La niña santa


Mira que yo en ocasiones pongo toda la voluntad de mis partes pero ni así me entran algunas películas. Estoy un domingo aburrido en mi casa y me da por mirar la cartelera y me encuentro conque en una de las filmotecas de la ciudad están dando una película argentina. Decido inmediatamente que eso hay que verlo y a la hora en punto, salgo escopeteado para el cine a ver La niña santa. Voy a un cine en el que no había estado antes, así que es también una aventura. La dan en una filmoteca nueva, un viejo edificio de los bomberos (o la policía no estoy seguro) reconvertido en café, bar y cine. Compro mi entrada y cuando llego a la sala me encuentro conque es del tamaño del salón de mi casa, con unas butacas prehistóricas y unos ventanales asombrosos. En el lugar en el que tendría que estar la pantalla hay un cuadro horripilante rememorando esos otros del Van Gogh, un pintor al que yo no le veo la gracia. No somos muchos y a la hora convenida unas cortinas aparecen de la nada y comienzan a cubrir las ventanas. El cuadro se eleva celestialmente y su lugar lo toma una pantalla de cine, bastante pequeña.
La película está producida por los Almodóvar. Está bien anunciado al principio en letras enormes para que seas magnánimo cuando la juzgues. El tema es una revisitación de Lolita pero en plan modosita. Una chavala de pueblo sufre tocamientos por parte de un hombre casado que además le está tirando los tejos y la chiquilla en su cándida inocencia, como que considera un deber divino el salvar al señor de la condena eterna. La niña tiene una amiga que es un putarraco de cojones y que aprovecha para ir a casa de su abuela a follar con un primo. No llegué a entender muy bien a cuento de qué venía esto pero seguro que tenía un sentido y si no, al menos era entretenido ver el sexo anal.

En la escala del aburrimiento esta película consigue nota. Además de que casi no sucede nada, es mala. La trama brilla por su ausencia y los actores hacen lo que pueden por salvar un ejercicio infumable que no conduce a nada y que no nos aporta nada. Se podrían haber hecho cosas bastante interesantes pero en lugar de ello la directora decidió regodearse haciendo círculos con un canuto. Ya he dicho que ha sido dirigida por una mujer, una tal Lucrecia Martel de la que no había visto nada del escaso cine que ha dirigido hasta este momento. En los papeles protagonistas tenemos a Carlos Belloso y María Alche. No lo hacen mal aunque tampoco es como para tirar voladores y ninguno de los dos logra salvar la película. Avanza a trompicones y de pronto aparecen los títulos de crédito y uno se queda como atontado en el cine porque además de aburrida no tiene final, fallo imperdonable a estas alturas.

No hay mucho más que decir. No se la puedo recomendar a nadie a menos que deseéis fervientemente el aburríos, única circunstancia bajo la que me permito recomendar la película. Para los demás, absteneos y huid como almas que lleva el diablo de cualquier cine en el que la estén dando.
gallifantemedio gallifante


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