Kayaking en Ao Thalen


El relato comenzó en Otro de esos saltos gigantescos

Mi última excursión en Ao Nang era para pasar medio día en un kayakk en Ao Thalen. Me recogían a las ocho y cuarto y en esta ocasión, en la camioneta iban cuatro malayos, dos holandeses (sin contarme a mí), dos australianos, dos neozelandeses y tres británicos. Desde el comienzo me agrupé con uno de los británicos, los holandeses y los neozelandeses ya que todos parecíamos compartir el mismo espíritu de aventura.

Tardamos unos tres cuartos de hora en llegar al lugar desde el que partíamos. Allí nos dieron chalecos salvavidas, el remo para el kayak y aquellos que no tenían bolsas impermeables, recibieron una prestada. Se nos unió otro grupo que llegó en otra camioneta y que eran mayormente chinos. El guía no estaba contento con los chinos porque decía que al igual que los truscolanes y el marico hechicero de Ginebra, son lo peor … siempre. Fuimos hasta los kayaks y tras explicarnos como usar el remo, salimos. A mi me emparejaron con el británico que iba solo y desde el principio se vio claro que o los neozelandeses, o los holandeses o nosotros íbamos a ir siempre en cabeza. Debería apuntarme a remar en Holanda porque se me da bien. Lo de los chinos era de risa. Se suben al kayak, agarran el remo, se ponen a hacerse fotos unos a otros y después se quedan esperando a que alguien tire e ellos, no parecen comprender que han de hacer el ejercicio ellos mismos. El paseo incluía parar junto a una cueva en la que en su día estaba llena de huesos de piratas muertos, otra cueva en la que todavía están los restos de los enterrados allí, al parecer gitanos de mar tailandés y que según el guía, llevan allí unos trescientos años. Sacó unos cuantos huesos para enseñárnoslos y los holandeses los cogieron encantados de la vida. Después seguimos a una pequeña playa entre las enormes rocas en donde paramos a bañarnos y comer sandía y piña. a partir de allí, la siguiente parada fue a la entrada de un desfiladero espectacular en el que se rodó una escena de una película de 007, El hombre de la pistola de oro y después entramos en el desfiladero, fabuloso y majestuoso. Al salir del mismo llegamos a un enorme manglar, el cual con la marea llena estaba cubierto de agua. Vimos alguna serpiente y pájaros y con frecuencia teníamos que esperar porque los chinos iban muy retrasados.

El último punto era una especie de cueva a la que entras con el kayak y después de allí regresábamos por una especie de río que cruzaba el manglar. En el tramo final comenzó la competición y fue nuestro kayak el que llegó a la meta el primero. Al bajarnos, el guía comenzó a insultar a los malayos. Al parecer en su idioma lo estaban poniendo a caldo de pota y lo que no sabían es que él entiende su lengua, con lo que les devolvió los insultos y les dio candela de la buena. Si los malayos son avestruces, meten la cabeza bajo la tierra del camino.

Para regresar nos devolvieron en diferentes vehículos y en esta ocasión nos tocó con los chinos. Los que se quedaron atrás seguramente contrataron una versión del tour que incluía almuerzo y nosotros no. Otro viaje de casi cuarenta minutos en la camioneta y regresamos a Ao Nang. Por la tarde, aproveché y me fui a la playa para coger algo de color.

a la hora de cenar, fui al mismo tailandés en el que cené la noche anterior y después contraté el viaje a Koh Tao desde Ao Nang, el cual incluía camioneta, pequeño autobús, gran autobús, barco y otro barco. La hora de salida era bastante temprano.

El relato continúa en De Ao Nang a Koh Tao

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2 respuestas a “Kayaking en Ao Thalen”

  1. A mi me encanta cuando se descubre que alguien está entendiendo los insultos que le dedican en un idioma que se supone no entiende y pone a parir a los tipos 🙂
    Salud