugar de regresar por el mismo camino me acerqué al río y por allí hay una zona con varios edificios restaurados en la que predomina el artisteo. Justo ese día había algún tipo de feria por la Semana Santa y disfruté del sol, el calor, el lugar y de paso comí una especie de papa frita que pelaron en una única tira y que ponen en un pincho de madera antes de freírla. Curiosa y muy rica.

Crucé de vuelta al casco antiguo y fui a ver el Rigas vestures un kugniecibas muzejs o Museo de la historia de Riga y de la Navegación, el cual me recomendaron en la oficina de turismo para hacerme un poco una idea del lugar. No es muy grande y no se hace pesado, aunque tampoco te deja con la boca abierta y alucinando.

Catedral de Riga

Catedral de Riga, originally uploaded by sulaco_rm.

De allí fui a la Catedral de Riga, lo cual me tenía algo confundido ya que era la cuarta catedral a la que iba, producto de la fragmentación de sectas cristianas. Esta pertenece a la iglesia evangelista luterana de Letonia. Al salir fui al museo de Arte de Riga Bourse para ver el poco arte que tienen ya que el lugar ha sido expoliado en múltiples ocasiones y esta gente no nada en oro como los truscolanes, a los que de siempre han mantenido los españoles. El edificio es muy bonito por fuera y está en una plaza junto a la catedral que acababa de visitar. Cuando acabé el paseo por el museo me senté en la plaza un rato a disfrutar del día. Callejeé por la zona fijándome en la arquitectura gracias a un listado que tenía de edificios y después enfilé hacia la calle Alberta, el paraíso del Art Nouveau.

Museo de Art Nouveau

Museo de Art Nouveau, originally uploaded by sulaco_rm.

Esta ciudad tiene un montón de edificios en ese estilo maravillosamente conservados. En esa calle está también el Museo de Art Noveau. El museo es básicamente una casa con todos los muebles de la época, sencillamente fantástica y que merece no una sino varias visitas. Solo se visita la planta baja pero te da una idea de como debía ser vivir en aquellos años en la ciudad. Cuando cruzas la puerta y antes de entrar al museo tienes una escalera fantástica, la cual podemos ver desde abajo en la siguiente foto:

Al salir me dejé embriagar por el empacho de Art Nouveau en los edificios de la zona y después de eso fui a cenar. Como los días son largos, regresé al centro de la ciudad y fui a ver la Casa de los Gatos, un edificio con unos gatos en el tejado y que podemos ver en la foto:

La casa de los gatos

La casa de los gatos, originally uploaded by sulaco_rm.

Particularmente, me parece que no es nada especial pero vamos, la nombran en todas y cada una de las guías turísticas como una cosa que no hay que perderse. Por la noche regresé a la vera del río Daugava para ver la alucinante puesta de sol y hacer algunas fotos con el puente ferroviario. Después regresé al hostal porque al día siguiente tenía otro día movidito y así acabó esta jornada.

El relato continúa en El día que visité Sigulda

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3 respuestas a “Haciendo turismo en Riga”

  1. Que digo yo que si todas esas sectas competencia de la secta del Papa también serán tocadores de niños 🙁
    Aunque a esos les permiten casarse, creo, y se podrán desahogar con sus mujeres y a lo mejor son menos peligrosos para los infantes que los curas de la secta de Roma… 🙁
    Por lo demás no parece gran cosa la ciudad ¿No?
    Salud

  2. Al contrario, es compacta, bonita y barata. En Art Nouveau le da de bofetones una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez a la capital de Truscoluña.

  3. Que bien suena el coro ese! cuando nos ponían a cantar en mi colegio parecíamos gatos desgañitados….