Los chiquillos de mi amigo el Rubio asocian el cine conmigo ya que su padre es más gandul que la chaqueta de un guardia y pasa de llevarlos al cine, optando por lo cómodo y poniéndoles la película en la casa, lo cual ni es lo mismo ni es igual a la experiencia de inmersión completa en una sala con una pantalla enorme, con un supermercado de golosinas en la puerta y todo un culto a su alrededor. Por eso, cuando los chiquillos quieren ir a ver algo, me lo piden a mí y así fue como acordamos ir a ver la película The Smurfs, la cual se estrenó en España como Los Pitufos y que está basada en esos personajes que seguramente conocéis ya que han estado siempre ahí, ya sea en forma de cómic, de tira cómica en los periódicos o de aquella legendaria serie que daban por la tele en los años en los que solo teníamos dos canales para elegir.

A un julay neoyorquino se le llena la casa de oKupas azules y no consigue que se vayan de su casa ni echando zotal

Siendo una película de los Pitufos uno no debería tener grandes expectativas referentes al guión y la historia es bien simple: Gargamel ataca la aldea y al huir, un pequeño grupo cruza a través del espacio-tiempo sideral y acaban en Central Park, en Nueva York y allí, por circunstancias de la vida, siguen a un tipo y se instalan en su casa, cambiándole la vida y tratando de volver a abrir el túnel para regresar a casa.

Yo fui al cine sabiendo lo que iba a ver y tengo que reconocer sin vergüenza alguna que me lo pasé bomba. La película es simple y extremadamente divertida y el 3D les quedó chulísimo. Me llamó la atención que los chiquillos estuvieran callados y prestando mucha atención, cuando en otras películas he visto que comienzan a distraerse, a moverse en sus asientos o directamente a corretear por la sala de puro aburrimiento. El protagonista (de carne) principal es Neil Patrick Harris, al que yo recordaba de la serie aquella que interpretaba a principios de los noventa y que parece que sigue en alguna serie que por descontado no sigo porque no debe ser ni de ciencia ficción ni de terror y yo le soy muy leal a esos dos géneros y ninguneo el resto. Han sabido dosificar las escenas de acción y se van sucediendo sin pausas grandes entre ellas para evitar que los niños se desconecten y las tonterías que vemos son las justas y están ahí para arrancarnos alguna sonrisa. Hay alguna bromilla que seguro que los niños no entienden y espero que capten el mensaje subliminal que dice que los hombres del clero son perversos de manera natural y les gusta tocar niños y seres pequeños con lo que lo mejor es poner tierra de por medio y no acercarte a ninguno ni por error y a ser posible, no pasar nunca a menos de dos calles de cualquier iglesia del mundo.

Esto es entretenimiento sin más, bien hecho, eficaz y que cumple perfectamente con su cometido. Es perfecta para ir a verla con niños y en este caso, yo optaría por la versión en tres dimensiones.