La trola que metió el colega


Mientras yo estaba en Atenas pasando el fin de semana, en los Países Bajos, en un villorrio del norte del país tenía lugar el funeral y cremación del chamo de la oficina que la diñó la semana pasada. Estoy seguro que ya he hablado de esto hace años pero lo repetiré, para que no se diga que mi bondad no es absoluta. En este país, los funerales son por invitación, se acude si recibes la tarjeta y suelen tener un control paranoico de la gente que va a los mismos. Al contrario que algunos españoles que parecen manifestaciones, con cientos y cientos de julays, aquí no es raro ver un funeral con un puñado de chamos y chamas. También se estila el escribir una nota o una carta a la familia o dejar un texto en el libro de condolencias, no la típica frase con firma sino un texto amplio y detallado, quizás contando cosas que hiciste con la persona que ha muerto. Yo solo lo he hecho en una ocasión, cuando murió el suegro del Moreno y a mí me pilló en Asia y me enteré al volver. Busqué en mi gigantesca colección de fotos y encontré fotos del chamo que tenía, mandé imprimir una tarjeta con un par de fotos y escribí un texto enorme y muy elaborado, estuve días refinándolo y la Chinita corrigió mi traducción al Holandés. Tanto la esposa como las dos hijas del difunto me mandaron cartas agradeciéndome mi mensaje y lo muchísimo que les había impactado. La semana pasada, en mi oficina, la gente se encerraba en un pequeño despacho y se pegaba allí cantidades considerables de tiempo escribiendo sus textos en el libro de condolencias. Por separado, consiguieron el nombre y la dirección de la novia del chamo, con la que llevaba cinco años y muchos también le mandaron cartas con textos en los que le hablaban de su relación con su difunto novio. En el caso de mi amigo el Moreno, el no le escribió a la novia pero le hizo un guguel y vio fotos de la pava. El sábado fueron catorce empleados al funeral ya que en el caso de la empresa, la familia hizo una invitación abierta. El funeral trajo algo que fue una sorpresa por el trabajo y de lo que aún hoy se sigue discutiendo en las máquinas de café. Salvo por el Moreno, ninguno se dio cuenta porque no la conocían y todos comentaban que echaron a faltar a la novia, que no estaba en el funeral. El Moreno la vio, estaba sentada entre los que no son familia o amigos íntimos, es decir, con el populacho. La chama asistió a la ceremonia, estrechó manos con los padres y hermanos y después se fue. Lo que se ha descubierto con la muerte del colega es que se inventó lo de la novia, que en realidad era alguien que conocía pero con la que no tenía relación y la pobre debe estar aún flipando y con el vello de punta con todas las cartas que le han llegado de compañeros de un supuesto novio que no lo era y con las que le contaban historias y le enviaban animo por la muerte de su compañero sentimental o ese que le ponía la pierna encima siempre que podía, o eso era lo que todos creían por aquí. En los Países Bajos se comparte muy poca información personal con los colegas del trabajo, son gente que no está en tu círculo de confianza, que ves en un lugar en el que simplemente te prostituyes por una nómina y que cuando termina la jornada, les das las buenas tardes y no sabes más hasta el día siguiente. Así, el difunto decidió que era conveniente camuflarse como chamo con novia y durante cinco años mantuvo una relación que jamás pasó de la teoría. Ahora todos nos miramos con recelo y nadie se creé las trolas de los demás. Eso de que tienes mujer y dos hijos, fantasía, o que aquella que sigue la moda estilística de Stallone, vamos, ya nos puede cantar jotas que damos por sentado que su entierro será un despiporre de bolleras. Aquí todos mienten. Al hilo de eso, recuerdo que cuando entré a trabajar en la empresa, el Moreno tenía un compañero de despacho también con novia y blah blah blah. Un par de años más tarde se confundió al hablar de la susodicha y resultó que era un Ramonchu, el colega tenía su historia de fantasía laboral para ocultar que perdía más aceite que el Exxon Valdez cuando se hizo famoso. Por lo que a mí respecta, ahora cuando alguien me cuenta un rollo familiar los interrumpo y añado siempre que puedo la palabra presunto. Si no conozco a los aludidos, no me creo lo que me cuenten.

Y por si acaso alguien se lo inventa, confirmar que yo no escribí texto alguno en el libro de condolencias o mandé carta a la pava de fantasía porque el chamo me pillaba de refilón, lo conocía pero no creo haber tenido nunca jamás una conversación con él. Si me hubiesen forzado a escribir algo, habría dejado el socorrido y siempre adecuado mensaje de: TRUSCOLUÑA NO ES NACIÓN.

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7 respuestas a “La trola que metió el colega”

  1. Ya se sabe que esa frase que usas tanto es muy socorrida para cualquier ocasión. Quizás le hubiera puesto un montón a familia y a la novia postiza.

  2. Pues yo le entiendo. Si el ambiente en tu empresa es tan frío y tan de mierda y tan de juzgar, dice que tiene una novia y ya tiene «situación de relación estable» y nadie le toca los huevos. En mi curro hay mucha alcahueta que a las que no presentan esa situación, no hacen más que estarles tocando los ovarios.
    Igual que lo de, a las solteras , «pa cuando un novio», a las casadas «pa cuando un hijo», a las madres de uno «pa cuando el segundo», a las madres de dos «buf, ya eres valiente», ….. aquí, muchas veces por desgracia, la gente se cuenta detalles de más en los trabajos.

  3. Yo creo que el asombro es porque decía que tenia novia. Era un bicho raro, con una capacidad ingente para no comunicarse con otros seres humanos y seguramente cuando decía que tenía pava, todos flipaban y se imaginaban que era una retardada o la prima hermana de Inma Monster, que estudió conmigo en la universidad y siempre llevaba 5000 pesetas encima por si alguien se ofrecía a darle candela, lo cual no sucedió. Hay límites para todo.

  4. En mi tierra se dice que «siempre hay un as para matar un tres», aunque parezca increíble, estoy convencida de que siempre hay alguien ahí fuera con quien somos compatibles. Mira Sheldon Cooper… 😀