La montaña rusa


Estaba yo en Gran Canaria el viernes y me pongo a mirar la cartelera para ver si se ha estrenado algo interesante y veo que hay una película española con un enigmático título. Como venía avalada por Emilio Martínez-Lázaro, un director del que he visto varias comedias románticas y que generalmente las hace entretenidas, me imaginé que lo peor que podía suceder es que los protagonistas se echaran a cantar. Tras rastrear los cines veo que la están dando en uno al que no voy desde hacía por lo menos siete años y que en ese tiempo cambió de nombre y de compañía. Así, por la tarde, con tiempo ya que quería hacer unas fotos al edificio del Auditorio de Las Palmas de Gran Canaria, me fui a ver La montaña rusa película que como he dicho se acaba de estrenar. Finalmente no hice ninguna foto ya que me encontré con alguien que no veía hace tantos años como los que no visitaba ese centro comercial y terminamos hablando hasta que empezó la peli. También decir que el cine se ha multiplicado y ha pasado de seis a once salas.

Una julay con el piporro apelmazado se folla a dos más-mejores-amigos sin acabar de decidirse por el sabor de rabo que le gusta más

Una chama frígida y como amargada se encuentra con un antiguo compañero de colegio y se enamora de él instantáneamente. El mejor amigo de este también era uno de los chicos del cole y ella también se enamora del otro. Del primero le gusta lo romántico y atento que es y del segundo los viajes que le mete. La cosa se irá complicando hasta que le explote en las manos.

Esta no es una película de la guerra civil española. Es más bien una película de las que se hacían cuando la diñó el dictador, del destape. Parece que alguien usó un cronómetro y cada cinco minutos colocan una escena de sexo. Son tantas que aburren, sobre todo porque después de la primera te das cuenta que lo de «comedia romántica» es una rotunda mentira y ni es comedia ni es romántica. El guión es una auténtica cagada, sin una sola frase que de risa, absurdo y estúpido y chirriando más que un programa de gritos de Telajinco. El director debía estar bajo medicación porque no atina una y tuvo que saber en el mismo momento en el que rodaba que aquello no iba a funcionar. Para su historia eligió un trío que carece de química y que en todo momento dan la sensación de estar leyendo líneas de una de esas máquinas que usan en los telediarios. La chica, Verónica Sánchez, además de un buen par de tetas y de una barba estilo Anguita en los bajos no merece ser recordada. La pobre da mayormente lástima e incluso en las escenas de sexo peta que no veas. Los dos machos que le pusieron fueron Alberto San Juan y Ernesto Alterio. Del primero decir que en los noventa igual era simpático y eso y que la rachilla le llegó hasta comienzos del milenio pero es que ahora es que da tirria. Cada vez que recitaba una frase me enervaba y me daban ganas de lanzarme a hostiarlo. Ni siquiera sus caritas de presentador televisivo le salvan. Del otro decir que debería dejar la profesión y apuntarse en alguna sociedad de autores y vivir de intentar quitarle el dinero a los pobres y trabajadores. No es malo, es MALÍSIMO y lo de la RAYA NEFERTITI de contorno de ojos le queda fatal. No consiguió que me riera una sola vez y cuando hacía de payaso me daba tanta vergüenza ajena que mriaba a la pantalla de mi móvil para esperar que lo quitaran. Tampoco vale para escenas de sexo, las cuales parecen más coreografiadas que un programa de Jose Luis de los Morenos.

Por increíble que parezca, la película se hace eterna ya que la estiraron como el chicle y tiene un final tan estúpido y absurdo como toda la historia. Lo único que te puedo decir es que no tires tu dinero porque esto no lo vale. No se la deseo ni al más rufián del Clan de los Orcos.


2 respuestas a “La montaña rusa”

  1. Yo no veo cine español, pero me parece positivo que la película transmita la idea de que dos cuarentones con más canas que una oveja pueden todavía follar un poco.