Para mí, el género cinematográfico más perfecto, más asombroso y más fabuloso, además de maravilloso es el de la Ciencia Ficción. Cuando se hace bien, entras en universos paralelos, mundos alternativos, futuros imposibles y vives aventuras increíbles. Crecí leyendo los libros de Isaac Asimov, al que sigo teniendo en un altar, de Arthur C. Clarke, H. G. Wells, Julio Verne, Philip K. Dick, Orson Scott Card o Frank Herbert por nombrar a algunos de los más grandes. En mi dormitorio en la casa de mis padres se acumulan cientos de libros de ciencia ficción y nunca he abandonado el género. En el cine también disfruto y sufro con estas películas y no me pierdo una de Star Trek, soy fans absoluto e irrelativo de la Saga de la Guerra de las Galaxias y 2001 me cambó la película la primera vez que la vi y lo sigue haciendo. Así, a nadie le puede extrañar que ayer fuera a la primera sesión en el cine de Utrecht de Interstellar, película que llega a España este fin de semana con el mismo título.

Un julay metrosexual busca keli en los alrededores de Móstoles, el más allá de Madrid

Nuestro planeta está condenado a muerte y los seres humanos descubren un agujero de gusano cerca del planeta y desde allí nos lanzamos a explorar doce planetas. Unos años más tarde, otro equipo viaja para encontrar el nuevo hogar y las pasan canutas que no veas, además de tener un montón de movidas sentimentales por culpa de la distancia y de los años transcurridos.

MAJESTUOSA. La palabra que me viene a la cabeza es Odisea porque de eso se trata, de una aventura de gran parte de una vida en la que hay momentos buenos y momentos malos y de la que depende el futuro de la especie humana (salvo los truscolanes que son raza aparte con su propia nación ficticia). El guión nos lleva desde una tierra que agoniza y que siempre vemos en negativo al espacio y antes de salir conocemos al capitán de la nave y a su familia, con los que trabamos una relación sentimental que durará las tres horas de la peli. En el espacio, las visitas a los planetas, las movidas en la nave, los vacíos, los silencios, los peligros, todo está revestido de un barniz dramático que a veces va un poco lejos. Los robots que usan parecen en ocasiones más humanos que los hombres. En algún punto de la última hora hay un salto brutal que de alguna manera vi venir desde muchísimo antes y no me sorprendió y lo que sucedió a continuación se mueve por una línea muy delgada que tienes que creer como acto de fe o la película te deja de gustar al instante. Matthew McConaughey abusa de su acento sureño todo lo que puede y más y hay momentos en los que tienes que leer los subtítulos porque el chamo no vocaliza. No es uno de los actores que a mi me impresionan pero en esta ocasión no lo hace mal. Me encantó John Lithgow, como el abuelo preocupado por sus nietos y que llega al final de sus días en una mierda de mundo. También me gustó mucho Anne Hathaway, una actriz muy versatil y que aquí consigue robarle planos a Matthew McConaughey en muchas ocasiones. Finalmente nombrar a Matt Damon que repite su clásico personaje de cacho de carne con ojos. Este colega es que no quiere actuar, no es posible que no sepa. Es un músculo enorme que habla y no vale para más. Las dos primeras horas de la película para mí son las mejores y pierde un poco el hilo en el cierre, cuando la han de concluir y quieren cerrar todas las historias. Al salir del cine te deja pensando en lo pequeños y frágiles que somos y en lo sencillo que sería borrarnos de la historia del universo.

Por el tempo, por la trama y por la abundancia de diálogos, yo diría que esto duerme a un miembro del Clan de los Orcos. Definitivamente obligatoria para los sub-intelectuales de GafaPasta y aquellos que como yo, amen el cine de ciencia ficción.