Las Catacumbas y las Termas de Caracalla


Este es el relato del tercer día de mi viaje a Roma, así que si algún buscador te trajo aquí directamente y te apetece atacar la historia desde el comienzo, salta a Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

El sábado ya estábamos agotados. Caminar por Roma es subir y bajar todo el tiempo y aunque las cosas están a una distancia razonable, sigue siendo un palizón. Para no morir en el intento elegimos un programa más relajado durante la mañana. En la estación Termini pedí información y nos indicaron el camino para ir a las Catacumbas. A veces se nos olvida que en el origen del cristianismo, cuando eran perseguidos y asesinados sin piedad, esta gente se tenía que esconder en las catacumbas romanas, las cuales fueron creciendo con los siglos. Queríamos visitar las Catacumbas de San Calixto y para ello fuimos en metro hasta la estación Pirámide. Ya he comentado que Roma tiene dos líneas de metro. Esta estación corresponde a la línea B y quizás fue casualidad pero los vagones no son tan fastuosos como los de la otra línea, no hay aire acondicionado y los graffittis se han hecho dueños de todo el interior y el exterior. Al salir en la estación buscamos la parada de autobuses porque desde allí teníamos que coger el número 118. Había unos cuantos turistas más. Llegó la guagua, nos montamos y le preguntamos al conductor por las catacumbas. Nos insinuó (o nos quiso decir) que avisaría en la parada pero un minuto más tarde cogió el piro y diez minutos después apareció otro conductor. La guagua iba medio llena, todos turistas como nosotros y allí nadie tenía ni puta idea de cual debía ser nuestra parada.

Salimos de la estación y unos veinticinco minutos más tarde vimos pintado en una pared que las Catacumbas de San Calixto estaban a dos kilómetros y así supimos que estábamos llegando. La carretera era la Vía Apia, la cual me sonaba de aquellos años en los que pasaba los días memorizando datos en la escuela. El conductor paró en el medio de la nada, en un lugar en el que la carretera era muy estrecha y casi sin espacio para los peatones y dedujimos que aquel era el sitio. Eran las once y media y según teníamos entendido cerraban a las doce y volvían a abrir a las dos, así que como no pilláramos entrada nos podíamos ver tirados allí dos horas. Compramos la entrada (cinco euros) y casi inmediatamente llamaron para una visita en español.

El hombre era un sacerdote que nos explicó un poco la razón de las catacumbas y nos dejó con la boca abierta cuando dijo que solo en aquella hay cinco niveles y cerca de medio millón de personas enterradas y que casi no han explorado nada. Nos comentó que un par de meses atrás, a unos tres kilómetros de la entrada han encontrado una iglesia subterránea con capacidad para tres mil personas. Una auténtica pasada. Después de explicarnos los conceptos básicos y la simbología que podíamos encontrar en el lugar entramos. Algo estúpido y que no puedo entender es que prohiben hacer fotos en el interior. Allí solo hay pasillos vacíos y no te dejan hacer fotos. Descendimos a las catacumbas, un lugar fresco y donde se respira el mismo aire que hace cientos de años.

Cerca de la entrada está el punto en el que estaba enterrada Santa Cecilia, patrona de la música y hay una copia de una estatua en la que se muestra como la encontraron, degollada. Esa mujer era una patricia y bajo los terrenos de su familia fue donde se construyeron las catacumbas. En las mismas se refugiaban los cristianos y eran enterrados cuando morían. Parece ser que la única que apareció incorrupta fue Santa Cecilia (cuando la encontraron). Después de ver su tumba seguimos por pasillos estrechos atestados de nichos vacíos (han quitado los restos y los han bajado a niveles inferiores) y pudimos ver capillas y otros lugares de oración. Un par de veces me dejé ir y me perdí junto a otro hombre para poder hacer alguna foto del sitio. En una de esas ocasiones él se quedó atrás y yo encontré una habitación pequeña con una reja. Estaba muy oscuro y me puse a tomar fotos y el colega volvía apurado y no me vio hasta que me moví y se debió pensar que era alguno de los muertos que moran en el lugar. Se quedó blanco como el papel de la impresión. Nos reincorporamos al grupo y seguimos como si no hubiera pasado nada. La visita acaba en un lugar en el que normalmente dan misa. El guía nos suministró un montón de información y la verdad que la visita a las catacumbas es impresionante. Se ve lo fácil y relajado que es seguir la religión cristiana hoy en día y lo jodido que era en aquellos tiempos.

Al salir a la superficie volvimos a la parada de la guagua y nos llevó de vuelta a la estación Pirámide, llamada así porque hay una pirámide de verdad en aquel lugar. Aprovechamos para comer por aquel sitio pero la verdad que el bar al que fuimos fue una porquería. Después de comer tomamos el metro hasta la estación de Circo Máximo y visitamos sus ruinas, básicamente un enorme campo de césped a la vera del Monte Palatino. Aquel lugar lo inundaban y hacían hasta batallas con barcos en la época romana. Desde allí caminamos hasta las Termas de Caracalla, otro lugar que yo quería visitar. No están muy lejos y son IM-PRE-SIO-NAN-TES. Las ruinas te dan una idea de lo absolutamente brutal que debía ser aquel sitio cuando estaban en funcionamiento. Unos edificios enormes, llenos de arcos que aún se mantienen en pie y con unos suelos y unas paredes ricamente adornadas. Si tenéis la oportunidad, las termas de Caracalla debería estar en vuestra lista de lugares a visitar porque es algo increíble.

Volvimos al metro y puesto que hacía un bochorno horrible hicimos como el día anterior y nos recogimos por una hora y media para dormir la siesta y de paso esperar que amainara el calor. Al llegar a Termini nos topamos con el comienzo de la manifestación en contra de George Bush organizada por el partido comunista. Había un montón de banderas cubanas y pancartas poniendo al presidente americano de vuelta y media. Por culpa de esto cerraron completamente la estación de tren y gran parte de las estaciones de metro. El colapso circulatorio en la zona era completo.

Como veo que el relato de este día se va a extender mucho más de lo previsto inicialmente, lo dejamos aquí y continuaremos con las actividades de la tarde en el siguiente capítulo.

Este relato continúa en El Panteón, San Ignacio de Loyola y la protesta en contra de Bush.

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4 respuestas a “Las Catacumbas y las Termas de Caracalla”

  1. ¿Que calzado usas cuando viajas? lo digo por que me da que haces más kilometros que las chanclas de kung-fu tio.

  2. Emo, lo de viajar para descansar no va conmigo. Para descansar me quedo en casa y me ahorro el aeropuerto, el avión y lo demás. Yo visito un sitio y procuro conocerlo tanto como puedo y después me siento e intento escribirlo todo antes de que se me olvide. De media nos debimos hacer unos diez kilómetros al día. El domingo andábamos por inercia ….

  3. Estoy contigo, viajar es para disfrutar de los sitios, no para estar atorrando en el hotel o donde sea. Lo digo por la importancia real del calzado en estos casos ^^, mi hermano estuvo en Suiza hace poco y el tio iba preparado como un aventurero de verdad.

    Yo también he acabado andando por inercia en Londres por ejemplo.

  4. En USA me compré unas botas Timberland y otros zapatos Timberland de tobillo bajo y ambos están quemadísimos. Con esos me he hecho New York, Washington, Barcelona, Roma, Amsterdam, Kinderdijk, Gouda, Rotterdam, Utrecht, el Keukenhof y lo que se tercie. Y lo que les queda a los pobres. Además me costaron cuatro perras gordas por la diferencia Euro – Dólar.