Ill Manors


Una de las industrias cinematográficas que a mí me resultan más fascinante es la británica. Producen un montón de buenas películas cada año y no tienen miedo de tocar temas sociales e innovar. Los americanos descubren a sus directores y actores y los importan a su país y con el cuento del idioma común, salen ganando ya que así consiguen parchear un poco los excesos de mediocridad y repetición que abundan en el cine que llega de América. Las películas británicas tienen además el doble placer del acento inglés, tan fascinante y que se pierde totalmente en los doblajes al español. Una historia como la de Ill Manors es imposible de traducir al españislavo, no hay manera de preservar el original de una manera digna y como que yo sepa el undécimo mandamiento es muy claro y se dirige directamente a los españoles con un: NO leerás subtítulos en el cine, esta película jamás llegará a las pantallas españolas.

No solo en Mordor viven julays …

Esta es una de esas historias en las que tenemos varias historias independientes que van convergiendo y con las que podemos descubrir la vida y desgracias de la gente que habita una barriada problemática y periférica. La acción transcurre a lo largo de siete días en un barrio en el que todo el mundo parece estar a la defensiva y lo hacen atacando, con lo que el exceso de violencia es notable y viene acompañado de drogas, sexo y todo lo necesario cuando el día a día se mide en términos de supervivencia. Todo esto narrado con música de rap por Ben Drew, también conocido como Plan B.

Resulta raro que la misma persona sea el director, el autor del guión y al mismo tiempo cante la banda sonora aunque esto explica la forma visual y auditiva en la que llegas a la historia. Cada uno de los ocho protagonistas tiene el rap de su vida, una canción que sintetiza su drama y que en algún momento de la historia aparece y nos regala un momento precioso. En este drama hay muy poco lugar para la esperanza, viven en el infierno y ahí abajo se trata de sobrevivir y matar para no ser matado. El guión resuelve las ocho historias de manera muy eficiente y en ningún momento se hace pesado y por asombroso que parezca, te vas identificando con cada uno de esos ocho pequeños dramas y sufres la historia con ellos. Hay muchos momentos en los que la tensión se palpa y se transmite a los espectadores y seguramente eso se deba a una muy acertada elección de actores y actrices, la mayoría totalmente desconocidos. Con eso, con la elegante puesta en escena, los diálogos fabulosos y una música que en algunos momentos me hacía pensar que estaba viendo algún tipo de musical, la historia me pareció fantástica.

Una lástima que los miembros del Clan de los Orcos no hablen inglés porque con esta se lo pasarían pipa. Una película para tener en cuenta y para disfrutar, con una combinación impecable de elementos que funcionaron perfectamente. Ojalá se hicieran más pelis así.