Invasión


La temida noche volvió a llegar y la gente corrió a protegerse en sus fortificadas casas. Las luces se apagaron, los edificios cubrieron sus ventanas con fuertes medidas de protección y las carreteras quedaron vacías. Ya no quedaban perros guardianes, se los habían comido, matado o algo peor. Las sirenas avisaban de la inminencia del toque de queda. La playa quedó desierta. Una hora más tarde se escucharon los primeros sonidos. un lejano rumor que crecía por momentos y que estaba producido por un motor. A esas horas las murallas que rodeaban las ciudades estaban ya con sus sistemas automáticos preparados para disparar al menor movimiento.

Nadie parecía recordar como habían llegado a eso. Eran un país tranquilo, alegre, con buena cocina, situado en el sur de Europa. Cuando llegaron las primeras barcas con inmigrantes la gente se volcó en ayudarlos. Contaban historias terribles sobre sus países y sobre los sufrimientos que habían tenido que pasar hasta llegar allí, a Europa. Después de un tiempo ya no fueron noticia porque llegaban continuamente. Pronto la estrategia de las pateras cambió y aparecieron los cayucos, auténticos barcos piratas llenos de mercancía humana. Los españoles hicieron lo que mejor saben hacer, escondieron la cabeza y dejaron hablar a sus políticos sin que nadie solucionara el problema. Todos decían que Europa tendría que ayudar, que Europa debía hacerse cargo del asunto pero la tan mentada Europa llevaba décadas preparándose para este momento mediante leyes restrictivas y extradiciones expeditivas. Europa ni quería ni podía hacerse cargo de una situación producida por la incompetencia de una nación para hacer respetar sus fronteras, un país que se las daba de estar entre los diez más industrializados y poderosos del mundo. Siguieron recibiendo horda tras horda invasora y sus políticos cantaron sus mentiras y abobaron a la plebe. Los índices de criminalidad se dispararon. Un día un turista fue asesinado para robarle la cartera, luego otro. La noticia abrió los programas de noticias de toda Europa. España no era ya un país seguro. Los ministerios de asuntos exteriores recomendaron a sus ciudadanos no visitar ese país, los aviones se vaciaron, los hoteles tuvieron que cerrar y la principal industria languideció en una muerte injusta. Los políticos siguieron prometiendo mientras cada mañana los pescadores veían nuevas barcas llegar a sus costas, cada vez más grandes y cada vez los recién llegados demandaban más. Pronto comenzaron a actuar como en sus países, se rieron de unas leyes pensadas para gente civilizada y pasaron a la acción. Asesinaban aleatoriamente, destruían familias para robarles aquello por lo que habían trabajado. En Europa saltaron las alarmas y se tomó la única decisión posible: se expulsó a España de la Unión. Se levantaron las fronteras en los Pirineos y se disparó a matar a cualquiera que intentara cruzarlos. España estaba herida de muerte. En su interior la situación devino en anarquía y caos. Millones de inmigrantes campaban a sus anchas destruyendo el país. Las bandas se agrupaban por nacionalidades. Los había rumanos, rusos, marroquíes, senegaleses, nigerianos, colombianos, ecuatorianos y de muchas otras tierras. Todos tenían en común la falta de escrúpulos y de piedad. Mataban para tomar aquello que querían. En este panorama desolador surgió el primer ayuntamiento que declaró el toque de queda y cerraron la ciudad. Aprovecharon las murallas que los habían protegido cientos de años antes. Después vino otro y un tercero y así surgieron las ciudades estado. Fuerzas especiales de seguridad protegían los corredores por los que circulaban las materias que necesitaban para sobrevivir. El sistema se desmoronaba entre batallas dialécticas de los políticos.

Un día se dejaron de tener noticias de una de estas ciudades. Cuando llegaron las cámaras de televisión protegidas por el ejercito se encontraron un espectáculo dantesco. Allí hubo una matanza. Miles de personas fueron asesinadas sistemáticamente. Fue el resultado de una alianza entre bandas. El gobierno siguió haciendo oídos sordos a los que pedían la intervención del ejército. El país se rompió en pedazos y una nueva guerra civil no tardó en comenzar. Esta vez no eran los rojos contra los fachas sino todos contra todos.

Las barcas ya casi habían llegado a la orilla y de ellas descendían los piratas. Traían una nueva hordada de jóvenes nigerianos dispuestos a morir. Eran carne de cañón y no tenían nada que perder. Ya fuera aquí o en su país estaban muertos de antemano. Los piratas subieron a la destrozada avenida, se agruparon y comenzaron su ataque ….


5 respuestas a “Invasión”

  1. btw, no hay wifi en los alrededores de la casa de mis padres. Las conexiones serán muy muy esporádicas. Así y todo, cada día saldrá algo.

  2. Maadre mía… ¿Inmigración + hierba de la buena, eh gorrión?…. =)
    Bueno, ya en serio. Da un pelín de repelús ver hacia donde vamos, y que esto se parece cada vez más a Yankilandia. Menos mal que no hay tantas armas, que si no… ¡Yo ya tendría un armario lleno, que cojones!.

    En fin, que nos pille «confesaos».

  3. La INVASI?N ya ha comenzado. ¿Hasta cuando esperaremos para comenzar la defensa del país? Espero que cuando tomen la decisión no sea demasiado tarde …