Llegando a Venecia


A mediados de enero Transavia estuvo de rebajas durante unos días y entre los destinos que tenían a precio asequible estaba Venecia, ciudad que lleva bastante tiempo en mi lista de lugares a visitar ya que aunque he estado dos veces anteriormente, no cuentan. La primera vez que pasé por allí fue en el viaje de fin de curso de la E.G.B. y de aquella ocasión recuerdo que nos quedamos en el Lido, que era verano y que nos lo pasamos bomba en la playa pero no tengo ninguna memoria de la ciudad y sus canales. Mi segunda visita a esta ciudad fue en julio del 2003, el fin de semana de la boda del Rubio y fue mi excusa perfecta para no asistir a la misma ya que todos sabemos que I don?t do weddings. Aunque pasé cuatro días allí, en realidad fue una especie de condena ya que estaba trabajando dentro de un barco crucero y no podíamos salir de aquella prisión lujosa hasta terminar el trabajo y solo tuve dos o tres horas en la ciudad justo antes de ir al aeropuerto (y aún así me las apañé para hacer ciento cincuenta y una fotos) y solo vi la plaza de San Marcos y el recorrido en el vaporetto hasta el aeropuerto. Inicialmente había pensado ir en el mes de febrero pero no me cuadraban los fines de semana disponibles con mi complicada vidilla social y acabé comprando billetes para ir en el primer fin de semana de marzo por la terrorífica cantidad de ochenta leuros. Después busqué hotel y el único requisito era estar en Venecia y no en la costa. Terminé consiguiendo uno que es más bien un B&B, con diez habitaciones y en un lugar privilegiado.

Uno de los detalles que me diferencian del resto de los mortales es que yo entro todos los días en iOSnoops para ver que aplicaciones para mi dispositivos mágicos y maravillosos son gratis y adquiero TODAS las guías de viaje y por eso desde el principio tenía la guía de Venecia de mtrip y además me agencié la gratuita de Ulmon y me hice un libro gratis con el nuevo sistema de la Wikipedia con lo que en lugar de comprar libros y tal y tal, lo llevaba todo en el teléfono.

Regresando al viaje, el viernes mi vuelo salía a las siete menos cinco de la mañana y a mí me gusta estar en el aeropuerto dos horas antes por aquello de tener cierto margen para incidencias, algo que ya me ha salvado en varias ocasiones de perder un viaje. El tren nocturno sale a las cuatro y siete de la mañana de Utrecht y llega al aeropuerto a las cinco y la combinación resultaba perfecta así que a las tres y diez de la mañana saltaba de la cama, me duchaba y me comía tres brownies junto a un café con leche y mi dosis de vitamina C antes de subirme a lomos de la Mili o Vanili y pedalear a la estación. A mi espalda la legendaria mochila tuneada con el equipamiento habitual y que lleno sin pensarlo gracias a mi lista de viajes que contiene las veintinueve cosas que necesito revisar antes de salir de mi casa. Por la calle me crucé con algunos grupos de jóvenes que regresaban después de haber pasado la noche de marcha y que seseaban por la carretera peligrosamente. Llegué a la zona de la estación, aparqué mi bici en el lugar gratuito y vigilado y fui al andén once a esperar el tren. Había bastante gente y éramos una mezcla entre noctámbulos y viajeros. El tren salió a su hora, como debe ser y tarda tanto tiempo porque va mucho más despacio de lo que suele ser habitual, lo cual imagino que se debe a que a esas horas intentan que no haga ruido. También es un tren extraño porque en lugar de ir por la via habitual, va por la reservada a los trenes que usualmente llevan el sentido opuesto. Unos dormían, otros flipaban la borrachera y los más nos relajábamos. Me senté en el vagón de silencio, uno en el que no se permite el usar el teléfono para parlotear o mantener conversaciones y en el que normalmente se ponen los que leen libros y los que quieren dormir. Yo no dejo de sorprenderme con Holanda y como la gente ve la señal y la respeta. Tardamos unos cuarenta minutos en llegar a Amsterdam Centraal y allí el tren paraba unos cinco minutos. Se bajaron los borrachuzos y se subieron nuevos viajeros con destino al aeropuerto y más borrachuzos que iban hacia Rotterdam, la Haya, Leiden o Delft.

En el aeropuerto nos bajamos la mayoría y como yo ya sabía lo que tenía que hacer subí, imprimí mi tarjeta de embarque y me acerqué al control de seguridad. Mentí cuando me preguntaron si llevaba cables y no me molesté en sacar ninguno de la mochila, solo la cámara. Al parecer el que mira la pantalla es ciego, tonto o se la suda bastante ya que los cables se veían perfectamente pero no me hizo sacarlos de nuevo lo cual demuestra que si tratas de seguir sus reglas, te acosan y te obligan a pasar por toda la movida estúpida que se han inventando y que no me hace sentirme más seguro y si los ninguneas, te respetan. Me acerqué a la tienda de Delicatessen para comprar mi botella a precio más barato que en el resto de locales del aeropuerto y después me acerqué a mi puerta de embarque, me compré un capuchino y me senté a tomármelo y ver un episodio de una serie.

Mientras esperábamos por el embarque podía ver a los operarios poniendo a punto los aviones y por primera vez en mi vida vi a uno abrir la salida de emergencia que está sobre el ala para subirse a la misma y revisarla. Se me cayó un mito ya que yo de siempre he asumido que esa puerta era de mentira. Subimos a nuestro avión y yo iba en la tercera fila, así que me apalanqué en mi ventana y antes de que cerraran las puertas yo ya dormía como un bellaco. Me desperté una hora y cuarto más tarde cuando ya no faltaba mucho para aterrizar. Poder dormir en los aviones es un dón, es algo que no tiene precio. Nuestro vuelo iba a Treviso, ciudad que tiene un pequeño aeropuerto en el que operan las aerolíneas de precio asequible y expediente libre de accidentes mortales y cuyos empleados no suelen hacer huelga, como en las grandes esas con azafatas más quemadas que Carmen de Mairena, con un listado de muertos por detrás de agárrate y no te menees y unos empleados que se creen divas de ?pera. El aeropuerto de Treviso es como el de Famobil y aterrizas, frenas y aparcas en minuto y medio. Salimos andando del avión y entramos en la terminal. Yo ya había leído que allí mismo te encontrabas una máquina para comprar el billete de autobús y sabía que hay que ningunearla y salir afuera para comprar el billete de otra compañía, Barzi, ya que la supuestamente oficial te lleva por caminos de cabras viejas, para en todas las ezquinas y te toma el mismo recorrido ochenta y cinco minutos y con la otra empresa pagas lo mismo y vas por autopista en cuarenta minutos. A esas alturas estaba escuchando un audiobook y llegaba al final de la novela, con tal mala suerte que el protagonista la diña. Según nos íbamos acercando a Venecia el desenlace también estaba por ocurrir y claro, acabé llorando a moco tendido y la gente en la guagua pensando que la emoción de ver Venecia de lejos me podía por ser tan sensible y una bellísima persona del copón, algo que quiero desmentir sin rotundidad ni alevosía. Una vez en Tronchetto me subí al People Mover que por un leuro te lleva a la Piazzale Roma y desde allí caminé a mi B&B, el cual elegí no siguiendo el criterio de algunos lectores de ésta la mejor bitácora sin premios en castellano. Me hospedaba en el barrio de Cannaregio, justo al lado del Ponte delle Guglie. Llegué al lugar antes de la diez de la mañana y como aún no tenían la habitación preparada, largué la mochila principal, me equipé con la mochila de la cámara y salí a la calle a patearme la ciudad en mi primer día, algo que contaré en el próximo episodio.

Para que dos que yo me sé capten el concepto, la habitación de la pensión es la siguiente:

Habitación en un B&B en Venecia

Habitación en un B&B en Venecia, originally uploaded by sulaco_rm.

Se puede apreciar perfectamente que es un cuarto roñoso y asqueroso en el que no te quitas ni la ropa para dormir y que es preferible pagar doscientos leuros e ir a un hotel que seguramente no tendrá ni el mismo lujo ni la misma calidad, por no comentar que al tener solo diez habitaciones, el servicio es totalmente personalizado. Sobre la almohada eso pequeñito que se ve es un bombón delicioso que te dejaban y en la nevera que está en el armario que no veréis me dejaron una botella de agua y una lata de cola de cortesía.

El baño tenía el mismo aspecto miserable:

Baño del B&B en Venecia

Baño del B&B en Venecia, originally uploaded by sulaco_rm.

Como se puede ver el trono estaba desinfectado y sellado, la ducha flipante y con chorros laterales en una parte para darte gustito, la cesta bajo el espejo petada de cosillas que mi madre se llevaría por el gen gitano recesivo que tiene y todas las piezas del baño como las de los hoteles, de hace cuarenta años cuando se construyeron. En fin, que mejor que no se corra la voz de las maravillosas pensiones que hay hoy en día por todo el mundo o tendré que dejar de viajar por dos perras gordas.

El relato continúa en La plaza de San Marcos y alrededores

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10 respuestas a “Llegando a Venecia”

  1. En español seria C&D ¿No?…jajaja
    Espero que no te tocara marea super- baja que hace que los canales huelan que apestan…
    Salud

  2. Hace dos años en una escapada, me di cuenta de que ya no tengo edad para ir de pensión. En la universidad tengo dormido por ejemplo en la cocina de un piso cotroso envuelta en una manta idem y usando una cazadora como almohada junto con cuatro o cinco personas más… por cierto que ese día reconozco que aprendí lo mucho que se puede contorsionar un brazo cuando alguien quiere meterte mano descaradamente pero no quiere que se note…. total, a lo que voy que me lío sola, hace dos años por ahorrarme dos duros pillé una habitación a la que le tuve que poner ropa encima de la cama para dormir sin contacto con «esas sábanas» y lo peor fue que a las doce de la noche empezaron una fiesta rave en un pub justo al lado, y os juro que temblaban las paredes, y ya no quiero hablar del baño «¿eso en algún momento fue considerado una cortina de ducha?» <– argh…
    Menda ya no está para esos trotes, quiero apoyar el culo en la taza con tranquilidad de que no salga ningún ser vivo o muerto que me muerda.

  3. Virtuditas, pondré fotos de la habitación y del baño en esta anotación (si puedo lo hago esta noche) para que compruebes que el término B&B puede ser también muy lujoso. Yo creo que el lugar al que fui se acerca más al término Boutique Hotel, con pocas habitaciones y servicio EXQUISITO. Yo no sé como reservan ustedes hoteles pero yo quiero sacar el máximo partido de mi dinero y ahorrar lo máximo posible y busco y rebusco hasta encontrar de lo bueno, únicamente lo mejor.

  4. Sulaco, de verdad, no son criticas, si hace tiempo que eres mi héroe por como te las ingenias para optimizar la pasta, es solo un poco de cachondeo para jugar, pero yo estoy en la linea de Virtuditas, le doy prioridad a mis nalgas ante todo…jajaja
    Por supuesto que si se consigue como tu lo hiciste, mejor que mejor, claro…
    Salud

  5. Ya he puesto dos fotos para que el dúo de lenguarazas se atragante con las mismas. Y por si no queda claro, eso es un B&B o una pensión, aunque yo prefiero llamarlos boutique hotel porque es más pijo.

  6. Bueno es que con la modalidad de Bed and breakfast, también hay hoteles de cinco estrellas como tu sabes…
    Salud

  7. Vaaaaale, acepto la morada en cuestión como APTA para mis reales nalgas.
    Joder, de donde sacas esos chollos??? Yo quiero ahorrar y me meto en un cuchitril, y tú por dos duros te metes en un 4*??

  8. La verdad es que esa habitación no está nada mal; es muy aceptable (al menos, como se ve en las fotos). Supongo que, como eres tan organizado, tendrás una lista con los nombres y direcciones de todos los hoteles, pensiones y demás, donde te has hospedado. Me parece que, tal como va la cosa (económica??me refiero), tendré que recurrir a tus consejos cuando vaya de viaje a sitios donde tú ya hayas estado. Y esperaré a que te dignes a darme tu divino, omnipotente, glorioso, admirable y excelente consejo. Jajaja??.

  9. Pongo mi crítica de todos los sitios en los que me quedo en tripadvisor, en donde tengo más de doscientas. También de lo que veo, los sitios en los que como y demás …